Supongo que se habrán enterado de la noticia, porque durante toda esta semana ha saltado a todos los medios de comunicación: en Bélmez han aparecido nuevas “caras”. La información ha llegado, cómo no, de la mano de nuestro paisano Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) y que, entre otros muchos méritos, es miembro del Instituto SETI de la NASA y asesor de la BBC. O por lo menos eso es lo que dice él, porque los responsables de esas instituciones aseguran que no conocen de nada a este señor, pero que sus servicios jurídicos sí que tienen muchas ganas de conocerle...
Amorós y otros miembros de la SEIP (o, como dicen ellos, de “el” SEIP, porque utilizan la gramática con el mismo desparpajo que emplean con la metodología científica o el rigor en la investigación) aseguran solemnemente haber encontrado nada menos que veintiuna nuevas “caras” que han aparecido en la casa natal de María Gómez Cámara. Un descubrimiento que forma parte del ambicioso programa de investigación que la asociación lleva a cabo en Bélmez y que, entre otras cosas, les ha permitido demostrar algo tan extraordinario como que, al mojar un trozo de cemento, aparecen en él manchas de humedad. Me explico: hace algunos meses, Amorós se paseó por varias televisiones mostrando lo que él llama la “Cara de Alicante”, una reproducción de las “caras” de Bélmez obtenida en los “laboratorios” de la SEIP por el sencillo método de preparar unas losetas de cemento y empaparlas con agua hasta que aparecieron manchas en su superficie; luego, echándole unas amplias dosis de imaginación y buena voluntad, los investigadores escudriñaron las manchas hasta dar con algunas que recordaban vagamente rostros humanos.
El método no es nuevo: todos hemos creído reconocer rostros humanos más o menos deformes en las nubes, en los suelos de terrazo y, por supuesto, en las manchas de humedad que nos dejó el vecino de arriba aquella vez que se olvidó de cerrar el grifo de la bañera. Los psicólogos llaman “ilusión autoinducida” o “pareidolia” a esta curiosa propiedad de nuestro cerebro para intentar encontrar patrones conocidos en donde realmente no los hay. La única aportación de la SEIP, en este sentido, es marcar con un rotulador esas formas que ellos creen ver para que los demás también podamos apreciarlas.
Pero el caso de las nuevas “caras de Bélmez” es distinto: lo que ha aparecido en la casa no son simples manchas de humedad que los miembros de la SEIP interpretan como rostros humanos y que algún gracioso ha conseguido redibujar como “los gatos de Bélmez”. Las nuevas “caras” son eso, “caras”. Muy mal dibujadas, ciertamente, pero reconocibles como intentos de plasmar deliberadamente un rostro humano.
¿Se trata de un fenómeno genuinamente paranormal? Pudiera ser. A lo mejor la pobre María Gómez, como ha llegado a decir algún miembro de su familia, se ha manifestado desde su tumba para acreditar que las “caras” son auténticas y, de paso, para que los mil turistas que las nuevas “caras” han llevado a Bélmez no hayan hecho el viaje en balde. Y también, puestos a especular, pudieran ser obra de los espíritus de fallecidos en la Guerra Civil a los que algunos atribuyen las “caras” originales, o de los difuntos enterrados en el viejo cementerio de Bélmez. O de las hadas, los pitufos o el ratoncito Pérez.
Pero también pudiera ser que tuviera razón otro investigador de lo paranormal, el valenciano Francisco Máñez. Cuenta Máñez que, a finales de septiembre, visitó con Pedro Amorós y el resto de “investigadores” de la SEIP la casa natal de María Gómez, y allí les explicó cómo pensaba él que habían sido pintadas las “caras” originales: mojando el suelo de cemento, buscando alguna mancha que recuerde vagamente a una cara, y luego remarcándola con el dedo mojado. Si se hace sólo con agua, la “cara” resultante reaparece una vez seco el suelo y permanece durante horas; si se añade un poco de aceite, la “cara” se queda allí indefinidamente.
Y, ¡oh, casualidad!, resulta que por esas mismas fechas los investigadores de la SEIP descubren en esa casa las nuevas “caras”. Unas “caras” igualitas, igualitas que las que Francisco Máñez elaboró como demostración práctica de su método. Método que pueden ustedes aprender leyendo la explicación de Máñez... o la que dio la SEIP cuando explicó cómo encontró las nuevas “caras”, en una dramática demostración de que la candidez humana no tiene límites.
Porque no los tiene, ya ven. A estas alturas, aún hay gente dispuesta a creerse que, en Bélmez, aparecen “caras” en el cemento. A pesar de que basta con informarse un poquito para descubrir que en realidad en todo esto lo que hay es simplemente “caras” de cemento. De cemento armado.
Artículo publicado en el Diario Información de Alicante el día 31-10-2004, en la página C2, según se mira, a la derecha. Con mi nombre y apellidos y con mi foto; horrible, pero mi foto.
Aclaro todo esto porque uno presume de compañerismo, y así le facilito los datos a mi colega abogado que, a buen seguro, redactará la correspondiente "denuncia por injurias" de Pedro Amorós.
¿O no? Misterio.
Paranormal, claro ;-)
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