23 de enero de 2012

Los milagros no se consiguen rezando

Al ver los logros que nos muestra el impresionante documental Cerebros reparados, la primera parte de la trilogía El mal del cerebro que dirige nada menos que Antonio Martínez Ron, es difícil evitar que se nos cuele en la mente la palabra "milagro". Compruébenlo ustedes mismos, porque merece la pena:




Parecen milagros, sí, pero no lo son. Son el fruto de la investigación científica y médica, de la búsqueda, el descubrimiento y la aplicación de los principios de funcionamiento de nuestro cerebro.

Y son lo que no se puede obtener con cero plazas.




Es cierto que la economía está en estado comatoso, que las arcas públicas han tenido ya que empeñar hasta las telarañas y que los recortes de gastos, nos gusten o no, son inevitables. Lo que no está tan claro (al menos para mí) es que esos recortes tengan que dar la puntilla a la auténtica inversión de futuro de cualquier país: la investigación y la ciencia. Como dice el título de la entrada, los milagros, en realidad, no se consiguen rezando, y probablemente fuese una buena idea apartar las tijeras de la investigación científica y aplicarlas a otras partidas presupuestarias, hasta ahora intactas, que lo que subvencionan son justamente lo contrario: muchos rezos, pero ningún milagro.