30 de noviembre de 2004

Los "científicos" de Bélmez

A estas alturas supongo que no hará mucha falta repetir la noticia que publicaba el periodista Javier Cavanilles, del diario "El Mundo", el pasado domingo con este titular: Las nuevas caras de Bélmez fueron falsificadas por un 'cazafantasmas' en complicidad con el Ayuntamiento. Una complicidad, hay que reconocerlo, que fue negada por la alcaldesa. Y claro, también por Pedro Amorós, el inefable presidente perpetuo de el SEIP, si bien parece que no todos sus compañeros de asociación están de acuerdo.

Tanto el lunes como el martes, "El Mundo" completaba su información con otros artículos sobre la historia del fenómeno de las "Caras", las contradicciones de Amorós o la valiente actitud de la alcaldesa y la, ejem, menos valiente del presidente de el SEIP. Y con un par de articulitos más que no están disponibles en la versión internetera del periódico y que, por su interés, reproduzco en los comentarios.

Bien; el tema ha coleado y seguirá coleando. Ya ha dado lugar a alguna que otra intervención en programas de radio y televisión (y más que habrá), e incluso ya se detecta un cierto movimiento en las filas del maguferío patrio, que haciendo un alarde de esa solidaridad y ese compañerismo tan habituales en el mundillo, ha empezado discretamente a apartarse de Amorós como si quemara.

Será porque, en efecto, quema. Sin embargo, un grupo de irreductibles galos, digo "seiperos", ha mantenido el tipo y, en vista de que su presidente se encuentra en paradero desconocido, ha dado la cara en diferentes medios de comunicación. Por ejemplo, el investigador y guía turístico Luis Mariano Fernández, esta mañana en Canal Sur. O por ejemplo, la alcaldesa de Bélmez esta tarde en la cadena SER.

Y su defensa se ha basado en eso que para los magufos es generalmente "fascista, intolerante, autoritario y dictatorial". O sea, la ciencia. Luis Mariano Fernández ha asegurado tajantemente que la Universidad Complutense de Madrid va estudiar el fenómeno (sin caer en la cuenta, por los nervios, que "El Mundo" lo había desmentido ya esta misma mañana).

Y la alcaldesa, por su parte, asegurando tajantemente que "sí que ha habido estudios científicos en las primeras Caras", y que respecto a las nuevas "a ningún científico se le ha negado la entrada a la vivienda", sino que por el contrario "el Ayuntamiento y el SEIP están con las manos abiertas" deseando que se acerque alguno por allí. [Y aclaro: resalto lo de "y el SEIP" para que se entienda por qué incluía a la alcaldesa como "seipera"].

Pues bien; lo de las nuevas "Caras" ya lo veremos; de momento, lo único que se sabe es que el SEIP asegura que se está llevando a cabo un análisis químico por José Manuel García Bautista. Prestigioso químico que, por lo visto, es más bien diplomado en electrónica industrial y telecomunicaciones, si bien currículum es tan escueto que no permite averiguar si su capacidad para hacer este tipo de análisis se debe, por ejemplo, a que de niño le trajeran los Reyes Magos un "Quimicefa". O bien, simplemente, que le venga de su colaboración con el SEIP; quizá la pseudotitulitis sea contagiosa.

Pero, en cambio, de las viejas "Caras" sí que tenemos abundante información, gracias a la cual podemos relacionar los estudios científicos realizados sobre las mismas y que, según la alcaldesa, el SEIP o intrépidos investigadores como Iker Jiménez, han avalado su condición de fenómeno paranormal. Dichos estudios científicos son:

Ninguno.

Repito: ninguno. Hasta ahora, ninguna institución científica, universidad, laboratorio acreditado o similar ha certificado la autenticidad de las "Caras de Bélmez". Ni uno sólo. Nada de nada.

A lo largo de los treinta y tantos años de historia de las "Caras", lo más parecido a un equipo científico que ha pasado por Bélmez ha sido la "Comisión Eridani", cuyas conclusiones fueron precisamente que se trataba de un fraude. Y ni un científico más. Ya va siendo hora de acabar también con ese mito.

Porque sí, "investigadores" de lo paranormal han ido por un tubo. A centenares. Y pruebas han hecho un montón: desde sesiones de ouija o hipnosis hasta someter a la pobre María Gómez a una sesión de poligrafo o hacer unas losas de cemento en su presencia para ver si su "mediumnidad" impregnaba de alguna forma el hormigón. En Bélmez se ha visto desde payasos grabando voces de ultratumba con un colador y una cacerola, hasta, ejem, payasos que han introducido un perro en la casa para ver si huía espantado ante las presencias de ultratumba.

Pero estudios científicos, ni uno.

Claro, ante esta afirmación los "misteriólogos" podrán aducir lo de siempre: que si los estudios de Germán de Argumosa, que si las investigaciones de Iker Jiménez o de Pedro Amor... Bueno, no, esas no. Pero las demás sí. Y, especialmente, las dos "estrellas": la intervención del notario de Huelma y el análisis del CSIC.

Veámoslas. Para los creyentes, los crédulos y quienes se aprovechan de su credulidad, la intervención del notario da fe, nada menos, del origen paranormal de las "Caras". Fabuloso. Probablemente a los redactores de la Ley del Notariado se les olvidó añadir ésa entre las muchas funciones que desempeñan estos fedatarios públicos, pero ahí la tenemos: no sólo autorizan la formalización de contratos o levantan actas, sino que también dictaminan sobre el carácter paranormal o no de los fenómenos que observan.

O quizá no tanto. Porque resulta que lo único de lo que dió fe el Notario es de que en su presencia se fotografió la casa de las "Caras", se precintó, y un mes después se levantó el precinto, observándose la aparición de nuevas "Caras" y manchas. Algo que podrían haber hecho los espíritus del Más Allá, por supuesto. Pero que también podría haber hecho cualquier químico con un mínimo de conocimientos (usando, por ejemplo, las tan traídas y llevadas sales de plata), o incluso cualquier persona capaz de burlar el precinto notarial; cosa que, a la vista de las fotografías y de la disposición de la vivienda, no resultaba demasiado difícil que digamos.

Asegurar que un Notario avaló el carácter paranormal de las "Caras" es, por lo tanto, como mínimo una exageración. Y presentar su acta como una prueba científica es, sencillamente, un disparate.

Bueno, vale, un Notario no es un científico, pero el CSIC sin duda sí lo es. ¿Verdad?

Verdad.

Y también declaró que las "Caras" eran paranormales, ¿no?

Pues tampoco.

El famoso análisis del CSIC es lisa y llanamente eso: un análisis efectuado en el CSIC, concretamente en el Laboratorio de Cerámica y Vidrio. Lo cual da fe de la corrección en el análisis de las muestras y de la presunción de veracidad de los resultados. Pero, de nuevo, nada más. El CSIC no avala el origen paranormal de las "Caras" sencillamente porque no tuvo absolutamente nada que ver en la recogida de las muestras; simplemente se limitó a analizar lo que le enviaron.

Lo que le enviaron de mala manera, por cierto: una en un sobre normal (de los de mandar cartas), y otra en un sobrecito de azúcar (evidentemente, tras haber vaciado el azúcar). La mar de científico, vamos. Tan científico como el autor de la toma de muestras, el Padre Pilón, sacerdote jesuíta que, con todos los respetos, tiene de científico lo que un servidor de... bueno, vale, de sacerdote jesuíta. La toma de muestras, lo más crítico de un análisis de este tipo, se realizó sin ningún tipo de control, sin metodología científica, sin nada. Es decir: sin nada más que la buena fe que podemos presumir en un fervoroso creyente en el carácter paranormal de las "Caras". Y podemos presumir mucha buena fe, desde luego. Pero no la suficiente como para considera que eso avala ninguna conclusión científica sobre las "Caras", y mucho menos que esa conclusión la haya dado el CSIC.

Y, en fin, podríamos seguir. Se han hecho más análisis y más amagos de análisis (por ejemplo, el Padre Pilón anunció un nuevo estudio hace pocos años, pero hasta ahora, que yo sepa, no ha hecho públicos los resultados), pero siempre con conclusiones irrelevantes o incluso francamente contrarias a la "paranormalidad". Y se han hecho, naturalmente, miles y miles de esas pruebas paranormales (psicofonías, estudios informáticos y otros despropósitos por el estilo).

Pero pruebas científicas, ni una sola.

Porque, la verdad, calificar a Pedro Amorós, a Iker Jiménez, a Lorenzo Fernández, a Bruno Cardeñosa y a toda la larga nómina de "investigadores" que han pasado por allí de "científicos" es algo que sólo puede hacerse, usando la expresión empleada por el propio Iker esta tarde, entre comillas. Entre muchísimas comillas.

Y eso, por no seguir su frase y hablar de "personajes nefandos". Pero es que no hace falta. Digo yo, vamos.

3 comentarios:

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    ¡Sinverguenzas!

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