7 de agosto de 2007

Benítez contra Gámez: historia de una condena

Por Luis Alfonso Gámez, publicado originalmente en Magonia.

Creía que decir que hay pruebas de que el hombre convivió con los dinosaurios era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que afirmar que un poder mágico permitió transportar las estatuas de la isla de Pascua hasta su ubicación definitiva era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que sostener que el pueblo dogon tuvo en el pasado contacto con extraterrestres era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que sentar a Jesús en el Coliseo romano años antes de que el edificio existiera era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que asegurar que hay pruebas de que existía comercio entre Europa y América antes de 1492 era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que mantener que la sábana santa prueba la resurrección de Jesús de Nazaret era ignorar los resultados de los más avanzados estudios científicos y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que hablar de la ficticia Arca de la Alianza como de un arma de destrucción masiva era tergiversar la Historia y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que presentar un anillo con marca de platero como obra de extraterrestres era tergiversar la realidad y mentir, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que decir que seres de otro mundo dieron el aliento civilizador al pueblo bereber era tergiversar la Historia, mentir y minusvalorar la inteligencia de ese grupo humano, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.


Creía que afirmar que seres de Orion levantaron las pirámides de Egipto y que los egipcios de hace 4.500 años vivían en la Prehistoria y desconocían la escritura era tergiversar la Historia, mentir y minusvalorar la inteligencia de ese grupo humano, y divulgarlo en un programa de televisión, engañar al público. Estaba confundido.

Creía que sostener que los astronautas del Apollo 11 encontraron ruinas extraterrestres en la Luna y presentar en un programa de televisión como prueba una recreación informática como si fuera una filmación real era tergiversar la Historia, mentir e intentar engañar al público. Estaba confundido.

Creía que era lógico calificar de sandeces las anteriores afirmaciones extraordinarias y considerar el producto audiovisual resultante
una bazofia. Estaba confundido.

Creía que tergiversar era “dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos”, tal como sostiene el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (RAE). Estaba confundido.

Creía que mentir era “decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa” y “falsificar una cosa”, tal como sostiene el Diccionario de la RAE. Estaba confundido.

Creía que engañar era “dar a la mentira la apariencia de verdad” o "inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas", tal como sostiene el Diccionario de la RAE. Estaba confundido.

Creía que, si alguien se gana la vida con afirmaciones como las de los once primeros párrafos de esta anotación, podía deducirse de ello que “su negocio se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación”. Esta confundido.

Creía que responder con ironía a los ataques en un periódico de alguien implicado en la producción del programa de televisión aludido en los once primeros párrafos era mi derecho, aunque el implicado fuera hijo del máximo responsable del espacio. Estaba confundido.




La sentencia

El juez Jairo Ávarez-Uria Franco, del Juzgado de Primera Instancia Nº 5 de Getxo, ha concluido que decir lo anteriormente expuesto sobre el programa Planeta encantado -del que están extraídas las sorprendentes afirmaciones de los primeros once párrafos y del vídeo- y su director, el ufólogo y novelista Juan José Benítez, así como responder a un ataque público de su hijo, uno de los miembros del equipo de la serie, debe “considerarse como una intromisión ilegítima del derecho al honor de D. Juan José Benítez porque constituyen expresiones injuriosas que más bien parecen una mera exteriorización de rencillas o sentimientos personales de animadversión que juicios de valor, crítica científica u opiniones con la finalidad de contribuir a la formación de una opinión pública libre y responsable”. La sentencia me condena a indemnizar al autor navarro con 6.000 euros, “en concepto de daños morales”,por haber vulnerado su derecho al honor.

El magistrado considera que expresiones como que “su negocio (el de Benítez) se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación: en lo que ha hecho Benítez en Planeta encantado”, que “descubrir los sucios manejos de un destacado miembro del club del misterio pone en entredicho a todos” y que “Benítez había engañado al público” con la emisión del montaje sobre el primer alunizaje; que preguntarse “¿Qué piensa de esta bazofia de 8 millones de euros el comité de sabios al que iba a recurrir Rodríguez Zapatero para regenerar TVE?”; que sostener que “que no se sepa algo no da carta blanca para decir sandeces, que es lo que hace el reportero de lo paranormal al hablar de los extraterrestres como origen del conocimiento para hacer estas piedras” (las bolas de piedra de Costa Rica) y las referencias a su hijo, “en cuanto inciden en su vida privada” (la de Benítez), exceden de los límites aceptables del derecho a la libertad de expresión de su autor y que afectan o pueden afectar muy negativamente, sobre todo si se prolongan en el tiempo y en un medio de comunicación de gran difusión, como es el caso, a la dignidad del Sr. Benítez, fama, buen nombre, prestigio y credibilidad profesional”. Entre las expresiones que considera insultos, el juez incluye “apelativos tales como que Juan José Benítez es un estafador” y “un iluminado”, lo que es un error porque lo que yo escribí en diciembre de 2003 es que programas como Planeta encantado “demuestran lo fácil que es que cualquier iluminado o estafador engañe a la población, y la necesidad de una comunidad científica comprometida, que no se recluya en su torre de marfil”.


Un año de litigio

El pleito entre Benítez y el autor de estas líneas comenzó el 5 de junio de 2006 cuando María Luisa Castelo García, abogada del escritor, exigió en un burofax a El Correo la “retirada inmediata de todos los textos en los que se lesione el honor de D. Juan José Benítez, incluidos en el blog Magonia, de la autoría de D. Luis Alfonso Gámez”. La representante legal del ufólogo incluía en el documento las expresiones sobre las que se ha pronunciado el magistrado Ávarez-Uria Franco, además de referirse a “la grave acusación de plagio (de Caballo de Troya), que podría por sí sola constituir un delito de calumnias, al imputar a J.J. Benítez la comisión de un delito de defraudación de derechos de propiedad intelectual, con unas larguísimas e infundadas alegaciones bajo el título ‘Del plagio de Troya al montaje lunar’”. Además, la abogada del demandante decía que “es tal la inquina (inexplicable para nosotros, por cierto) del autor Sr. Gámez, que llega incluso a arremeter contra Iván Benítez, hijo de nuestro cliente, diciendo que “ha hecho tímidas manifestaciones a través de intermediarios, el más patético de los cuales ha sido Iván Benítez”.

Nada más ser informado del requerimiento legal, retiré las expresiones indicadas en el burofax, no por considerarlas injuriosas, sino con el ánimo de zanjar el asunto amistosamente. Así, eliminé las expresiones: “Su palabra hace tiempo que no vale nada”; “Claro que, de montajes, Benítez sabe un rato”; “Benítez había engañado al público”; “Su negocio se basa en la mentira, el engaño y la tergiversación”; “Descubrir los sucios manejos de un destacado miembro del club del misterio…”; “…no duda en disfrazar de auténtico un documento descaradamente falso”; “El fabulador navarro vuelve a incurrir en ese racismo tan del gusto de los amantes de la arqueología fantástica”; “Planeta encantado (demuestra) que la necedad está hondamente arraigada en nuestra especie”; y “Juan José Benítez falsea la situación histórica”. Se suprimieron en señal de buena voluntad.

Sorprendentemente, la abogada de Benítez aseguró en otro burofax, el 26 de junio de 2006, que no se habían eliminado “las expresiones difamatorias”, aunque acompañaba el documento de un acta notarial en la que, sin embargo, quedaba demostrado que esos textos habían sido borrados.


¿Un ataque a la familia de Benítez?

Antes de la vista, demostré documentalmente que no ha habido en ningún momento un ataque personal hacia Iván Benítez, fotógrafo, hijo de Juan José Benítez y miembro del equipo de Planeta encantado. Iván Benítez publicó, el 20 de febrero de 2004 en el Diario de Noticias, la carta que seguidamente transcribo:

‘Planeta Encantado 2’

Planeta encantado, la serie presentada por Juan José Benítez las noches de los domingos en Televisión Española, ha cumplido su objetivo, a pesar de la hora de emisión. El capítulo Mirlo Rojo superó los dos millones de espectadores y Escribamos de nuevo la Historia llegó a 1.600.000. Nunca antes, en la franja horaria de las doce de la noche TVE 1 había pulverizado con tanta contundencia los índices de audiencia. Las cartas de agradecimiento se han amontonado todas las semanas en las redacciones de las revistas especializadas en
televisión pidiendo la segunda parte de Planeta encantado.

Las cifras han hecho que J.J. Benítez se ponga a trabajar de nuevo; mientras otros realizan sus investigaciones acomodados en sus butacas, Planeta encantado 2 ya se ha diseñado para que usted, el que ha hecho posible este éxito, descubra una vez más este bello Planeta encantado. Los siguientes capítulos nos dirigirán hacia Asia, todo un continente por descubrir.

No lo van a poder impedir los trescientos seudocientíficos que con la bata y zapatillas de casa dedican su tiempo a investigar inmersos entre juegos caseros de una radio pública. Por cierto, en este programa sí se maneja dinero público. A esto se dedican nuestros astrofísicos y científicos. Lo peor de todo es que juzgan Planeta encantado sin sentarse a verlo. Qué casualidad que todos estos individuos intentan intoxicar en forma de arrebato infantil lo que la audiencia ya ha premiado cada domingo. Desde aquí les invito a que se sienten algún domingo y reflexionen. De esta manera, Javier Armentia, Gómez [por Gámez] y Toharia, entre otros, podrían sacar sus propias conclusiones, sin decir siempre lo mismo y encima de forma equivocada.

Si son tan escrupulosos con la verdad ¿por qué intoxican diciendo que Planeta encantado ha sido financiado con el dinero público de Televisión Española? Hablan de que la serie ha costado 8 millones de euros y de que si Jesucristo consiguió sentarse en el Coliseo romano... Como decía antes, arrebatos infantiles que no se ajustan a la verdad. Les recomiendo que se vean el capítulo donde aseveran tales tonterías, quizá se den cuenta de que no hay que concentrarse mucho para entender el castellano. En primer lugar, el costo de Planeta encantado fue financiado por la Editorial Planeta y no se superó las 500 millones de las antiguas pesetas. Más de 300 personas han escrito un manifiesto contra RTVE. Tan sólo 300 personas. Me entra la risa. Dos millones de personas decidieron el domingo pasado silenciarlos. Para que a uno le respeten, hay que investigar, salir a la calle, contrastar las informaciones. A esto se le llama trabajo de campo. Y la gente lo sabe. Desde aquí animo a estos 300 investigadores de salón a que hagan una serie desmintiéndolo todo. Para ello, hay que subir al Tassili o adentrarse en los duros desiertos de Libia y entrar en la selva de Costa Rica... Imposible para ellos, no tienen la capacidad necesaria.

Iván Benítez Forniés
Periodista y miembro del equipo de Planeta encantado


Publiqué en Magonia la respuesta a esa carta de Iván Benítez dentro del artículo titulado ‘Silencio encantado’. Decía:

El mutismo más comprensible ha sido el del autor de Caballo de Troya.Más de un mes después de la emisión de las falsas imágenes lunares, sigue sin decir ni pío. Ha hecho tímidas manifestaciones a través de intermediarios, el más patético de los cuales ha sido Iván Benítez, fotógrafo, miembro del equipo de Planeta encantado e hijo
del ufólogo. El joven dirigió una carta al Diario de Noticias en la que esgrimía el éxito de audiencia del programa contra las críticas -"miles de millones de moscas no pueden estar equivocadas; coma mierda", dice el saber popular- y acusaba a quienes hemos sacado a la luz los disparates propalados por su progenitor de no haber visto el programa y escribir de oídas. "Lo peor de todo es que juzgan
Planeta encantado sin sentarse a verlo. Qué casualidad que todos estos individuos intentan intoxicar en forma de arrebato infantil lo que la audiencia ya ha premiado cada domingo. Desde aquí les invito a que se sienten algún domingo y reflexionen. De esta manera, Javier Armentia, Gómez y Toharia, entre otros, podrían sacar sus propias conclusiones, sin decir siempre lo mismo y encima de forma equivocada". Iván Benítez no ha debido de leer ninguno de los textos publicados en Magonia horas después del estreno de cada capítulo de la serie.

Más grave resulta, no obstante, que a Benítez no le crea ni su hijo. "Si son tan escrupulosos con la verdad, ¿por qué intoxican diciendo que Planeta encantado ha sido financiado con el dinero público de Televisión Española? Hablan de que la serie ha costado 8 millones de euros y de que si Jesucristo consiguió sentarse en el Coliseo romano... Como decía antes, arrebatos infantiles que no se ajustan a la verdad. Les recomiendo que se vean el capítulo donde aseveran tales tonterías, quizá se den cuenta de que no hay que concentrarse mucho para entender el castellano. En primer lugar, el costo de Planeta encantado fue financiado por la Editorial Planeta y no se superó los 500 millones de las antiguas pesetas", escribe el joven en Diario de Noticias. Da la impresión de que quien no ha visto la serie ni lee la web de su padre es él. "Nadie imagina hoy a Jesús de Nazaret caminando o sentado en las gradas de este formidable Coliseo romano. Sin embargo, así fue. Durante su estancia en la Roma del emperador Tiberio, el Maestro disfrutó también de los juegos y de la belleza de la capital del Imperio", sentencia el director de la serie en el episodio titulado El mensaje enterrado. Quien quiera comprobar que la transcripción es literal, puede escuchar las palabras en boca del novelista. Respecto al coste de Planeta encantado, Juan José Benítez deja claro en su web que ha contado "con un presupuesto superior a los ocho millones de dólares" y aquí siempre hemos dicho que es una serie producida por DeAPlaneta, compañía que vendió a TVE los derechos de la primera emisión por una cantidad que el ente público no ha querido desvelar.



Es decir, la cita de Iván Benítez no era una muestra de "inquina", sino que formaba parte de mi contestación a las críticas que el hijo de Juan José Benítez publicó en un periódico, en las que erraba tanto en lo que se refiere al costo de la serie como a una de las afirmaciones hechas por su padre. Es en ese contexto en el que hay que leer ironías como “Más grave resulta, no obstante, que a Benítez no le crea ni su hijo”, que hace referencia a que fue el propio Benítez quien aseguró que la producción costó 8 millones y que Jesús se sentó en el Coliseo, afirmaciones ambas que su hijo no considera ciertas y achaca a invenciones de los críticos, incluido el autor de estas líneas.




El montaje lunar y el plagio de ‘Caballo de Troya’

Argumenté en mi respuesta a las acusaciones de Benítez que el montaje lunar al que se refiere el artículo ‘Del montaje lunar al plagio de Troya’ corresponde a la presentación en el duodécimo episodio de Planeta encantado de unas imágenes creadas en un estudio de efectos espaciales como si se tratara de escenas rodadas en la Luna en julio de 1969. En ellas -rotuladas como Imágenes inéditas e incluidas en un CD que presenté como prueba-, se ve a dos astronautas explorando unas ruinas en el satélite terrestre; según Benítez, serían los tripulantes del Apollo 11. Esas escenas han llevado a la confusión a mucha gente, como puede comprobarse  en YouTube donde están colgadas como prueba de la existencia de edificios alienígenas en la Luna, al no advertirse en ningún momento de que son una recreación y presentarse como si fueran auténticas.

Durante la promoción de uno de sus libros, en septiembre de 2005, Benítez se pronunció por primera vez sobre el asunto: “En esas imágenes, si no recuerdo mal, se decía Imágenes inéditas. ¿Qué significa eso? Imágenes que no se han editado, que no se han publicado, que no son conocidas. Al final de documental venían los créditos, y estaba toda la gente que había participado en la grabación. Lo que a la gente le llama la atención y le preocupa es si ese documental era o no verdad”. Y advertía ante la falta de la palabra recreación: “Y soy muy dueño de poner lo que considere oportuno, sin faltar a la verdad. Lo que han hecho algunas personas es coger el rábano por las hojas, porque el fondo de esa historia era muy distinto”.

Como puede comprobar cualquiera -explicó mi abogado al juez-, otras recreaciones incluidas en Planeta encantado no incluyen en ningún momento el rótulo de Imágenes inéditas, que se reserva en televisión para imágenes que nunca han sido emitidas. Así, en el segundo episodio de Planeta encantado, titulado La isla del fin del mundo, Benítez incluye, sin ningún tipo de rotulación, la recreación de una estatua de Pascua levitando desde la cantera en la que es tallada hasta el altar. Esas imágenes tampoco se habían visto nunca antes, pero no llevan el rótulo de Imágenes inéditas.

El escándalo de la emisión de esos minutos de grabación como si fuera real se tradujo en textos críticos hasta de seguidores de Benítez, y, entre otros, en un artículo del periodista Álex Fernández Muerza publicado en el diario El Paísel 12 de febrero de 2004. El mismo autor publicó un artículo sobre el asunto en la web Cybereuskadi y una ampliación en el portal de ciencia Divulcat, textos de los que también adjunté copias al juzgado. ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico dice, en un comunicado que puede leerse en su web, y que también incluí entre la documentación, que, “si hasta ahora podría haberse disculpado la emisión de un programa de este tipo apelando a la libertad de expresión o a que tan solo expone las opiniones de sus responsables, la inclusión en Mirlo rojo de una filmación presentada como real pero que tan sólo es una representación o dramatización excede esos límites. La emisión de una obra de ficción como si fuese real, con ánimo de avalar con pruebas esas opiniones no está amparada por la libertad de expresión: se trata ni más ni menos que de un engaño al espectador”.

El primero de los tres reportajes de 'Interviú'.hspace="10" vspace="10">

Expliqué y documenté, asimismo, que la “grave acusación de plagio” de la que se hablaba en el burofax del 5 de junio y en otros puntos de la demanda no había sido hecha en ningún momento por mí -no he podido leer más que las primeras páginas de la serie Caballo de Troya porque me aburre mortalmente-, sino que me había limitado a recoger y hacerme eco del contenido de tres amplios reportajes que en su día publicó la revista Interviu, de un libro editado en España y dedicado en exclusiva a ese asunto, y de una página de otra obra del prestigioso divulgador científico Martin
Gardner
. Adjunté fotocopias de los tres reportajes de Interviu, titulados Caballo de Troya es un plagio’ (25 de noviembre de 1987), ‘El autor de Caballo de Troya fusiló también dos obras editadas en España’ (13 de enero de 1988) y ‘
Fernando Lara: ‘Ya sabíamos que había transcrito literalmente páginas de Urantia'
(3 de febrero de 1988). En el último de ellos, el fallecido Fernando Lara, directivo de Editorial Planeta, reconoce que el novelista había copiado páginas enteras del Libro de Urantia en varias entregas de Caballo de Troya y en La rebelión de Lucifer, y que en la editorial lo sabían.

Además, aporté una copia del libro El secreto de Urantia (Ni caballos ni troyanos), de Antonio Ribera y Jesús Beorlegui (Ediciones Obelisco, 1988), y de la obra Urantia. ¿Revelación divina o negocio editorial?, de Martin Gardner (Tikal Ediciones, 1995). En sus libros, Ribera, Beorlegui y Gardner acusan a Benítez de plagio. La documentación desmontaba la afirmación de la
representante de Benítez de que yo acusaba de plagio al escritor “a través de menciones supuestamente atribuidas a terceras personas”, dado que las citas contenidas en el artículo en cuestión son copia fiel de lo dicho por los autores citados.


Retirada de todos los textos sobre Benítez

La demanda final de Benítez, presentada el 9 de octubre de 2006 contra el autor de estas líneas y El Correo Digital solicitaba al juzgado que:

1. Declare que las codemandadas ha vulnerado el derecho al honor de Juan José Benítez mediante diversas manifestaciones injuriosas escritas por Don Luis Alfonso Gámez Domínguez y mantenidas en la red por El Correo Digital.

2. Condene a las demandadas a la retirada de los textos referidos a Juan José Benítez (negrita mía) de la página web de El Correo Digital.

3. Condene a las demandadas a abstenerse en lo por venido de publicar nuevamente los textos retirados.

4. Condene a las demandadas al pago solidario a mi mandante de indemnización en concepto de daños morales por la cantidad resultante de aplicar las reglas expuestas en el Hecho Séptimo, con sus intereses desde la fecha de la sentencia.

5. Condene a las demandadas a la publicación a su costa de la sentencia en la edición impresa de El Correo o en aquel otro medio que, con su mejor criterio, disponga Su Señoría.

6. Condene a las demandadas solidariamente al pago de las costas.


La vista se celebró el 7 de junio pasado y declararon como testigos Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona y director ejecutivo de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, y Julio Arrieta, historiador y periodista. La abogada de Benítez intentó en varias ocasiones presentar las obras de su representado como ficción, supongo que porque así no cabe hablar de engaño, tergiversación de la realidad ni nada parecido. Al final, elevó el mínimo de 50.000 euros que pedía en la demanda original hasta 80.000, en consonancia, según ella, con la audiencia de esta bitácora.

La sentencia, publicada el 2 de julio con fecha de 12 de junio, sólo estima en parte las exigencias de los puntos 1 y 5 de la demanda, condenándome al pago de 6.000 euros. El juez ha desestimado las pretensiones de la acusación contra los textos de Magonia sobre el supuesto plagio de Caballo de Troya y la película de animación presentada como si hubiera sido filmada en la Luna, así como las referidas a la publicación de la sentencia y las costas. El magistrado ha rechazado también la retirada de todos los artículos sobre Benítez que exigía la acusación y que, desde el principio, me pareció que era el objetivo último de la demanda.

Por consejo de mi abogado, he decidido no recurrir el fallo, a pesar de considerarlo desacertado. Pero lo mismo que hago caso a mi médico cuando se trata de asuntos de salud, hago caso a mi abogado cuando se trata de la materia que a él compete. Tuve conocimiento de la sentencia después de publicarse el 30 de junio en la web de Juan José Benítez, de lo que me enteré a través de una llamada telefónica mientras estaba en una reunión fuera de España y sin conexión a Internet. Días después, comprobé que el periodista sigue dando muestras de su habitual rigor al presentarme en su web como “colaborador de El Correo Español - El Pueblo Vasco” cuando desde hace más de tres lustros soy periodista de plantilla del diario El Correo, cuyo apoyo en este pleito ha sido total antes, durante y después del juicio.


Agradecimientos

Desde la publicación de la sentencia, he recibido múltiples muestras de solidaridad que no quiero pasar por alto. Han sido muchos quienes desde dentro y fuera del escepticismo organizado, desde dentro y fuera de España, amigos y no tanto, me han mostrado su apoyo mucho más allá de lo debido. A todos ellos, gracias. Las dos organizaciones escépticas españolas, ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico y el Círculo Escéptico -que ha hecho público hace unos días un comunicado al respecto-, me nformaron inmediatamente de su intención de respaldarme en todo lo que pudieran y hasta quisieron abrir sendas cuentas corrientes para hacer frente a la indemnización, extremo que les pedí que olvidaran porque no hay necesidad. Lo que sí me gustaría es que tanto esas dos organizaciones como los particulares que me han mostrado su apoyo se pusieran manos a la obra y, entre todos, creáramos pronto las herramientas y los medios en Internet y en el mundo real para que no haya disparate pseudocientífico sin respuesta ni vendedor de misterios que quede impune, y el discurso crítico tenga cada vez más peso y llegue a más gente.

Quiero agradecer, en especial, su actuación como testigos a Javier Armentia -quien se ha pronunciado en su bitácora sobre la sentencia- y Julio Arrieta, que pasaron por el siempre molesto trance de ser interrogados en un juzgado y no pidieron nada a cambio, sino al contrario. Y, por último, quiero dar las gracias a todos los que supieron de esta historia mucho antes de que saliera a la luz y respetaron mi deseo de no hacerla pública hasta que se dictara sentencia. Personalmente, me comprometí hace nueve meses a no decir nada hasta que hubiera sentencia firme, fuera ésta en el sentido que fuera,y entonces explicarlo todo con el mayor detalle posible, como acabo de hacer.

Por último, quiero dar las gracias a mis compañeros y jefes del diario El Correo, desde 1991 mi casa profesional, porque siempre han creído en mí y han respetado mi libertad de expresión. Nada cambiará en Magonia ni en mi modo de actuar a raíz de un fallo judicial que, como es lógico, acato, pero considero erróneo.

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