23 de febrero de 2011

El remedio homeopático de la semana (XI): nada

¿Recuerdan el lema de nuestro último "suicidio homeopático"?



Como es lógico, hay quien no está de acuerdo y cree que la homeopatía sí que cura. Y también hay quien lo cree de la imposición de manos, las oraciones a San Blas, las danzas rituales o el hecho de levantarse por un lado concreto de la cama. Como dijo aquel torero, "hay gente pa tó".

Pero también hay homeópatas que nos distinguen la otra parte del lema, el "ni nada". Bien sea porque dicen que eso del número de Avogadro es una opinión discutible, bien porque saquen a colación la memoria del agua, las microestructuras, los efectos cuánticos o cualquier otra chorrada disfrazada con lenguaje aparentemente científico que se les ocurra, insisten en que la homeopatía no es nada.

Pues como diría un entrañable personaje: "¡zas, en toda la boca!". A ver quién me niega que esto es... pues precisamente eso, nada:


El Vacuum (ojo, Vacuum a secas, no lo confundan con el Vacuum Cleaner Dust, que también es muy gracioso pero no es lo mismo) es un remedio homeopático real (dentro de lo reales que pueden ser los remedios homeopáticos, o sea, no mucho) que ha sido concienzudamente estudiado por Nuala Eising, que incluso le dedicó un libro:


En el cual nos dice... bueno, qué narices: lo que nos dice de importancia es precisamente eso, nada. Así que olvídense de él, porque donde realmente lo explican bien es en Luke Surl Comics:


A lo cual, la verdad, no tengo nada que añadir.

22 de febrero de 2011

Nociones de Pseudomatemáticas (las de verdad)

Dentro de nuestra altruista labor de educación de las masas, vamos a dedicar un pequeño capítulo (extraído, como no, del "Manual del perfecto engañabobos") a erradicar los errores y falsas creencias que los que se autodenominan científicos insisten en predicar con la colaboración y el apoyo de los poderes fácticos. Así mismo, daremos también algunas indicaciones para que los que quieran introducirse en el mundo de la verdadera ciencia (la nuestra) puedan hacerlo.

En primer lugar, hay que olvidar esa palabrería vacua con la que se empeñan en embotar nuestras mentes en las clases de Física, Química y Matemáticas. Realmente, merecen muy poco crédito disciplinas que pasan por alto fenómenos tan importantes como la telekinesia, la telepatía y los viajes astrales.

En segundo lugar, y esto es lo más importante, para manejar los números de cualquier cosa con rigor y poder extraer conclusiones válidas, hay que tener en cuenta lo siguiente: Multiplicando o dividiendo (también vale sumar o restar) cualquier cifra por el número adecuado podemos obtener la cantidad que nos dé la gana.

Por ejemplo:

Un objeto tan sencillo y de uso tan cotidiano como un bolígrafo BIC es una prueba evidente de que los extraterrestres no sólo nos visitan, sino que están entre nosotros. Permítanme demostrarlo.

La longitud del bolígrafo con la tapa puesta es de 150 mm, y la distancia promedio de la Tierra al Sol es de 150 millones de km. La relación es evidente. Los bolígrafos BIC son objetos de culto solar introducidos en nuestro planeta por alguna civilización extraterrestre. Pero no acaba ahí la cosa. La longitud del capuchón del bolígrafo es de 58 mm, y si descontamos lo que mide el clip, nos quedan 35 mm. Sumamos las dos cifras y obtenemos 93, que multiplicado por dos nos da 186, exactamente 40 mm más que la longitud del bolígrafo destapado (146 mm). Además, la suma de las cifras de la longitud de la tapa sin el clip, 35 mm, nos da 8, que es el diámetro del bolígrafo. Cualquiera puede darse cuenta de
que en esas proporciones existe una relación, y de esa relación se tiene que derivar un mensaje, probablemente las claves para la utilización de todo el poder y la energía del Sol.

Y aún no hemos terminado. Si sumamos la longitud del bolígrafo con tapa, y la longitud del bolígrafo sin tapa, obtenemos la cifra de 296, que es exactamente la distancia, en km., de Zaragoza a Bilbao por autopista. Por si alguien lo dudaba, la tecnología necesaria para construir autopistas es de origen extraterrestre (supongo que nadie será capaz de pensar que a unos primitivos seres humanos se les iba a ocurrir algo así), y la relación entre esa tecnología y los viajes interplanetarios se encuentra encerrada en las mágicas proporciones de los bolígrafos BIC.

Y no sólo eso, probablemente todos los secretos del Universo estén encerrados en este bolígrafo. Sumando el resultado anterior, 296, con la medida de la tapa sin el clip, 35 mm, nos da 331, que multiplicado por dos es 662, casi la constante de Gravitación Universal salvo el correspondiente factor de proporcionalidad (el valor de esta constante es de 6,67 x 10-11, el error puede ser debido o bien a imprecisiones en nuestras mediciones, o bien a que la inteligencia superior que creo estos objetos decidió que era peligroso poner demasiado saber a nuestro alcance). Además, la longitud del clip es de 23 mm. Si sumamos las cifras de la longitud total del bolígrafo, 150 mm, nos da 6, que con los 23 del clip nos llevan a 6,023, basta añadir el factor de proporcionalidad 10-23 para obtener el número de Avogadro.

Seguro que si siguiéramos indagando en las características de este maravilloso objeto venido de las estrellas, encontraríamos las respuestas a los grandes enigmas de la humanidad. Por nuestra parte, y tras muchos años de investigación y análisis de los bolígrafos BIC, podemos afirmar que estamos a punto de descubrir el secreto de la tortilla de patata...

(Pero por favor, no se lo cuenten a nadie).

Caio Lapsus

Nota: Este artículo apareció por primera vez hace ya unos cuantos años, en La Alternativa Racional, antigua revista de la asociación ARP-SAPC. Me hizo gracia y lo rescaté para mi vieja web. A ver si a ustedes también se la hace.

21 de febrero de 2011

¡Pánico en las ondas!

Bueno, no. En realidad es "pánico a las ondas". Me refiero, claro, a la dosis de miedo que periódicamente nos meten en el cuerpo los medios de comunicación con el tema de los gatos negros las radiaciones electromagnéticas, y que esta vez, como nos cuenta Luis Alfonso Gámez, ha venido de la mano de XL Semanal, el dominical distribuido por los diarios del grupo Vocento.

El reportaje en cuestión, firmado por Francisco Javier Alonso, deja bastante claras sus intenciones desde su misma presentación: según la portada de la web,


La realidad es más bien la contraria: la literatura científica cuenta con varios miles de artículos sobre este tema (más de 25.000, según el propio reportaje), pero solo en unos pocos se asegura haber encontrado algún efecto nocivo. A pesar de ello el autor se las ha arreglado para dar con uno de ellos, sobre el que dice que

16 de febrero de 2011

La llamada al 112

Ocurrió el pasado cuatro de febrero. Mi amigo Guillermo y yo íbamos camino de Zaragoza, donde al día siguiente nos tomaríamos una terrible sobredosis de un sedante que finalmente nos produjo, como esperábamos, un sabor empalagoso en la boca (para que luego digan que la homeopatía no produce efectos adversos). Ya era prácticamente de noche, y acabábamos de tomar la Autovía Mudéjar desde Sagunto, cuando apareció frente a nosotros un coche situado en sentido contrario a la marcha, en nuestro carril izquierdo.

El vehículo se habia parado y estaba haciendo luces, así que al menos se había dado cuenta de la situación, pero no dejaba de ser un peligro. Así que mi compañero de viaje llamó inmediatamente al 112, hablando con un operador que le dijo que ya habían recibido varios avisos y que la Guardia Civil de Tráfico se encontraba en camino.

Puede parecer que aquello fue una anécdota sin importancia (hasta donde he podido averiguar no ocurrió ningún accidente, afortunadamente). Sin embargo, contagiado del espíritu de algunos de los comentaristas de este y otros blogs críticos con las pseudociencias en general y las pseudomedicinas en particular, creo que merece la pena hacer un análisis más detallado del incidente, y en concreto de la llamada al 112.

Para empezar, si recapitulamos lo sucedido nos daremos cuenta de que no nos pasó nada. Sí, vimos el coche y nos dio un buen susto, pero pudimos continuar el viaje sin más inconvenientes que el descubrimiento de que entre Teruel y Zaragoza la autovía no cuenta con ninguna área de servicio en la que tomarse un café o echar un pis. De modo que, ¿por qué llamó Guillermo al 112, si no tenía ningún interés personal en el asunto? ¿Estaría a sueldo de... no sé, las compañías de seguros del ramo del automóvil? Y no, no se rían: la pregunta es estúpida, por supuesto, pero también lo es la acusación de que criticamos a la homeopatía porque estamos a sueldo de las industrias farmacéuticas (de las no homeopáticas, claro; bueno, y de Merck tampoco), y basta con echar un vistazo a los comentarios de este o cualquier otro blog crítico para ver que es una afirmación bastante corriente.

Como lo es decir que la medicina "alopática" causa más víctimas que las "terapias alternativas" que criticamos. Lo cual es cierto, sí. Igual de cierto que el hecho de que la conducción en sentido reglamentario causa más víctimas que los conductores suicidas. Lo que ocurre es, sencillamente, que en ninguno de los dos casos son magnitudes comparables: hay muchos menos conductores circulando en sentido contrario que en sentido correcto, suelen recorrer menos kilómetros (porque se dan cuenta del error y logran dar la vuelta, porque interviene la Guardia Civil de Tráfico o, en fin, porque su recorrido acaba en accidente) y frecuentemente ocurren a horas y en lugares de escaso tráfico. Pero la cosa cambia si hacemos la comparación caso por caso: conducir en sentido contrario es muchísimo más peligroso que hacerlo en sentido correcto, al igual que confiar el tratamiento de una enfermedad real a una terapia ineficaz (y a veces hasta potencialmente nociva) es mucho más peligroso que acudir a otra con criterio científico.

También podríamos criticar al pobre Guillermo (vale, mañana te pago un café) por su falta de respeto a "otras formas de entender la circulación". Igual que muchos creyentes no soportan que tengamos la osadía de criticar "otras formas de entender la medicina", "la biología", "la existencia", "la ciencia" o lo que sea, sencillamente porque esas "otras formas" sean una completa majadería. O porque sean peligrosas: recuerden si no las reacciones de los antivacunas cuando alguien intenta explicarles que lo que hacen es un verdadero disparate. Por mucho que digan que lo hacen en nombre de "la libertad", como quizá podría también argumentar el anónimo conductor suicida.

Y, ya puestos, hasta podríamos decir que Guillermo no tiene ni puta idea de conducción, que es otra acusación la mar de socorrida en estas ocasiones, y que no necesita más explicación. La acusación, digo: los que la emplean jamás se rebajarán a explicarnos por qué opinan que no tenemos ni puta idea, probablemente porque si lo hicieran dejarían claro que, en realidad, los ignorantes son ellos. Descubrir que un vehículo circula por el carril contrario no requiere grandes conocimientos, la verdad, pero las críticas a las pseudociencias que podemos encontrar en muchas webs y blogs escépticas demuestran que sus autores suelen conocerlas más y mejor que los propios creyentes. Cosa que, bien pensada, tampoco resulta tan extraña, ¿verdad?

Se podría decir también que Guillermo intentaba ocultar lo que en realidad era el aterrizaje de una nave procedente de Ganímedes (sí, con el acento cambiado, que es el uso aceptado en ufología) achacándolo a un fenómeno mundano y trivial, como un coche en sentido contrario a la marcha. Y antes de reírse echen un vistazo a las críticas que recibe Juan Carlos Victorio cada vez que explica que si un testigo afirmó ver un ovni donde estaba en ese momento la luna llena, pero no vio la luna llena, probablemente lo que viera fuese... exacto, la luna lunera y cascabelera.

Y se podría decir, en fin, que la llamada de Guillermo, o mi relato de los hechos, o este blog o, en fin, la realidad misma que nos rodea, no es más que una parte de una elaborada trama montada por el gobierno extraterrestre reptiliano que domina el mundo y blablabla. De lo cual no les pongo enlaces a modo de ejemplo por respeto a su salud mental; la de los autores de los enlaces hace tiempo que dejó de existir.

Vamos, que se podrían decir muchas cosas. Y también se podría decir que Guillermo llamó al 112 por simple civismo, igual que él y yo, junto con varios cientos de personas de todo el mundo, nos tomamos una sobredosis homeopática simplemente porque queremos llamar la atención sobre el hecho de que la homeopatía es, en el mejor de los casos, un timo, y en el peor un timo que puede llegar a ser mortal. O que critiquemos a las pseudociencias y a las supersticiones sencillamente porque nos parece lo correcto, sin necesidad de buscarle al gato más pies de los que realmente tiene.

Dicho sea con todo el respeto que nos merecen quienes consideran que tanto la cantidad de pies que tiene un gato como cualquier otro dato objetivamente verificable que podamos imaginar es, en realidad, una cuestión opinable que hay que examinar con la mente abierta a nuevos paradigmas. O sea, ninguno.

7 de febrero de 2011

Sobredosis homeopática en todos los continentes

Sí, en todos:


El inadmisible fracaso del Sedatif PC

Como ya saben, el potingue que recomendábamos para la sobredosis homeopática del pasado sábado era Sedatif PC, un -supuesto- sedante que nos debería haber dejado a todos más fríos que el busto de Hahnemann que nos encontramos, para cachondeo propio y vergüenza ajena, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.



De hecho se trata de un sedante que, como acaban de recordar unos charlatanes de Semefarte en Radio Nacional con el rigor que les caracteriza, obtiene mejores resultados que las benzodiazepinas. Y digo "con el rigor que les caracteriza" porque, como era de esperar, el estudio al que han aludido lo que dice es que los mejunjes homeopáticos obtienen resultados idénticos al placebo.

Pero bueno, sea como sea ha sido el producto elegido para zamparnos una sobredosis que, hasta ahora, se ha saldado con un absoluto fracaso. Vamos, que no solo no se ha muerto nadie, sino que entre el centenar largo de participantes en España no consta que haya habido ni un solo bostezo.




Hablaremos otro día de la sobredosis, de las objeciones que -como ya sabíamos- nos han puesto los homeópatas y demás. Pero hoy vamos a concentrarnos precisamente en eso.

Piénsenlo. Olvídense de la chorrada de que la sobredosis con homeopatía no es posible, o incluso de que, al tratarse de remedios supuestamente individualizados (aunque los vendan en farmacias con solo pedirlos) no siempre se acierta con el producto adecuado para cada persona. Estamos hablando de más de cien participantes, hombres y mujeres, de distintas edades, condiciones físicas, tamaños y complexiones y, vale, hasta color de pelo, que se toman un sedante de producción industrial y comercialización libre. Se supone que bastantes de esas personas tendrían que haber experimentado por lo menos algo de sueñecillo, ¿verdad?

Y, sin embargo, ni una de ellas ha llegado a bostezar.

Vamos, que como sedante esto es una pura birria. Sin paliativos.

Y claro, como uno no puede estarse callado ante estas cosas, se me ha ocurrido enviar esta cartita a Boiron. Carta que, ejem, no tiene copyright ni nada, así que si a ustedes les apetece...


Estimados señores:

El pasado día 5 de febrero ingerí cuarenta comprimidos del preparado "Sedatif PC", que ustedes fabrican, con el sano propósito de suicidarme mediante una sobredosis. Sin embargo, cuál no sería mi sorpresa al descubrir que no solo no me morí, sino que ni siquiera me entró un poco de modorra. El único síntoma físico que experimenté fue un sabor dulzón en la boca, y en cuanto a mi estado psicológico era simplemente el que tendría cualquier persona tras descubrir que los 7,50 euros que me costó el producto no me habían servido para adquirir un "medicamento", como dice el envase, sino una especie de "chuches" especialmente empalagosas. He podido comprobar, además, que al menos otras cien personas se han encontrado en esta misma situación, por lo que parece evidente que no se trata de un problema particular del envase que yo adquirí o del lote de fabricación, sino que el producto es sencillamente ineficaz.

Por si esto fuese poco, a la hora de preparar una reclamación por la manifiesta ineficacia del producto he descubierto que el envase no indica en ninguna parte el preceptivo Número de Registro. De hecho, la única referencia que he encontrado sobre esto tras una larga búsqueda en internet es que el producto se comercializa, al parecer, "de acuerdo a lo establecido en la Disposición Transitoria 6ª del Real Decreto 1345/2007." ¿Quiere esto decir que lo están vendiendo sin haber obtenido todavía autorización?

Considero inadmisible esta situación, por lo que les exijo la devolución del importe que aboné en la compra de un producto que, como les decía, no solo no me ha matado ni siquiera un poquito, sino que ni siquiera me ha servido para relajarme ante el disgusto que sufrí al sentirme timado de esta manera. Además, les comunico que en lo sucesivo en lugar de Sedatif consumiré pastillas contra el dolor ajeno, que además de contribuir a una buena causa resultan mucho más baratas y con una eficacia como mínimo comparable.

En espera, por tanto, de sus noticias, reciban un atento saludo.


Eso de momento. Mañana más.

A título póstumo

O bueno, no.

4 de febrero de 2011

Guía breve, pero inútil, para tratar con los homeópatas

A pesar de lo que pudiera parecer, la Campaña 10:23 no está dirigida en absoluto a los homeópatas. Bueno, sí, está dirigida más bien contra los homeópatas, pero me refería a que su objetivo es informar a los medios de comunicación y al público en general. La homeopatía se comporta exactamente como una religión, y aunque no sirva para tratar ninguna enfermedad, sí que parece ser enormemente efectiva a la hora de inmunizar contra cualquier tipo de razonamiento, así que enfrascarse en una discusión con ellos es totalmente inútil. Sin embargo, conviene tener en cuenta las objeciones que van a ir poniendo a nuestro “suicidio” para ir sobre aviso.

La primera es que una sobredosis homeopática no hace daño porque su efecto no depende de la dosis, sino de la “potencia” del remedio. Lo cual es difícil de refutar: la dosis es un hecho objetivo y medible y la “potencia” no deja de ser una idea mágica sin fundamento real. Si los homeópatas dicen que un remedio a 30CH es mucho más potente que un remedio a 20CH no vamos a conseguir que se bajen del burro, a pesar de que ni siquiera ellos sean capaces de distinguir uno de otro sin mirar la etiqueta. Pero da lo mismo, porque si lo pensamos bien lo de que la dosis es irrelevante es un refuerzo a lo que venimos a decir en la campaña: si se tratase de un medicamento de verdad sí que habría que tener en cuenta la dosificación adecuada, y el hecho de que no haya que preocuparse por ella solo demuestra que los remedios homeopáticos solo contienen agua y azúcar.

Por otra parte, si la dosis es indiferente, ¿por qué venden los remedios en dosis? ¿Por qué hay que tomarse una o dos pastillas diarias de Sedatif y no media, un cuarto o simplemente echarle un vistazo y volverla a guardar para otro día? ¿Están timando a sus clientes con el envase de seis tubitos “monodosis” de Oscillococcinum cuando, si lo que dicen es cierto, bastaría con tomar un gránulo?

Una variante del “argumento” anterior es que la homeopatía solo produce efectos si se toma con regularidad, no de una vez. En teoría, si nos tomamos un envase entero de golpe no nos va a pasar nada, pero si tomamos una pastilla diaria durante un par de semanas nos dará un patatús o algo parecido. Volveremos más adelante con esto.

Otra de las objeciones al “suicidio” viene a decir que la sobredosis no nos producirá ningún efecto porque los remedios homeopáticos no hacen efecto sobre personas sanas. Se trata, de nuevo, de un disparate que se vuelve en su contra: ninguna sustancia es tan “inteligente” como para saber cuándo tiene que surtir efecto y cuándo no, sobre todo en caso de sobredosis, y ya es bastante que pretendan que creamos en la “memoria del agua” como para hacernos tragar también con que tiene “buena voluntad” y “espíritu altruista”. Pero además este argumento es insostenible desde el punto de vista de la propia teoría homeopática: para “probar” los efectos de un remedio, los homeópatas emplean lo que llaman, llenándose la boca, “pruebas patogenéticas”, que consisten en suministrar el producto a personas sanas para que éstas indiquen los síntomas que experimentan. Ya sabemos que los homeópatas tienen un concepto bastante elástico de la realidad, pero aquí hay poco que discutir (o tergiversar): o hacen efecto en las personas sanas, y por tanto nos lo deberían haber hecho, o no lo hacen, y todo el montaje de las “pruebas patogenéticas” se cae al suelo.

De hecho, la cuestión de las “pruebas patogenéticas” deja también en entredicho el argumento de que es necesario seguir un tratamiento continuado en el tiempo para que la homeopatía produzca sus efectos: según los datos que publican los propios homeópatas, los sujetos de las pruebas experimentan los efectos del remedio desde la primera toma, o incluso antes: en algunas pruebas publicadas se da cuenta de sujetos que han empezado a experimentar síntomas al tocar el frasquito o, incluso, cuando aún estaban elaborando el potingue.

En definitiva, parece que la única contestación más o menos sólida que podemos esperar de los homeópatas es la que nos decían en esta entrada de la web ABC Homeopatía, en la que con bastante sentido del humor (algo insólito en el mundillo de las creencias mágicas) nos deseaban “buena suerte” para nuestro “suicidio”. Irónicamente, el mejor chiste de la entrada era probablemente involuntario, cuando nos explicaban que tras la “sobredosis” nos ocurriría una de estas tres cosas:

  • Que no notaríamos nada de nada
  • Que experimentaríamos síntomas adversos, o
  • Que experimentaríamos síntomas beneficiosos.

Vamos, lo que se dice apostar a caballo ganador, ¿verdad?

En realidad, la tesis de fondo de ABC Homeopatía es que los tratamientos homeopáticos deben ajustarse no solo a los síntomas, sino también a la de la persona, por lo que es muy difícil que acertemos con alguno que corresponda con nuestra personalidad. Personalidad que se define, por cierto, por una serie de parámetros tan involuntariamente humorísticos como el color del pelo, la mayor o menor tendencia a ensuciarnos la ropa, el grado de sudoración de nuestras axilas o nuestros gustos musicales. Sí, en serio.

Pero dejando eso de lado, el problema de lo que sostiene ABC Homeopatía es que se trata, una vez más, de una monumental pedrada contra su propio tejado. Si los remedios homeopáticos han de ajustarse exactamente a la personalidad de los pacientes (personalidad definida a su peculiar manera, claro), la fabricación de remedios a escala industrial y su venta libre sin prescripción carecen de sentido. De hecho, difícilmente podría nadie acudir a eso tan socorrido de “a mí me funciona” si ha tomado un producto comprado en una farmacia sin antes pasar por un homeópata que le haya sometido a un largo interrogatorio con preguntas tan idiotas e intrascendentes como su color favorito, si sueña a menudo con tormentas o qué postura adopta al sentarse a la mesa para comer.

En resumen, los homeópatas tienen bastante poco que argumentar en contra del “suicidio”. De hecho, lo más probable es que ni siquiera se molesten en decir estas cosas (al menos, en decírnoslas a nosotros, porque saben que podemos contestarles), y que recurran al clásico “no tenéis ni puta idea de homeopatía” o alguna de sus variantes. Ante lo cual debería bastar con enseñarles nuestros bonitos diplomas expedidos por Boiron: no es que acrediten realmente nada, pero, bueno, eso es exactamente la homeopatía, ¿verdad?: ni cura ni nada.

El suicidio homeopático en España

Ver Suicidio homeopático 5 de febrero de 2011 en un mapa más grande

3 de febrero de 2011

Homeopatía: ¿David contra Goliath?

Vale, ya lo sabemos: los homeópatas son algo así como la pobre doncella de la película y sus críticos somos los malvados mercenarios al servicio de las Grandes Farmacéuticas. Es la historia de David contra Goliath, diseñada para producir ternura ante el débil y odio hacia el abusón, y la impresión de que el único argumento real contra la homeopatía es el cheque que, por lo visto, nos envían las grandes multinacionales que ven amenazado su negocio por las píldoras mágicas. Lo vemos en los comentarios de blogs, en artículos de prensa, emails...

Bueno, pues vamos a ver qué hay de cierto en eso. Busquemos una gran compañía farmacéutica, por ejemplo Merck: un auténtico Goliath, sin duda, ¿verdad?


Y ahora vamos con una de esas empresitas dedicadas a vender píldoras de azúcar. Pongamos por caso Seven Seas, que tiene una línea completa de potingues homeopáticos.


Y ahora que ya tenemos a nuestro David, podemos preguntarnos: ¿que hará con Goliath cuando se encuentren cara a cara?

Café

Sin duda este es uno de los mejores comentarios que he leído nunca en el blog:

Yo tenía un problema con esto de las diluciones. A mi el café me gusta mucho pero me sienta muy mal. Mi solución era tomarlo con leche muy muy muy clarito. Pero un homeópata me dijo que eso potenciaba los efectos de la cafeína. Así que ahora me tomo el café solo y muy muy muy cargado. Vamos, ahora me sienta de maravilla, la cafeína ni la noto. Las taquicardias y los problemas de estómago deben de ser culpa de alguna antena.

De La mujer Quijote.

Homeopatía: lo "bueno", lo malo y lo falso

Pues ya ven: esto va a ser un monográfico de la homeopatía hasta que pase el inminente suicidio homeopático. Placebocidio para el que la organización  en España recomienda emplear un potingue de los Laboratorios Boiron, Sedatif PC, un (presunto) sedante que ya ha sido empleado en alguna otra ocasión con esta misma finalidad. Bueno, y con el mismo resultado negativo que tendremos el sábado.



Las razones por las que hemos escogido el Sedatif son varias. Por ejemplo contiene (es un decir) sustancias tan tóxicas como la belladona, el acónito o la caléndula, que en un producto de verdad nos garantizarían un rápido abandono de este valle de lágrimas, pero que en dosis homeopáticas... bueno, el sábado les contaremos. Se trata además de un producto de Boiron, la multinacional que se compró hace unos meses una cátedra en la Universidad de Zaragoza, por lo que resulta especialmente adecuado. Pero, además, hemos tenido que tener en cuenta un problema poco conocido pero potencialmente muy peligroso (y no solo para nosotros): en la homeopatía también existe lo "bueno", lo malo y lo falso.

2 de febrero de 2011

La Teoría Homeopática de las Toxinas

Una de estas modas supuestamente saludables que nos invaden es la de la detoxificación. Por lo visto nuestros cuerpos están llenos de toda clase de porquerías, y hay que expulsarlas como sea, bien tomando potingues de dudosa efectividad, bien haciéndolas salir por los diferentes orificios corporales (como este o este). O, en fin, también por donde no los hay.

En realidad esto de la detoxificación innecesaria viene de muy antiguo, pero la novedad de estas tendencias es que se relacionan de algún modo con la idea de la "sanación natural". Ante lo cual uno se queda un poco perplejo: si el cuerpo, dicen, es capaz de sanarse a sí mismo, ¿no podrá también deshacerse de las toxinas sin necesidad de mojarse los pies o convertilo en un alfiletero?

Claro, los creyentes en estas cosas tienen respuestas para todo (aunque algunas sean un tanto peculiares, como sabemos), y en este caso tampoco se van a quedar callados: las acumulamos por el estrés de la vida diaria, la contaminación, la ingestión de "productos químicos" o, qué sé yo, las ondas electromagnéticas, por supuesto, los chemtrails. Lo malo es que difícilmente pasan de ahí: nadie explica, por ejemplo, por qué las radiaciones de los móviles son malas malísimas y en cambio otras son la mar de buenas para la salud, o cómo demonios puede uno ingerir productos que no sean químicos... o bueno, sí lo explican, pero para lo que dicen...

De modo que desde aquí, y llevados de nuestro tradicional espíritu de comprensión hacia los creyentes en esas cosas tan graciosas (las creencias, no sus consecuencias, que por supuesto no tienen ninguna gracia) hemos decidido aportar nuestro granito de arena y ofrecerles la

Teoría Homeopática de las Toxinas