21 de febrero de 2013

Este no es el plano de la catedral de Burgos


No, ¿verdad? Seguro que no es el plano de la catedral de Burgos.

Ni de la de León, o la de Astorga, o la de Palma de Mallorca.

De hecho, no hace falta poseer unos conocimientos demasiado exhaustivos para darse cuenta de que ni eso es el plano de una catedral, ni nos servirá para encontrar el camino al altar mayor de ningún templo, ni nada: simplemente nos basta con tener una idea, aunque sea ligerísima, de cómo es una catedral gótica, y una capacidad, también mínima, para leer e interpretar un plano. Y, sin embargo, hay quien insiste en que si no hemos viajado a Pekín y usado su metro (que es lo que representa el mapa) no podemos decir con propiedad que eso no es el plano de una catedral gótica.

Bueno, para ser exactos no es eso lo que dicen. Lo que repiten una y otra vez, y emplean con la firme convicción de que es un argumento demoledor, es que si no sabemos de X (sustitúyase X por cualquier magufada que se les venga a la cabeza) no podemos calificarla de eso, de disparate. Que si no somos homeópatas o, al menos, no nos hemos sometido a un tratamiento homeopático, no podemos hablar de lo absurdo de sus bases teóricas o de las evidencias que ponen de manifiesto su ineficacia. Que si no somos asiduos de los tarots telefónicos no podemos criticar a los videntes. Y así sucesivamente.

El error es doble. Por un lado porque nadie puede adivinar si realmente cumplimos o no esos requisitos que nos ponen. ¿Seguro que no soy homeópata titulado? ¿Les consta que jamás me he sometido a un tratamiento de acupuntura? ¿De verdad pueden asegurar que los críticos de los ovnis no hemos asistido nunca a una "alerta", que los que nos metemos con las bobadas de la biodinámica no nos hemos preocupado de informarnos, que los que no compartimos su pánico indiscriminado hacia los transgénicos no sabemos ni siquiera deletrear esa palabra?

¿No saben que es muy probable que los críticos de una creencia sepan más sobre ella que los mismísimos creyentes?

Pero es que, encima, todo eso no importa, y ese es el segundo error. Para darse cuenta de que las profecías de San Malaquías son una filfa no hace falta ser un seguidor de Nostradamus, para comprender lo disparatado de la astrología no es preciso pasarse el día haciendo cartas astrales, y para identificar los disparates de la quiropráctica no es necesario gastarse un pastón en unos estudios sin título oficial.

Igual que para ver que un puente no nos va a permitir cruzar al otro lado porque está roto no es preciso ser ingeniero de caminos, canales y puertos, ¿verdad?


(Fuente de las imágenes: Wikipedia)

1 comentario:

  1. Tienes toda la razón.
    Lo malo es que los magufos a veces invierten el argumento para atacar a la Ciencia sin tener ni puta idea de los temas sobre los que opinan.

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