Sí, ya sé que este blog suele tratar esas cosas del
maguferío andante que nos invade. Pero permítanme que de vez en cuando trate otros temas más relacionados con mi profesión, y cuya relación con las andanzas de los cazafantasmas es... bueno, dejémoslo en eso, que "es" ;-)
En fin, que vamos a cambiar el chaleco multibolsillos por la toga y a adentrarnos en el proceloso mundo del Derecho Penal con un interesante caso práctico. Uno de esos casos "de laboratorio" en los cuales cualquier parecido con la realidad no es que sea pura coincidencia, sino que se debe a que algunos de nuestros magufos son así, qué quieren que les diga. Pero que, para estudiarlo debidamente, debemos considerarlo puramente hipotético. O sea, que si en algún momento, o en algunos momentos, o en todos los momentos, creen ustedes identificar a alguno de los protagonistas del caso, por favor, contengan la risa e imaginen que se trate de un caso ficticio. Que yo no tengo la culpa de que en Magufolandia la realidad muchas veces sea aún más ridícula que la ficción, vaya.
Así que venga, a contener esas risas, que vamos con un asunto serio.
Imaginen ustedes que un, ejem, parapsicólogo de reconocido prestigio, hace un asombroso descubrimiento parafísico, paracientífico y paranormal. Un descubrimiento que anuncia a los cuatro vientos, en rueda de prensa y con las consiguientes apariciones en programas de radio y televisión.
E imaginen que, a continuación, un periodista se dedica a poner en evidencia no sólo el asombroso descubrimiento, sino las no menos asombrosas afirmaciones que el parapsicólogo ha ido haciendo sobre sí mismo. Entre las que se incluyen que el tipo asegura ser asesor de la serie de televisión "Expediente X", nada menos.
Ante esta situación (insisto, hagan ustedes como si fuera puramente hipotética), el parapsicólogo, sólo o empujado por otros, presenta una demanda por intromisión ilegítima en su derecho al honor. Y en apoyo de sus tesis presenta una serie de elementos de prueba entre los cuales está el que nos ocupa: un mensaje de correo electrónico con el que pretende acreditar que, en efecto, ha asesorado a la serie "Expediente X".
Hecha la exposición, aquí tienen el documento. Documento, aquí unos amigos.

Como pueden observar, el documento (del cual hemos tachado los datos que puedan permitir la identificación del parapsicólogo, en parte por respeto a su identidad y en parte, lo confieso, por pura y simple piedad) es en realidad un simple papelito. Quiero decir que no se trata de una certificación emitida por las empresas proveedoras de servicios de Internet ni nada por el estilo, y tampoco va acompañada de la comparecencia de la otra persona que supuestamente participó en el intercambio de correos electrónicos. Vamos, que no hay ningún dato que corrobore que el intercambio existió, o, ya puestos, que los mensajes sean ciertos. De hecho, ni siquiera podemos saber a ciencia cierta que la remitente original, Lori Petersen, exista, aunque en este caso les puedo ahorrar la duda: la señora en efecto existe, y ciertamente trabaja para la Fox. Pero ahí es donde terminan las certezas y empiezan las dudas, porque
por lo visto esta señora se ha limitado a participar en la producción y dirección de algunas series y películas entre las cuales no se encuentra Expediente X.
Vamos, que su correo electrónico puede arrojar algunas dudas. Pero un examen atento del mensaje nos ayuda a despejarlas. Veamos:

Como podemos observar, la tal Lori Peterson firma como Productora Ejecutiva de "Expediente X". aunque se presenta como asesora de guión. Lo cual a primera vista puede parecer que en vez de resolver las dudas las incrementa, pero no es así: una sencilla búsqueda en
los créditos de la serie nos permite comprobar que no es ni lo uno ni lo otro. O, por lo menos, que no aparece en los créditos. Claro que quizá sea un castigo de Chris Carter, el productor (este de verdad) por hablar en su mensaje de "los
rollings". Los "rollings" son, en todo caso, una forma coloquial de referirse a
la banda de Mick Jagger y compañía, pero los títulos de crédito son los "credits" o, todo lo más, "credit rolls". Y confundir una cosa con otra en alguien que se supone tiene el inglés como su lengua nativa es tan inverosímil como, no sé,
decir "abady" en vez de "abbey".
En fin, que como ven es lo que decíamos: las dudas se van despejando y aquello va oliendo más a chamusquina que una asociación que presente su número de registro diciendo que es una "autorización gubernamental internacional" (por poner otro ejemplo disparatado e igual de hipotético). Vamos, que la tal Lori Peterson debe ser una impostora de tomo y lomo, lo que se demuestra, además, si tenemos en cuenta que las siglas de la organización que menciona en el mensaje no aparecieron en los créditos de ningún episodio de la serie. Claro que para eso, dado que ustedes evidentemente no saben de qué organización se trata -que para eso lo he tachado hábilmente en el documento escaneado- tendrán que fiarse de mi palabra.
Bueno, decíamos que la tal Lori Peterson debe ser una impostora, pero también cabe otra posibilidad: que el mensaje sea falso. Hipótesis que podría confirmarse si miramos la contestación que dió el parapsicólogo al mensaje original. Veamos, veamos:

A primera vista parece todo correcto, ¿verdad? Una contestación la mar de educada y todo eso. Lo que pasa es que la "chicha" no está en el contenido del mensaje, sino en su encabezamiento. Échenle otro vistazo.
¿QUé, lo han notado? Pues sí, a mí también me llamó la atención. Lori Peterson, empleada de una de las más importantes productoras audiovisuales del mundo, y remitiendo un mensaje relativo a su trabajo, y va y utiliza una dirección de
Yahoo.Y no del servidor norteamericano de Yahoo, no; encima, del
servidor español. Vamos, lo más normal del mundo: la Fox, que andará justita de dinero, va y se pilla unas cuantas cuentas gratuitas de correo en un servidor de España.
Cuenta a la que por otra parte difícilmente llegará nada, porque resulta que el "asunto" del mensaje no empieza con un
"Re" de
"respuesta", sino con un
"Fw" de
"Forward", "reenvío". Confieso que tardé más en darme cuenta de este otro detalle, pero en mi disculpa debo decir que un servidor no es ingeniero informático. De hecho, ni siquiera tengo un título de Formación Profesional de Segundo Grado, rama Administrativa y comercial, especialidad Informática de Gestión, o algo así.
En fin, que si juntamos una cosa con otra, la verdad es que da la impresión de que el mensaje es más falso que una de las nuevas Caras de Bélmez.
Y ahí es donde entra el
CASO PRÁCTICO DE DERECHO PENAL.
Imaginemos que todo lo que hemos contado aquí arriba ha ocurrido en el mundo real. Vamos, en la Tierra, y no en Marduk o algún otro planeta.
Se trata, por tanto, de un documento falso. Eso en sí no tiene demasiada importancia, ya que es un documento estrictamente privado. Pero el problema es que ese documento, siempre según nuestra hipótesis hipotética, ha sido presentado en un procedimiento judicial como prueba, y con la intención de que esa prueba sirva para obtener una condena del demandado (recuerden, el periodista impertinente de nuestra hipótesis).
En estas circunstancias, ¿nos encontraríamos ante el supuesto previsto en el artículo 396 del Código Penal?
Se admiten respuestas.
P.S.: Para ser precisos, ya tengo algunas respuestas de compañeros abogados e incluso de alguna fiscal. Y coinciden en que en tal caso, en efecto, se habría cometido un delito. Pero hace un par de semanas, coincidiendo con mi participación en la edición de este año del
Curso sobre Ciencia y Pseudociencias de la Universidad de la Laguna, le planteé la cuestión a uno de los profesores del curso, que es también profesor de Derecho. Y su respuesta fue de lo más interesante: se trataría, en efecto, de un delito, pero cometido en grado de tentativa inidónea.
Para entendernos, la tentativa de delito supone que el delincuente intentó cometer el delito, pero no pudo por causas ajenas a su voluntad. Pero la tentativa inidónea es algo más: lo intentó pero no pudo sencillamente porque tal y como lo estaba intentando era imposible cometerlo. Imagínense, por ejemplo, que alguien intentase forzar una cerradura utilizando una zanahoria. O que pretendiese matar a alguien tirándole bolitas de papel.
Y eso es lo que ocurriría aquí: se habría intentado, en efecto, utilizar un documento falso para perjudicar a un tercero aportándolo en juicio. Pero la falsedad es tan burda, tan tonta, que resultaría inverosímil que alguien se creyera semejante bobada.
Lo cual, por otra parte, tampoco está tan alejado de todo lo que está pasando en este caso. ¿No les parece?