24 de agosto de 2008

Nuevas novedades novedosas sobre el Santo Cáliz de Valencia. O algo así.

Año tras año, Douglas Morrison acudía a las convenciones anuales que celebran los partidarios/creyentes en la fusión fría. Y año tras año, Morrison pedía a los demás asistentes que le preparasen una taza de te. Morrison murió en 2001, sin haberse tomado su taza de te, y aún la está esperando también Bob Park, quien tomó su testigo y aunque no se toma la molestia en ir a perder tiempo en las convenciones, todos los años recuerda a los asistentes que aún tienen pendiente no ya conseguir una producción energética que sea capaz de desbancar a los métodos tradicionales de generación eléctrica, sino incluso algo tan sencillo como lograr calentar el agua necesaria para preparar una taza de te.

Algo parecido ocurre con otra pseudociencia, la llamada "sindonología", es decir, el estudio aparentemente científico de la Sábana Santa de Turín. Año tras año, los sindonólogos celebran sus congresos y sus simposium en los que anuncian importantísimas novedades, y año tras año esas novedades resultan ser las mismas de siempre. Que, en el fondo, son ninguna. Pero eso no impide que al año siguiente vuelvan a la carga, con un nuevo congreso en el que se revelan las mismas asombrosas -y desacreditadas- noticias de ultimísima hora de tooodos los años.

Así que, siguiendo esa tradición, el pasado 20 de agosto la Agencia Europa Press difundió la noticia de que "una investigadora americana defiende la autenticidad del Santo Grial". Una noticia que se apresuraron a recoger muchos medios valencianos y nacionales, y que anticipa la presentación, el próximo mes de noviembre, del libro "San Lorenzo y el Santo Grial. Historia del Santo Cáliz de Valencia", escrito por Janice Bennet.

Una señora que, entre otras cosas, es miembro (¿miembra, señora Ministra?) del Centro Español de Sindonología. ¿Lo recuerdan? El que mencionábamos un par de párrafos más arriba, hablando de los congresos en los que se repiten una y otra vez las mismas noticias de última hora...

Así que retrocedamos un poco. Concretamente hasta el año 2000. La editorial Ignatius Press data de unos años antes, de 1978, pero ya desde su principio (y desde su propio nombre, elegido en honor a San Ignacio de Loyola) dejó clarísimo que su finalidad es la publicación y difusión de obras de la más estricta ortodoxia católica. Y en ese año 2000 fue cuando Ignatius Press publicó por vez primera una obra titulada, ejem, St. Laurence & The Holy Grail. Escrita por, ejem, Janice Bennet. Es decir, ese novedosísimo libro que será presentado en el no menos novedosísimo congreso que el próximo noviembre expondrá la tesis de que el Santo Grial de Valencia es, en efecto, el mismo Santo Grial que Jesucristo empleó en la Última Cena.

Una tesis también, por supuesto, novedosísima. Si echan ustedes un vistazo al programa del congreso verán que una de las ponencias se dedicará a repasar -y confirmar, faltaría más, que por algo el congreso lo organiza la Universidad Pontificia- el estudio arqueológico de D. Antonio Beltrán, 50 años después. Y es que ya hace la friolera de medio siglo que D. Antonio efectuó su famoso estudio. Que no es que sea gran cosa: el señor Beltrán se limitó a decir que la forma y materiales de la copa permiten suponer que procede de Oriente Próximo y data de entre los siglos I a.C. y IV d.C. Pero, en fin, Jerusalén y el episodio de la Última Cena se sitúan en ese amplísimo ámbito geográfico y temporal, así que la autenticidad del Cáliz entraría dentro de lo posible. Suponiendo, claro, que el congreso aporte alguna evidencia sólida que avale el estudio de D. Antonio, porque por ahora no la hay.

Y por otro lado tampoco es que se pueda ir mucho más allá. A pesar de los esfuerzos del congreso, lo cierto e impepinable es que las primeras noticias históricamente verificables acerca del Santo Cáliz de Valencia datan de 1134, concretamente de un inventario que lo sitúa en el Monasterio de San Juan de la Peña. A partir de ahí sí hay varias referencias, como el famoso testamento del rey aragonés Martín el Humano, pero los -supuestos- documentos anteriores que avalarían su autenticidad (procedentes del Siglo VI) sólo los conocemos a través de una sospechosísima copia datada en el Siglo XVI ó XVII. De hecho, si bien la "historia" del Grial valenciano asegura que San Lorenzo lo envió a España en el año 262 procedente de Roma, donde habría sido utilizado por los primeros Papas en sus misas, resulta más que sorprendente que no haya la más mínima mención de este supuesto uso en los escritos tempranos de la Iglesia.

Todo esto, dirán ustedes, a salvo de las asombrosas novedades que nos aporte el novísimo libro de Janice Bennet, ¿verdad? Pues no. Cedamos la palabra a la propia señora Bennet, que en una entrevista que concedió a "Ignatius Insight" (boletín de la editorial Ignatius Press) contaba que

IgnatiusInsight.com: What is the central story and purpose of your book, St. Laurence and the Holy Grail? How did you go about writing it?

Bennett: I think I described writing the book as working on a jigsaw puzzle, but I hope it doesn't come across that way. I translated the books written in Spanish by many of the priests who have been involved with the custody of the relic over the years, as well as the sixteenth-century Spanish translation of St. Donato's Latin manuscript.


En definitiva, que ni la propia señora Bennet contaba nada nuevo en el año 2000, y probablemente tampoco lo hagan ni ella ni los restantes congresistas el próximo mes de noviembre. La historia, en el sentido más riguroso del término, del Santo Cáliz de Valencia sigue comenzando en el Siglo XII, una época muy parecida a aquella en la que apareció el objeto de "estudio" de los sindonólogos, la Sábana Santa de Turín, y en la que por toda Europa afloraron reliquias que iban desde lo plausible hasta lo palmariamente absurdo. Y es cierto que, al igual que pasa con la Sábana Santa, existe un medio para salir un poco de dudas: el Cáliz valenciano está tallado en ágata, y un estudio adecuado podría ayudar a determinar la procedencia de la piedra y su época de tallado. Pero claro, este tipo de estudios los carga el diablo, y más en este caso: si lo pensamos con detenimiento, si el resultado indicase que la copa es de la época y la zona geográfica de Jesucristo sólo serviría para confirmar que existe la posibilidad (y nada más que la posibilidad) de que sea auténtico, mientras que un resultado que la colocase en otra época y en otro lugar podría refutar totalmente su autenticidad. La propietaria del Cáliz (la Archidiócesis de Valencia, colaboradora del congreso) tendría por tanto muy poco que ganar y mucho que perder con la prueba, así que es poco probable que se llegue a realizar públicamente.

En todo caso, el próximo mes de noviembre saldremos de dudas. Pero me da en la nariz que los resultados del congreso van a ir en la misma línea que los de la Sociedad Española de Sindonología o, ya puestos, los de la fusión fría. Y que Bob Park o el fantasma de Douglas Morrison (porque ya saben ustedes que la sindonología es capaz de resucitar a los muertos, como ocurrió con Willard Libby) van a seguir sin poder tomarse su taza de te con agua calentada mediante fusión fría y servido en la mismísima copa que usó Jesucristo en la Última Cena. Creer en el Santo Cáliz, como en la fusión fría (o en la autenticidad de la Sábana Santa) va a seguir siendo una cuestión de fe, por mucho que la vistan de ciencia y presuman de congresos "científicos".

Y sin novedad en el frente, claro.


P.S.: Para ser precisos, yo tampoco les cuento ninguna novedad. Salvo la noticia de la presentación del "nuevo" libro de Janice Bennet o la celebración del congreso de noviembre, confieso que todo esto lo conté ya en mi programa de radio hace unos meses. Incluyendo una mención al libro de la señora Bennet, claro.

P.P.S.: Y sí, tengo un programa de radio. Ya les contaré, ya...

23 de agosto de 2008

El accidente de Barajas

Hace unos cuantos años, Dolores Vázquez fue condenada por un jurado popular como autora del asesinato de la joven Rocío Vanninkhof. Seguro que lo recuerdan. Pero aquel juicio acabó siendo anulado por el Tribunal Superior de Justicia que consideró, con toda la razón, que el veredicto del jurado carecía de motivación. Y es que, aunque la sentencia del Tribunal Superior de Justicia no quiso decirlo claramente, se había producido lo que todos los que seguíamos aquel caso nos temíamos: que el jurado se limitó a poner por escrito un veredicto que ya había sido dictado, pronunciado y casi ejecutado por los medios de comunicación, que desde el principio insistieron en presentar a Dolores Vázquez como culpable del asesinato más allá de cualquier asomo de duda.

Y aquí es donde enlazamos con la actualidad, y concretamente con el terrible accidente de Barajas del pasado 20 de agosto. El hecho de que el avión sufriese una avería que obligó a retrasar el despegue ha disparado las especulaciones sobre la posibilidad de que el accidente se debiera precisamente a esa misma avería, que no habría sido adecuadamente reparada por el personal de mantenimiento. Especulaciones convenientemente alimentadas por algunos medios, que no han tardado ni un minuto en señalar la delicada situación económica de Spanair, dando a entender implícita o explícitamente que la compañía presionaba a sus empleados para que los aviones despeguaran a toda costa, aun averiados, y que probablemente esos problemas económicos afectarían también al mantenimiento de los aparatos. Algunos medios han llegado incluso a extremos de irresponsabilidad casi increíbles: un programa de televisión, de cuyo nombre prefiero no acordarme, difundió a los cuatro vientos las declaraciones de un joven que aseguraba que su padre -pasajero del vuelo- le había contado que el piloto se había negado a despegar con ese avión, pero que la compañía le había obligado a hacerlo. Al final resultaba que los SMS que la víctima había llegado a enviar no decían nada de eso, pero así lo había interpretado el chico y, lo que es muchísimo peor, así lo habían repetido una y otra vez los asistentes al programa, los tipicos "expertos en todo" que lo mismo te hablan de la nariz de Letizia (es sólo una corrección del tabique nasal, ya saben, nada de cirugía estética, que la realeza está por encima de esas vanidades mundanas) que de los entresijos técnicos de los motores a reacción. De hecho, hablan de los motores y de los demás aspectos del accidente más que de otra cosa: agosto suele ser un mes de "sequía informativa", así que los medios más sensacionalistas no sólo están ávidos de carnaza, sino que tienen huecos de sobra para seguir contando con pelos, señales y todo el morbo posible los detalles de lo que ocurrió, de lo que suponen que ocurrió, y hasta de lo que saben que probablemente no ocurrió pero resulta lo suficientemente llamativo como para contarlo.

Al cóctel de sensacionalismo informativo podemos añadir otros ingredientes. Por un lado está la actuación de la compañía, poco presentable a la hora de facilitar los datos de identidad de los pasajeros o atender debidamente a sus familiares. Por otro, como señala con acierto Avengers, está la cuestión de la prisa, las presiones de todo tipo para que la investigación sea lo más rápida posible. Pensando con frialdad lo que todo el mundo debería pedir es que sea rigurosa y completa, tarde lo que tarde, pero algunos medios y algunos políticos no dudan en subirse al carro de la conmoción social y meter toda la prisa posible para conocer ya mismo lo que pasó.

Y encima hay otro factor de fondo: nos hemos ido acostumbrando a que todo tiene que tener una causa humana. Siempre tiene que haber un responsable. Parece que no nos demos cuenta de que nuestra tecnología no es infalible, de que la fatalidad existe, y de que un accidente de este tipo puede deberse a errores o negligencias humanas, por supuesto, pero también puede haber ocurrido simplemente porque, como dice la frase anglosajona, "shit happens".

En definitiva, a estas alturas no sabemos lo que pasó, y probablemente tardermos algún tiempo en saberlo. Pero creo que habría que pedir a los medios que tuviesen un mínimo respeto por las labores de los técnicos y esperasen antes de afirmar, aunque sea de forma indirecta, que la causa del accidente fue una negligencia por parte de Spanair. Quizá lo fuese, pero quizá no, y quien debe determinarlo son los investigadores de Aviación Civil, no la prensa sensacionalista.

Tras la anulación del juicio, Dolores Vázquez salió de la cárcel en la que había pasado diecisiete largos meses, pero la opinión pública y los medios siguieron considerándola culpable hasta que las fuerzas de seguridad dieron con el verdadero autor del asesinato de Rocío Vanninkhof, Tony King. Y aun hoy hay quien no acepta el resultado de la investigación.

Y si seguimos por el mismo camino en el caso del accidente de Barajas, es muy posible que acabemos igual: con una culpable sentenciada ya por la opinión pública y con el riesgo de que las conclusiones de la investigación técnica, si no coinciden con ese veredicto popular y mediático, sean rechazadas con el argumento conspiranoico de que con ellas se nos intenta ocultar la verdad.

Y para todos los que de vez en cuando tomamos un avión (incluso, probablemente, alguna vez hayamos tomado ese mismo avión) resultaría preferible saber lo que ocurrió, en lugar de conformarnos con la historia truculenta que nos gustaría creer que hubiese ocurrido.


P.S.: Cuatro días ya, y aún no he visto a ninguno de esos adivinos, videntes y demás sinvergüenzas explicar por qué no fueron capaces de predecir semejante catástrofe. Será que están de vacaciones...


P.P.S.: Sólo cuatro días. Quizá sea poco tiempo para que Iker, Bruno y demás sinvergüenzas hagan un reportaje acerca de los fantasmas de las víctimas del accidente. Pero ya lo harán, ya...