4 de enero de 2009

El resfriado

Pues sí, he pillado un catarro.

Lo primero, claro, ha sido determinar la causa. Ya decía no sé quién que la causa siempre precede al efecto, excepto en los cortejos fúnebres, en los que el médico suele ir detrás del cadáver. En mi caso, y tratándose de un catarro, el diagnóstico fue unánime: "has pasado frío". Lo único que cambiaba era la entonación, que iba desde una pronunciación más o menos monótona ("has pasado frío" como quien dice "está lloviendo" o "hace sol"), hasta esa otra, mucho más rica en matices, que sin necesidad de palabras añadía algo así como "ya te lo decía yo, que te pongas el jersey grueso, pero como tú no me haces caso te mereces que te pase esto por idiota".



En cualquier caso, confieso que la firme convicción con la que todo el mundo me indicaba que mi catarro se debe al frío me hizo dudar. Vamos, que incluso tuve que ir a la Wikipedia para ver si, tal y como yo lo recordaba, existió en efecto un señor llamado Pasteur que refutó las teorías sobre la generación espontánea. De modo que aun en el supuesto -poco probable- de que el frío tuviese algo que ver con mi catarro, desde luego no fue su causa. Es más, tengo la sospecha de que cuando los virus se me colaron por la nariz no se pararon a mirar cómo iba yo vestido.

Pero da igual. El mito de que el frío es la causa de los resfriados está tan extendido y resulta tan inamovible que yo ya he renunciado a discutir, y cuando lo oigo me limito a especular con que quizá no haya sido el frío, sino la influencia maléfica de un gato negro que pasaba por allí, o que alguien me ha echado un mal de ojo... Y ya no le echo la culpa a la conjunción de Urano y Venus porque una vez lo hice y mi interlocutor me explicó con toda seriedad que estaba equivocado, porque en realidad el planeta que causa los resfriados es Saturno. Por lo visto la conjunción de Urano y Venus lo que provoca es acné, lo cual a estas alturas reconozco que no me preocupa demasiado...

Una vez establecida (bueno, más o menos) la causa de mi enfermedad, el siguiente paso era el tratamiento. Y digo "el siguiente paso" porque es lo que vino a continuación, no porque se tratase de ninguna secuencia lógica: los diversos tratamientos que me recomendaron no tenían absolutamente nada que ver con el frío, Saturno o los gatos negros.

El tratamiento más recomendado es el de la vitamina C. Es el favorito de los creyentes en el frío como causa del resfriado, y seguramente por el mismo motivo, es decir, porque lo han leído en algún sitio. Y en cierto modo tienen razón: aunque se ha comprobado que la vitamina C no sirve ni para prevenir ni para tratar el resfriado, no deja de ser cierto que a muchas personas les funciona, aunque por razones distintas a las que ellas creen. De hecho, recuerdo haber leído un estudio muy divertido, realizado en el Reino Unido, según el cual mucha gente estaba convencida de que se resfriaban con menos frecuencia desde que tomaban un suplemento diario de vitamina C, pero sus historiales de bajas laborales demostraban que seguían resfriándose tan a menudo como siempre.

Eso no quita para que el efecto placebo sea real, aunque sólo sea en el sentido de hacer que los creyentes en la efectividad de la vitamina C contra el resfriado probablemente se sentirán mejor al tomarla. Lo que pasa es que yo no me lo creo, y aunque algún estudio sugiere que el placebo puede funcionar hasta cuando los pacientes saben que están tomando un placebo, prefiero probar otra cosa.

El otro remedio favorito de todo el mundo son los antibióticos, y supongo que también por una cuestión de fe: a veces parece que lo curen todo. Lo malo es que los antibióticos, en realidad, sólo son útiles frente a las bacterias, y cada vez menos precisamente, entre otras cosas, por la tendencia a utilizarlos para tratar todo tipo de enfermedades, incluyendo las no bacterianas. Claro, uno trata de explicar todo eso a quienes se empeñan en prescribirme algún antibiótico de su confianza, pero sólo por conciencia cívica: lo que realmente me apetecería es recordarles que al diagnosticarme no han vacilado en señalar que la causa de mi resfriado no es un bichito (sea una bacteria o un virus), sino el malvadísimo y terrible frío que pasé por llevar jersey de cuello de pico.

Aparte de estos remedios más o menos universales, hay otros muchos que la sabiduría popular nos ha ido transmitiendo a lo largo de los siglos, insensible al hecho de que no funcionen en absoluto. Infusiones más o menos tragables, mezclas inverosímiles de toda clase de cocciones y zumos... Incluso hay quien recomienda las tradicionales ventosas, supongo que porque las sanguijuelas son difíciles de obtener y las sangrías lo dejan todo perdidito de sangre. Puede que en algunos de estos remedios exista algún elemento que realmente alivie los síntomas del resfriado, pero sospecho que en la mayor parte de los casos su función es más bien otra: los brebajes repugnantes o los remedios dolorosos sirven para que el paciente se olvide por un momento de su dolor de cabeza o su congestión nasal al comprobar que puede haber algo muchísimo peor.

Total, que de estos tratamientos yo me quedaría, como mucho, con el que mi amigo José Ramón dice que empleaba su padre con todo éxito: se arrellanaba en un sillón, ponía los pies encima de la mesa, colocaba su boina sobre ellos, y a continuación se liaba a tomarse copas de brandy hasta que viera dos boinas en lugar de una. No le quitaba el resfriado, por supuesto, pero se le olvidaba, que ya es algo.

Porque, por lo demás, lo único que realmente hace algo es una buena dosis de paracetamol de cuando en cuando y tener paciencia hasta que se te pase el resfriado. Momento en el cual ya puedes incluso sonreir cuando te encuentres con alguno de esos conocidos que te dijeron que tu resfriado se debía al frío, comprobar que acabaste contagiándoselo, y decirle con el sonsonete adecuado a la ocasión

"Eso es que has pasado frío".



P.S.: Sí, no paraba de nevar, pero no pasé frío. Y además, la foto es de hace un año, así que no creo que aquello tenga nada que ver con el resfriado. Pero Suiza en invierno es bonita, ¿verdad?

7 comentarios:

  1. Coño...
    ¿Y cómo es que hay más resfriados y gripes en invierno que en verano (porque eso si está comprobado)? ¿Y porqué las campañas de vacunación se realizan durante los meses de frío? ¿Y porqué el 99% de la gente que conozco se ponen a moquear seriamente después de estar sometidos al frío ambiente? Es decir, creo que la relación frío-resfriados está más que comprobada. ¿No es así?
    Creo que la entrada es tan interesante que merece una discusión más amplia, con más fuentes y datos.
    P.D. Lo de la vitamina C como remedio sí que sabía que era un camelo.

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  2. Ups, perdón, soy yo otra vez. Releyendo mi comentario anterior creo que parece que doy como cierta la teoría de que los resfriados los causa el frío, y no es así.
    El frío no causa nada, sólo frío. A lo que me refería anteriormente es que los virus y bacterias que causan los resfriados son mucho más activos durante la época de frío que en el resto del año. Así que la conclusión es la misma: más frío-más resfriados (aunque causados por bichitos, por supuesto, no por el frío en sí).

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  3. Anónimo9:30

    Aquí hay un buen resumen
    http://es.wikipedia.org/wiki/Catarro
    Saludos

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  4. Anónimo12:31

    Una de las causas de que haya más catarros en invierno es que la gente pasa mucho más tiempo en lugares cerrados, aumentando las posibilidades de contacto con el "bichito". Si añadimos que la mayoría trajamos en lugares muy concurridos(oficinas,bancos, juzgados, grandes almacenes, ministerios, colegios etc) las posibilidades de contagio se multiplican.

    En caso de infección "bacteriana" de la garganta suelen tener cierta eficacia algunos remedios caseros, como hacer gárgaras con algo ligeramente ácido como zumo de limón y posteriormente con algo "básico" como bicarbonato sodico. La explicación es que muchas bacterias que habitan en la garganta no soportan los cambios de Ph. Otras no soportan excesivas concentraciones de azucar por eso el tragar miel poco a poco también puede aliviar algo. De todas formas, la eficacia es muy limitada y en pocos casos, tiene que coincidir el tipo de bacteria sensible a esos efectos y que la enfermedad no haya bajado a zonas que no puedas acceder con gárgaras.

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  5. Nada, un antigripal y como nuevo. El único remedio casero que me gusta
    es el ponche de leche. Yo lo hago con un buen chorro de Torres 10, leche, miel y una yema de huevo colada. No cura nada, pero se queda uno en la gloria.

    Por cierto, la causa de tu resfriado son los orbs de la primera foto.

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  6. Anónimo12:34

    Y digo yo, ¿no puede tener que ver la tendencia a la condensación causada por la temperatura? Tal vez el frío provoca que nuestro aliento húmedo induzca una condensación de agua en la nariz, lo cual quizá la haría susceptible de acumular más bichitos. Tratándose de virus, obviamente no se van a reproducir sin tener células que atacar, pero la hipótesis de la acumulación me parece probable, aunque otra cosa es si provoca el efecto que estoy conjeturando.

    -- Pedro Gimeno

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  7. La cuestión es más compleja de lo que indicas. Es conocido el efecto del frio sobre las capa exterior del virus cambiando su configuración proteica. Se ha demostrado que en conejos es mucho más resistente en el paso de un animal a otro. Además del efecto aglomeración, es probable que el frio disminuya el sistema inmunatario en las mucosas que tienen que parar el virus en fosas nasales y faringe, especialmente en los casos en los que "coges frío de repente". Evidentemente has de tener un virus alrededor.. pero practicamente todos tenemos cerca un tipo u otro aunque la carga virica sea normalmente leve (así pues aun no hay demostración defintiva de que la creencia popular es cierta, pero parece que empezamos a tener indicios que sí). Yo de ti haría caso a las creencia popular... especialmente en la vitamina C, no solo por el placebo (importantisimo) sinó tambien por el comportameinto del sistema inmutario en frente de pequeñas deficiencias de vitamina C. Vitmaina C, no "coger frio", lavarse las manos y la boca te puede ahorrar la mitad de los resfriados al año (aprox). Un placer

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