23 de abril de 2007

El extraño caso del Hombre-Pez y el intrépido investigador

Hace ya diez años...

Hace diez años pasaron muchas cosas. Entre ellas, que mi admirado Xoan M. Carreira (autor también por ese entonces del utilísimo neologismo "magufo") reenvió a la lista de correo "Escépticos" un mensaje que había recibido ese mismo día, y que entre otras cosas decía que...

De vez en cuando uno pica en el quiosco y compra cualquier cosa con el deseo de cabrearse un poco y acelerar esa neurona que puede quedarse aletargada. Quiero referirme en el día de hoy a tres cuestiones particulares y hasta cierto punto personales publicadas en el número 5, año III, de la publicación citada.


(...)

2. "El hombre pez de Liérganes ¡Demostramos su existencia! de Iker Jiménez Elizari, la nueva gran mentalidad española, ya que como el mismo argumenta: D. Gregorio Marañón no tenía razón pero yo lo he corregido. Si es que alguna vez lee esto, dese cuenta de diversos hechos. Lo único que usted ha encontrado con cierta validez es un certificado de bautismo de Francisco de la Vega y punto, muy posiblemente coincida con él la historia señala. Pero aprenda a leer los documentos, atribuye un período de 97 años desde el nacimiento hasta su presumible fallecimiento (p. 76). En esa misma página reproduce, supongo que fidedignamente, el texto de la misa que le realiza el párroco donde cita ". habiendo pasado los cien años que el derecho supone haber fallecido por lo regular cualquiera racional ausente...", o sea que su deducción está equivocada. En ningún lugar desmonta usted el diagnóstico de Ictiosis defendida por el Dr. Marañón, casos similares se dieron en la historia y se han logrado confirmar gracias a estudios histórico—médicos, Le recomiendo acudir a un buen repertorio de bibliografía histórico—médica. Por otra parte, aunque no hubiera existido las malas condiciones históricas y sociales justifican la creación de estos mitos por parte de la población, el caso más significativo O menino da Rúa do Ouro (Lisboa). Los siguientes capítulos supongo que los dedicará al "pez obispo" y el "mono del mar", espero que antes de seguir con la serie se lea detenidamente la introducción del Libro de A. Pare Monstruos y Prodigios,( existe una edición crítica reciente en Siruela), del cual ha quitado las ilustraciones de las que no cita procedencia, y comprenda que eran representaciones de una mente atenazada por los revuelos culturales y sociales que existían en el momento. Si con un simple certificado de bautismo quiere hacernos creer la existencia de un hombre que vivía debajo del mar, creo que va usted dado, dedíquese a otra cosa y deje los trabajos de este tipo para especialistas en el tema. Por cierto, copia usted en mala forma los textos de Feijoo sin citar la fuente, ¿no podría ser usted algo más original?
Curiosamente, en aquella época moraba por la lista el propio Iker Jiménez. No, no me pregunten qué hacía allí; es un misterio misterioso de esos que saca en su programa.

Pero sea como sea, su presencia junto con la de ilustres colisteros de la talla del propio Carreira o de J. M. Bello hizo posible que finalmente quedase bastante claro el asunto del Hombre-Pez. O de los dos Hombres-Pez: el de Liérganes y el besugo que lo investigó.

Se cumplen como decíamos diez años de aquel suceso. Y aunque lo que yo conté entonces pueden leerlo aquí o aquí, creo que el aniversario bien merece una celebración por todo lo alto. Así que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y esas cosas, aquí tienen ustedes la renovada, corregida y aumentada historia de



El extraño caso del Hombre-Pez y el intrépido investigador
O de cómo unos escépticos desmontan un reportaje sensacionalista sin tener que levantarse del sillón.


Revista Enigmas del Hombre y el Universo. Año III, n.º 5. En la portada unas enormes letras anuncian


Se trata del aperitivo de un emocionante artículo en el que el periodista D. Iker Jiménez Elizari narra, con el rigor que le caracteriza, sus aventuras que culminaron en la demostración de la existencia del hombre-pez. Demostración que, ejem, también se produjo con el rigor que le caracteriza, como veremos.

El hombre-pez de Liérganes (y aquí sigo al propio Iker Jiménez) es una leyenda del Siglo XVII. En la localidad cántabra de Liérganes habría nacido Francisco de la Vega Casar, un extraordinario personaje que un buen día fue a darse un baño y desapareció sin dejar rastro. Hasta unos cinco años más tarde, cuando reapareció en aguas de Cádiz convertido en una especie de híbrido entre hombre y pez. Tras averiguar su origen, el hombre-pez fue conducido de nuevo desde Cádiz a Liérganes (bueno, aclaremos que fue conducido por tierra), población en la que permaneció durante algunos años hasta que, en 1682, volvió a echarse al agua desapareciendo de nuevo, esta vez para siempre.

La historieta no pasaría de ser eso, una simple historieta, si no fuera porque la "veracidad" del fenómeno vendría avalada incluso por la firma del padre Feijoo, incansable racionalista que, en su Teatro crítico universal, desmontó numerosas leyendas y supercherías aún vigentes en su época (primera mitad del Siglo XVIII), pero admitió la existencia del hombre-pez.

Partiendo de esa premisa, Iker Jiménez nos cuenta sus peripecias hasta lograr un preciado objetivo: encontrar las actas que demostrasen la existencia del hombre-pez. El periodista explica cómo, tras "dos jornadas de intensa búsqueda" del párroco de Liérganes, finalmente da con el sacerdote. Una tarea que debió ser fenomenalmente difícil, pues como dice el propio Iker
Caminando hacia la iglesia de San Pedro Ad Vincula me topé por fin con el esquivo párroco.
Claro; ¿Quién iba a suponer que el cura iba a estar en las proximidades de la iglesia?

En fin, el motivo de la búsqueda del sacerdote era ni más ni menos que pedirle noticias acerca de
la posible existencia de unas partidas bautismales que demostrarían la existencia del Hombre Pez
Pero -nuestro gozo en un pozo- resulta que el párroco no tiene los dichosos papeles. Con tono resignado, dice Iker, el cura le informa ue los papeles se encontraban probablemente
entre las húmedas paredes de un lugar poco apropiado para las indiscretas búsquedas de un reportero: las celdas de un monasterio de clausura.
¡Un convento de clausura, nada menos! Toda una contrariedad. Pero ¿iba a detener un detallito como ese a un intrépido investigador con chaleco y todo? Pues no. El propio Iker nos cuenta que
Apostando por aquella remota posibilidad de dar con las actas, como el que se aferra al último resto de un naufragio cuando el barco se hunde, pisé a fondo el acelerador para devorar los kilómetros que me separaban de un lugar al que tenía pocas posibilidades de acceder... si es que tenía alguna.
Vamos, que el muchacho agarra el coche y se va para el dichoso convento de clausura, a la sazón el de las Clarisas en Santillana del Mar. Donde, para abreviar, logra la proeza de convencer a la monja que le atendió en la puerta:
Mis reiteradas súplicas debieron de hacer efecto en el ánimo de sor Emilia Sierra. Era poco usual que un joven lleno de cámaras y cuadernos hubiese llegado hasta donde me encontraba. Pero mi visita era absolutamente necesaria, y así se lo intentaba hacer saber a la monja dialogando con ella casi a gritos a través de un pequeño agujero circular practicado en la puerta de madera.
Acojontante, ¿verdad? Total, que removiendo legajos y más legajos, interrumpiendo incluso la reunión que unos misioneros "mantenían en una estancia contigua" (más que un convento de clausura, aquello parecía el camarote de los Hemanos Marx), al final se obró el milagro: el tembloroso dedo de sor Emilia señaló un papel que llenó de emoción el ya emocionadísimo, como pueden imaginarse a la vista de los parrafitos que les he reproducido -y los que les ahorro- corazoncito de Iker.
¡Aquel legajo de valor incalculable era la partida de bautismo de Francisco de la Vega Casar, el Hombre Pez!
Y a esta partida de bautismo le sigue la de defunción, de manera que Iker Jiménez nos puede decir que
Los datos irrefutables estaban en mis temblorosas manos; nadie ya los podía negar. (...) El Hombre Pez vivió en aquellas remotas tierras y nosotros lo habíamos demostrado.
Iker Jiménez no aclara si las actas, a imitación de las momias egipcias, poseen una maldición que provoca en sus poseedores súbitos ataques de Parkinson (como diría un periodista de investigación, la coincidencia entre los temblores que aquejan a sor Emilia Sierra al encontrar las actas y los que sacuden las manos de Iker Jiménez al poseer en sus manos tan irrefutables documentos es muy significativa). Pero sí que deja claro que habían demostrado la existencia del hombre-pez (bueno, él lo dice con más mayúsculas, pero se me entiende, ¿no?

Aunque, bien mirado... ¿lo habían demostrado? El propio Iker Jiménez expuso su investigación y sus conclusiones en un foro público (la lista de correo escéptica). Dos ilustres miembros de la lista, D. Xoan M. Carreira y D. José M. Bello Diéguez dedicaron especial atención al reportaje, y a ellos se deben, fundamentalmente, los resultados que expongo a continuación.



El acta de bautismo... de Juan.

La "prueba de cargo" que demostraba, según el reportaje, la existencia del hombre-pez, estaba constituida por las actas de bautismo y declaración de fallecimiento presunto que el intrépido periodista había rescatado del convento de clausura. Y, en efecto, el reportaje mostraba una diminuta reproducción de ambas actas, acompañadas de sus supuestas transcripciones.



La primera de las actas (la de bautismo) era transcrita así:
Digo yo el B r Pº; de heras que oy a 22 de Otubre de 1658 anos Bautice a Franco. de la Vega hijo de Frco. de la Vega y de mª de Cassar su mujer fue su P.º el tal Frco. de heras y testigos el SR Reñada y el Sr. Pasqual de Macas y por ser así lo firmo Hurs ffr Pº de heras miera.
Una transcripción sobrecogedora y que explica los temblores de Iker, de Sor Emilia y hasta del hombre-pez. Aunque este último probablemente temblaría de la risa.

Y es que el escrutinio al que José María Bello y Xoan M. Carreira sometieron este documento demuestra varias cosas. Sobre todo, que gozan de una excelente vista ;-) Y también que Dios no ha llamado a Iker Jiménez al difícil arte de la paleografía. En resumidas cuentas, un atento examen del acta permite comprobar que el bautizando (que Iker Jiménez dice ser Francisco de la Vega) no es sino Juan de la Vega.

Aprovechemos que Iker Jiménez hizo caso omiso del sellito que ostentan las actas prohibiendo expresamente su reproducción, tiremos de escaner, y echemos un vistazo más detallado a la primera de ellas:


Si nos fijamos con atención (al menos, con más atención que la que por lo visto prestó Iker), resulta que este es el nombre del bautizado:

Nombre que se repite en la anotación marginal, con otra letra pero grafía similar:


Compárese esta abreviatura (que Iker Jiménez traduce como "Franco."; aunque creo que sin intencionalidad política alguna), con las dos veces que se menciona al padre y padrino de bautismo (abreviado como "Frco."):


Puede observarse como la "F" de "Frco." tiene poco parecido con la supuesta "F" que Iker Jiménez cree ver en el nombre del bautizado. Realmente, parece más bien una "J". Igualita que la otra "J" que aparece en el documento, en la palabra "hijo":

La conclusión parece evidente: el acta de bautismo es de alguien cuyo nombre se abrevia "Jnº". La misma abreviatura que puede contemplarse en algunas fachadas renacentistas (y aprovecho para recomendar la visita a la del ayuntamiento de Úbeda, en Jaén) y que corresponde al nombre de Juan. El acta de bautismo no es de Francisco de la Vega, sino de Juan de la Vega.

Esta es por tanto nuestra transcripción del Acta:
Digo yo el I Pº de Heras que oy a 22 de otubre de 1658 [sobreescrito con otra letra: "año"] bautice a Jnº de la Vega hijo de de Frco de la Vega y de Mª de Casar su muger fue su pº el sr Frco de Heras y testigos el sr Peñada y el sr Pascual de Macas y por ser asi lo firmo ?? sr Pº de Heras Miera.
Apostillado al margen y con distinta letra dice "1658 Jnº de la Vega", seguido de dos o tres palabras tachadas.

¿Que nuestra hipótesis es discutible? Bueno, pero es que hay más datos. Sigamos, sigamos.



El acta de defunción... que alguien retocó

El otro documento que nos muestra Iker Jiménez es aún más significativo, puesto que el propio cuerpo del artículo dice que se trata de "las notificaciones oficiales del fallecimiento de Francisco de la Vega, el denominado 'Hombre Pez' por el propio párroco" (el subrayado es mío).

Así que se nos vuelve a presentar otra pequeña reproducción de un acta, en este caso la declaración de muerte presunta de "Franco. y Joseph" de la Vega, en 1755.



La firma Fernando Antonio del Haro (no del Hoyo, como transcribe erróneamente Iker) Venero, párroco de Liérganes... quien no denomina "hombre pez" a nadie. Esta denominación aparece en una nota manuscrita al margen del acta, y escrita con una letra distinta de la del acta. Nuevamente tiramos de scanner y vemos cómo escribía el párroco...


Y cómo escribía quien apostilló el acta:

Puede observarse que la grafía es claramente diferente (salta a la vista sobre todo en las mayúsculas). Con algunos conocimientos de paleografía, puede determinarse también que, si la escritura del acta corresponde a la época en que está fechada (mediados del Siglo XVIII), la de la apostilla parece deberse más bien a principios del Siglo XIX... cuando ya había escrito su famoso tratado el Padre Feijoo. Así que ya tenemos la segunda conclusión: La apostilla que dice que el acta corresponde a "Francisco de la Vega, llamado el hombre pez" fue escrita cuando la leyenda del hombre pez ya era ampliamente conocida, y en todo caso mucho después de que se elaborara el acta de defunción. Lamentándolo mucho, el segundo documento de Iker Jiménez tampoco demuestra nada en cuanto al hombre-pez (en cuanto a ciertos métodos de "investigación periodística" sí que demuestra mucho, pero esa es otra cuestión).

Esta es por tanto nuestra transcripción de la segunda Acta:

En el lugar de Lierganes a primero de diciembre de mil setecientos cincuenta y cinco; habiendo pasado de los cien años, que el derecho supone haver fallecido por lo regular cualquiera racional ausente; yo Dn Ferndo Antº del Haro Venero cura beneficiado de dicho lugar, cumpliendo con la obligacion de cura; hice que los parientes de Franco y Joseph de la [sobreescrito con la misma letra: "Vega"] ausentes hiciesen una memoria por sus almas, como lo egecutaron en dicho dia referido y para que conste lo firmo en dicho lugr dia y año ut supra. Corrdo Franco y Jph int renglon Vega. Valga. M. Ferndo Antº del Haro Venero
Apostillado al margen y con distinta letra dice "Franco de la Vega llamado el hombre pez y Joseph su hermano".



Sostenella y no enmendalla.

Y, a todo esto, ¿qué opina el autor del reportaje? En varios mensajes a la lista Iker Jiménez se muestra convencido de la autenticidad de las actas, asegurando que sabe que el acta de bautismo es de Francisco de la Vega, como si conociera tal dato por revelación divina. Aunque luego aclara que la revelación es solo monjil (de sor Emilia Sierra). Pero es que llega incluso al extremo de apoyar su postura en algunos datos que no figuran en el reportaje, lo cual es una lástima porque también resultan muy esclarecedores. Así, en una respuesta a uno de los colisteros Iker Jiménez afirma:
YA TE HE ACLARADO QUE SE PERSEGUIAN LAS ACTAS; DE LAS QUE SE SABÏAN HASTA LOS BORRONES DE LA TINTA TAPANDO LA PALABRA HOMBRE PEZ; Y LA POSICION EXACTA DE LOS DOS BORRONES. YA TE DIJE QUE ESTA LABOR LA REALIZO EL PARROCO LIERGANENSE Y ASI LO DEJO ESCRITO; FUENTE DE LA QUE POOSTERIORMENTE BEBIO HERRAU VALDIVIESO.
YA TE HE DEJADO CLARO, EN DEFINITIVA, QUE TODOS PERSEGUIAN UN ACTA COONOCIDA Y DOCUMENTADA Y QUE SOLO YO LA HE LOGRADO PUBLICAR:
Como ves, amigo carreira, yo si que tengo todo perfectamente cklaro. El que pierde aceite cerebélico me parece que eres tú.
(Reproducción literal del mensaje de Iker Jiménez a la lista escépticos, 3 de mayo de 1997).

Es decir, que las misteriosas actas no eran tan misteriosas. ¿O será que, después de todo tendremos que contemplar la posibilidad de una revelación divina?

Por cierto que conviene aclarar lo de los "borrones de tinta tapando la palabra hombre pez". Iker Jiménez se refiere en concreto al acta de bautismo, y los esgrime como argumento de autenticidad. Lamentablemente para él, lo más probable es que sea todo lo contrario. Evidentemente, el mismo investigador que escribió lo del "hombre pez" en la declaración de fallecimiento cometió el mismo error que Iker Jiménez, y escribió al margen del acta de bautismo la identificación incorrecta. Sin embargo, el anónimo apostillante se dió cuenta de su error y tachó lo de "hombre pez" al darse cuenta de que el acta no era la del tal Francisco de la Vega.

Error que, por lo menos, nos permite desechar nuevamente la hipótesis de la revelación mística. Una lástima, ¿no?

Tenemos, pues, nuevas conclusiones: Que las misteriosas actas que "descubre" Iker Jiménez no eran misteriosas; habían sido descubiertas con anterioridad y descritas con todo detalle. Que quien descubrió las actas anotó al margen de las mismas que eran del "hombre pez", pero luego se dió cuenta de que el acta de bautismo no era de Francisco de la Vega, sino de Juan, y tachó la expresión "hombre pez". Y que Iker Jiménez no se dió cuenta de ese detalle, afirmando que está convencido -perdón, que "sabe"- que el acta de bautismo es de Francisco de la Vega.



Indiana Jiménez en busca del acta perdida.

Otro de los puntos que llaman la atención al leer el reportaje de Iker Jiménez es los caracteres casi épicos con los que narra su persecución de las esquivas actas. Es muy emocionante. Sin embargo, había un detallito que no cuadraba demasiado: su acceso a un convento de clausura. En efecto, el Código de Derecho Canónico (latino), en su canon 667, establece un régimen particularmente estricto para los conventos de monjas de clausura, hasta el punto de reservar al Obispo diocesano la facultad de permitir el acceso a tales conventos, y sólo "con causa grave y consentimiento de la Abadesa". ¿Obtuvo Iker Jiménez tal permiso? ¿Conculcó la afable sor Emilia Sierra los inapelables preceptos del Codex? ¿Y qué hay de los misioneros misteriosamente reunidos allí? ¿Habían justificado debidamente la causa grave que les llevó a interferir en la vida contemplativa de las clarisas? ¿Estarían conspirando para ocultar tan trascendentes documentos "de las indiscretas búsquedas de un reportero"?

¿O será que la historia fue un poco más prosaica?

Pues sí; los fanáticos del Doom pueden ahorrarse sus consejos a nuestro intrépido reportero, porque la historia fue mucho más prosaica. La foto que Iker publicó es desde luego impresionante, con sus rejas y todo eso, pero...



Pero resulta que los documentos se encontraban donde debían encontrarse: en el archivo diocesano de Santander, sito en un edificio anexo al convento de Clarisas de Santillana del Mar, y cuya archivera resulta ser sor Emilia Sierra. Iker Jiménez llegó cuando el archivo estaba ya cerrado y la amabilidad de sor Emilia no llegó al extremo de incumplir la clausura papal, sino tan sólo a franquearle el paso al locutorio del convento y ocuparse ella misma de la búsqueda de las actas. Así lo dedujeron los colisteros y así lo confirmó después Iker Jiménez:

A mi me avala la archivera del convento de clarisas, la descubridora de las dos actas, la experta que me verificó el asunto. ¿no quieren darse cuenta que fui yo el primero en hacer que Sor Emilia me demostrase la total autenticidad de las actas?¿ no quieren darse cuenta de que la principal verificación la hicimos cotajando los dos actas con las del resto de la familia? ¿ no quieren darse cuenta e que la monja tiene un registro indice hecho en la parroquia de cada una de las actas de los de la Vega? ¿ no quieren darse cuenta de que yo he estado en contacto con Sor Emilia durante la primera quincena entera de MArzo y de que cualquier fallo hubiera sido subsanado con la misma celeridad con la que me envio copia de las actas que yo no tenía y con los índices de los registros? ¿ no quieren darse cuenta de que a mi me da igual sacar solo las del pez, como sacar las de toda la familia Vega ?
(mensaje de 4 de mayo de 1997).

Yo no he dicho que el archivo diocesano este en el convento. He dicho que está en el mismo edificio. A ver si lees bien, colega ¿ y van...?
(...)
Yo no pisé el archivo diocesano. El libro, las actas...fotografíe todo en esa salita entre rejas que tanto te gusta. Y llegue cuando el Archivo ya cerraba sus dependencias. La propia Sor Emilia tuvo que interrumpir la reunión con los misioneros para ponerse manos a la obra y intentar buscar en los libros de Bautismos y defunciones.
(mensaje de 27 de abril de 1997).

Pues eso. Sobran comentarios.

Bueno... ¿y el resto de la investigación? ¿Fue tan emocionante como dice el artículo? Recordemos. El reportaje comienza con un Iker Jiménez que persigue incansablemente al párroco de Liérganes, D. Antonio Fernández. Encontrándolo por casualidad, consigue sonsacarle que las actas están "entre las húmedas paredes de un convento de clausura". ¿Lo recuerdan? Esto sucedía a las 16:05 horas del 7 de marzo. Desde allí sale zumbando para el convento, "apostando por aquella remota posibilidad de dar con las actas" (sic).

Dramático relato. Queda un tanto descolorido si tenemos en cuenta que la trascendental revelación del párroco se limitaba a explicar a Iker Jiménez que las actas se encontraban en su correspondiente archivo, como Dios manda (y nunca mejor dicho); claro que esto hubiese deslucido el reportaje. Y el artículo hubiese resultado aún menos dramático si Iker Jiménez hubiese revelado en la revista el detallito que se le escapa en el mensaje de 4 de mayo de 1997:
pues por una "coincidencia" yo llegue a saber el sitio exacto donde estban la actas..pero eso queda para mi. Faltaría más
Esa coincidencia... ¿es el tropiezo con el "esquivo párroco"? ¡Pues no! Iker Jiménez menciona en el mismo mensaje
la carta-copia que tengo del párroco Joaquin Lopez donde se explica la situación y detalles de las áctas dentro del registro
De modo que ya tenemos algunas conclusiones más: Que Iker Jiménez no violó en ningún momento la clausura del convento de las Clarisas, porque los documentos no estaban en el convento, sino en el Archivo Diocesano anexo al mismo. Que Iker Jiménez no supo del paradero de las actas gracias a su encuentro con el "esquivo párroco" (aunque quizá gracias a ese encuentro se enterase de dónde está el archivo diocesano de Santander). Y que la angustia con la que Iker Jiménez se dirigía al convento estaba "ligeramente" aminorada por el hecho de que el propio Iker Jiménez conocía con anterioridad la ubicación de las actas.



El acta de defunción... del caso del "hombre pez".

Hemos visto que el acta de bautismo no es de Francisco de la Vega. Que la nota en el acta de defunción donde se afirma que Francisco de la Vega era el "hombre pez" es muy posterior al acta. Que Iker Jiménez "descubrió" unas actas ya descubiertas y perfectamente descritas con anterioridad. Que el propio Iker Jiménez disponía de documentación que le indicaba la "situación y detalles" de las actas. Y que su relato de su investigación está... digamos que "un poco dramatizado".

¿Y quieren más datos? El propio Iker Jiménez menciona en su artículo que Francisco de la Vega contaba 16 años en 1672, cuando empezó a trabajar como aprendiz de carpintero. En esto sigue al Padre Feijoo, añito más, añito menos. Otras fuentes le dan una edad ligeramente mayor, de modo que Francisco de la Vega debió haber nacido, según esas cuentas, entre 1654 y 1657. Y sin embargo, el acta de bautismo es de octubre de 1658. En aquella época de atroz mortalidad infantil no se esperaba unos meses para bautizar a un recién nacido; mucho menos de uno a cuatro años.

Vamos ahora al acta de defunción. Menciona que han pasado cien años desde el nacimiento de los hermanos Francisco y José (Joseph) de la Vega, ausentes, por lo que cabe ya presumir su fallecimiento conforme a la normativa de la época. Y está fechada el 1 de diciembre de 1755.

Si el acta de bautismo hubiese correspondido a Francisco de la Vega, como pretende Iker, no habrían pasado los preceptivos cien años. Pero si, como cualquiera puede leer, corresponde en realidad a Juan de la Vega, cabe presumir que exista algún acta de bautismo del tal Francisco fechada allá por 1655 o incluso antes. Con lo cual nos cuadrarían todos los datos.

Incluyendo el más importante: que definitivamente, Iker Jiménez no demuestra la existencia del "hombre pez". Que sea por descuido, por torpeza o porque cree que una "imbestigación" tan pobre y traída de los pelos es más que suficiente para su público es cosa que deben evaluar ustedes.

Preferiblemente, una noche en la que estén cenando besugo...


4 comentarios:

  1. Ah... impagable. Y la foto de Benítez en la portada de la revista, también. "A los seis años tuve un encuentro con un humanoide." Creo que está imitando a Gila.

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  2. Yo he obtenido un documento que através de medium escribiente que me gustaria publicar por que asi se me ha solicitado.

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  3. Anónimo11:57

    En tu investigación sobre "la investigación de Iker Jiménez" se ve claramente que no eres objetivo ni neutral, por eso no me gusta nada este artículo.

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