12 de febrero de 2009

Saturno

Eran cerca de las diez de la noche. Volvíamos a casa en el coche y Alicia, como siempre, estaba mirando por la ventanilla.

En el viaje de ida había tenido suerte, por su ventanilla daba hacia el oeste y podía ver Venus. Imagínense:

¡Mira, papá, es Venus! ¡Es Venus! ¡El planeta dos! ¡Mira qué chulo es! ¡Brilla mucho!


y así a lo largo de cuatro kilómetros.

Pero a la vuelta miraba hacia el oeste, y con las luces de la costa no venía gran cosa.

Hasta que de repente empezó a gritar:

¡Papá! ¡Es Saturno! ¡Ha vuelto Saturno!


Y lo dijo con la alegría de quien lleva sin ver su planeta preferido desde hace unos seis meses.

Nada más llegar a casa hice una pequeña comprobación. La vista desde la terraza más o menos esta (cortesía de Stellarium)



La luna del centro de la imagen es... bueno, eso, la Luna. Y la "estrella" más o menos gorda que hay arriba y a la izquierda es, efectivamente, Saturno, como me confirmó Alicia señalando con el dedo

¡Mira! ¡Es Saturno! ¡Tiene anillos!


Le hice dos o tres preguntas capciosas para comprobar que no se estaba confundiendo con la Luna, que no me estaba señalando otra cosa, o que no me estaba tomando el pelo (que también puede ser). Pero no, ni se confundía con la Luna, ni señalaba ninguna estrella, ni se estaba cachondeando de mí. Así que, como premio, me la llevé a observar Saturno con el telescopio.

Lástima que no lo pudiera apreciar, porque aún no sabe mirar por el ocular. Y es que, al fin y al cabo, faltan justamente dos meses para que cumpla los tres años...

Hay varias explicaciones para que una niña tan pequeña haya conseguido identificar a Saturno de esa manera. La primera y más obvia es que sea pura casualidad: ha visto una "estrella" (que en este caso no lo era), no tenía ni idea de lo que era realmente, la ha identificado como Saturno y ha acertado por pura chiripa. Esas cosas pasan, ¿no?

Lo malo es que a ella no suelen pasarle. Quiero decir que ya conoce unos cuantos objetos celestes, y muy pocas veces se confunde. De hecho, menos veces que yo. Hace algún tiempo la saqué al jardín a ver las estrellas, le señalé una muy baja ya en el horizonte oeste y le dije

Mira, Alicia, aún se ve Vega.


Y ella le echó un vistazo rápido y me contestó

No, es Altair.


Me aparté de los árboles para ver un poco mejor y, ¡leñe!, la muy bruja tenía razón.

Algunas estrellas le llaman la atención (ella dice que su favorita es precisamente Altair), y también algunas constelaciones y asterismos: le hacen mucha gracia las Pléyades (que son, dice, "pequeñitas, pequeñitas") y se pasó una buena temporada preguntándome dónde estaba la Osa Mayor cuando ya había desaparecido por debajo del horizonte a las horas en las que ella está despierta. Aunque ahora que ha reaparecido (eso sí, cabeza abajo) no le hace demasiado caso: prefiere mirar a Orión, un "gigante grande, grandeeee". Pero, con mucho, sus favoritos son los planetas, y tras enseñárselos enseguida era capaz de localizarlos e identificarlos correctamente por su brillo y su color. Ahora Saturno no está tan brillante como la pasada primavera, pero esta noche sí presentaba su característico tono amarillento, así que es posible que lo recordara.

E incluso que me recordase a mí comentándole a mi mujer, la semana pasada, que dentro de poco Saturno sería visible a las horas en las que Alicia está despierta. La niña estaba presente y, aunque no me hizo ningún caso, ya saben que a esa edad son auténticas grabadoras, dispuestas a repetir en el momento más inoportuno ese comentario indiscreto que hiciste en voz baja el otro día pensando que nadie te iba a oir...

En fin, que sumó dos y dos (operación aritmética que por cierto está empezando a hacer) y, en efecto, identificó a Saturno en cuanto lo vió.

¿Poco probable? Quizá. ¿Asombroso? Desde luego: yo aún sigo con la boca abierta. Pero entre una explicación -la casualidad- y otra -la identificación correcta- me quedo con la segunda.

Y no sólo por ser su papá... ;-)

29 de enero de 2009

El "ovni" de Obama

Dentro del fabuloso mundo del circo de lo paranormal la ufología es probablemente una de las “disciplinas” que generan más noticias estrafalarias, bufas o, simplemente, idiotas. Y para noticia idiota, la del supuesto ovni que sobrevoló la toma de posesión de Barack Obama como Presidente de EE.UU. es de las que se llevan la palma.

Por si no lo han oído aún, la noticia es eso mismo, que un ovni sobrevoló el “mall” de Washington mientras Obama estaba jurando su cargo. Ovni que fue captado por las cámaras de la CNN, nada menos. Lo pueden ver en este espectacular vídeo de una cadena rival, la Fox:



¿Impresionados? Yo tampoco. Y por lo visto, tampoco los de la CNN. Como pueden ver en el vídeo original, el supuesto platillo volante no interrumpe ni un momento los sesudos comentarios de los invitados al programa, no desata gritos de pánico en el realizador, y ni siquiera hace inmutarse al operador de la cámara.

Ni a mí, de modo que cuando me enteré de la noticia gracias a Alejandro Agostinelli me limité a reírme un poco, dejar mi comentario irónico en el blog, y olvidarme del tema.

Craso error, por lo visto, porque sí que hubo quien se lo tomó en serio. O así. Me refiero al programa de radio La Brújula, de Onda Cero. El miércoles pasado, mientras regresaba a casa después de hacer mi propio programa de radio, sintonicé el programa justo cuando empezaban a hablar del dichoso ovni de Obama.

En honor a la verdad creo que no debían haber visto el vídeo, porque me pareció entender que la noticia se la había facilitado algún oyente. Pero digo yo que tampoco hacía falta que lo vieran; bastaba con hacer un rápido equivalente mental de un "cálculo en el reverso de un sobre" para valorar la noticia como lo que es, o sea, una chorrada como un piano. Y es que estamos hablando de un acontecimiento transmitido en directo a todo el mundo por decenas, quizá cientos de cadenas de televisión, con una asistencia de cerca de un millón de personas que abarrotaban el "mall", y que probablemente llevarían un número parecido de cámaras fotográficas, y con un nivel de vigilancia por tierra, aire y espacio como jamás se ha visto hasta ahora. Sin embargo, resulta que no hay más grabaciones de vídeo del dichoso ovni, no han aparecido fotos, no hubo gritos histéricos o señales de la más mínima alarma por parte de la gente, y desde luego no consta que la Fuerza Aérea de Estados Unidos inundara el aire de F-16 a la caza de lo que sin duda habría sido considerada una potencial amenaza contra su nuevo jefe supremo. Nada de nada.

Naturalmente, un creyente acérrimo en los ovnis podría echar mano de los Hombres de Negro, el contubernio entre los marcianos y los norteamericanos y cualquier otra chorrada por el estilo para seguir sosteniendo que, después de todo, sí que había por allí un platillo volante tomando también sus fotos del juramento de Obama. Al fin y al cabo eso de "I want to believe", "quiero creer", está por algo, ¿verdad? Sin embargo, no creo que ni usted, que sin duda es una persona razonable (como demuestra el hecho de estar leyendo este blog), ni yo, ni desde luego un programa de radio serio le dedicásemos ni un minuto de tiempo a la anécdota.

Pero claro, al fin y al cabo uno es un recalcitrante escéptico, y siempre puede haber alguien que piense que todo esto lo digo porque yo también estoy a sueldo de la Gran Conspiración Que Pretende Ocultar La Verdad Al Mundo Y Todo Eso. Así que, por una vez y sin que sirva de precedente, voy a levantar el culo del sillón y ponerme el chaleco multibolsillos y hacer mi propia investigación de campo.

(Me refiero a que el chaleco multibolsillos está en el armario del piso de arriba, y para llegar hasta allí tengo que levantar el culo del sillón y salir al jardín que, tras el vendaval y el incendio del fin de semana, está hecho talmente un campo de batalla).

Hala, ya he vuelto. Vamos con la investigación.

Vamos con el vídeo original, el de la CNN, y capturemos un fotograma poco después de que el ovni aparezca en pantalla. Este mismo:



¿Se dan cuenta? En efecto, el platillo volante pasa frente al... bueno, al Washington Memorial. Que es el obelisco que hay a la derecha de la imagen, lo que pasa es que a los norteamericanos, no sé por qué, les cabrea muchísimo que lo llamen obelisco.

Esto ya nos da una primera pista de por dónde pueden ir los tiros: no se trata de un platillo volante grande y lejano que recorre una gran distancia en un par de segundos, sino algo más pequeño y que, por tanto, hace un recorrido también más corto.

Pero claro, pudiera ser que se tratase de un ovni pequeñín, pequeñín. Vaya, incluso eso podría explicar la clamorosa falta de respuesta por parte de los asistentes al acto: seguro que el Servicio Secreto o las Fuerzas Aéreas lo detectaron, pero pocos espectadores no se dieron cuenta. Hipótesis (empleo la palabra en el sentido -o falta de sentido- ufológico del término, no me lo tengan en cuenta) que tiene la ventaja de que reduciría mucho la cantidad de Hombres de Negro necesarios para meter miedo a los testigos.

O a lo mejor era otra cosa. Justo antes, cuando el ovni aparece en pantalla, puede observarse esta secuencia:





Y un poco después esta otra:







Ya sé que la calidad es pésima, y que haría falta una grabación mejor y con todos sus fotogramas para apreciarlo con seguridad, pero... ¿no les parece que cambia sutilmente de forma? ¿No les parece... no les parece que podría ser simplemente un pajarito volando, y los "cambios de forma" se corresponden con el movimiento de las alas?

A mí sí, qué quieren que les diga.

Aunque claro, esa es mi opinión. Siempre cabe la posibilidad de que se tratase de un platillo volante, sí, pero pequeñito y disfrazado de pájaro. Con lo cual seguimos salvando la "hipótesis ovni" y encima nos ahorramos los Hombres de Negro, que ya no harían falta para amedrentar a los testigos (engañados por el ingeniosísimo disfraz) y que, como mucho, sólo tendrían que intervenir en caso de que algún avispado ufólogo diese con esta explicación. Cosa que dudo porque...

Ups, disculpen. Hay unos tipos vestidos de luto riguroso llamando a la puerta. Vuelvo enseguida...

27 de enero de 2009

El que no corre...

...vuela.

A estas alturas, el incendio que ha afectado a más de mil hectáreas en La Nucía y otros municipios aún no está oficialmente extinguido, y el viento, aunque con menor intensidad que este fin de semana, sigue soplando con ráfagas fuertes. Y miren lo que han dejado en los buzones de mi calle esta mañana:



[Normalmente, cuando reproduzco estas cosas tacho los números de teléfono, direcciones de email y demás. Pero esta vez creo que se han ganado un poco de publicidad gratuita, ¿no les parece?]

4 de enero de 2009

El resfriado

Pues sí, he pillado un catarro.

Lo primero, claro, ha sido determinar la causa. Ya decía no sé quién que la causa siempre precede al efecto, excepto en los cortejos fúnebres, en los que el médico suele ir detrás del cadáver. En mi caso, y tratándose de un catarro, el diagnóstico fue unánime: "has pasado frío". Lo único que cambiaba era la entonación, que iba desde una pronunciación más o menos monótona ("has pasado frío" como quien dice "está lloviendo" o "hace sol"), hasta esa otra, mucho más rica en matices, que sin necesidad de palabras añadía algo así como "ya te lo decía yo, que te pongas el jersey grueso, pero como tú no me haces caso te mereces que te pase esto por idiota".



En cualquier caso, confieso que la firme convicción con la que todo el mundo me indicaba que mi catarro se debe al frío me hizo dudar. Vamos, que incluso tuve que ir a la Wikipedia para ver si, tal y como yo lo recordaba, existió en efecto un señor llamado Pasteur que refutó las teorías sobre la generación espontánea. De modo que aun en el supuesto -poco probable- de que el frío tuviese algo que ver con mi catarro, desde luego no fue su causa. Es más, tengo la sospecha de que cuando los virus se me colaron por la nariz no se pararon a mirar cómo iba yo vestido.

Pero da igual. El mito de que el frío es la causa de los resfriados está tan extendido y resulta tan inamovible que yo ya he renunciado a discutir, y cuando lo oigo me limito a especular con que quizá no haya sido el frío, sino la influencia maléfica de un gato negro que pasaba por allí, o que alguien me ha echado un mal de ojo... Y ya no le echo la culpa a la conjunción de Urano y Venus porque una vez lo hice y mi interlocutor me explicó con toda seriedad que estaba equivocado, porque en realidad el planeta que causa los resfriados es Saturno. Por lo visto la conjunción de Urano y Venus lo que provoca es acné, lo cual a estas alturas reconozco que no me preocupa demasiado...

Una vez establecida (bueno, más o menos) la causa de mi enfermedad, el siguiente paso era el tratamiento. Y digo "el siguiente paso" porque es lo que vino a continuación, no porque se tratase de ninguna secuencia lógica: los diversos tratamientos que me recomendaron no tenían absolutamente nada que ver con el frío, Saturno o los gatos negros.

El tratamiento más recomendado es el de la vitamina C. Es el favorito de los creyentes en el frío como causa del resfriado, y seguramente por el mismo motivo, es decir, porque lo han leído en algún sitio. Y en cierto modo tienen razón: aunque se ha comprobado que la vitamina C no sirve ni para prevenir ni para tratar el resfriado, no deja de ser cierto que a muchas personas les funciona, aunque por razones distintas a las que ellas creen. De hecho, recuerdo haber leído un estudio muy divertido, realizado en el Reino Unido, según el cual mucha gente estaba convencida de que se resfriaban con menos frecuencia desde que tomaban un suplemento diario de vitamina C, pero sus historiales de bajas laborales demostraban que seguían resfriándose tan a menudo como siempre.

Eso no quita para que el efecto placebo sea real, aunque sólo sea en el sentido de hacer que los creyentes en la efectividad de la vitamina C contra el resfriado probablemente se sentirán mejor al tomarla. Lo que pasa es que yo no me lo creo, y aunque algún estudio sugiere que el placebo puede funcionar hasta cuando los pacientes saben que están tomando un placebo, prefiero probar otra cosa.

El otro remedio favorito de todo el mundo son los antibióticos, y supongo que también por una cuestión de fe: a veces parece que lo curen todo. Lo malo es que los antibióticos, en realidad, sólo son útiles frente a las bacterias, y cada vez menos precisamente, entre otras cosas, por la tendencia a utilizarlos para tratar todo tipo de enfermedades, incluyendo las no bacterianas. Claro, uno trata de explicar todo eso a quienes se empeñan en prescribirme algún antibiótico de su confianza, pero sólo por conciencia cívica: lo que realmente me apetecería es recordarles que al diagnosticarme no han vacilado en señalar que la causa de mi resfriado no es un bichito (sea una bacteria o un virus), sino el malvadísimo y terrible frío que pasé por llevar jersey de cuello de pico.

Aparte de estos remedios más o menos universales, hay otros muchos que la sabiduría popular nos ha ido transmitiendo a lo largo de los siglos, insensible al hecho de que no funcionen en absoluto. Infusiones más o menos tragables, mezclas inverosímiles de toda clase de cocciones y zumos... Incluso hay quien recomienda las tradicionales ventosas, supongo que porque las sanguijuelas son difíciles de obtener y las sangrías lo dejan todo perdidito de sangre. Puede que en algunos de estos remedios exista algún elemento que realmente alivie los síntomas del resfriado, pero sospecho que en la mayor parte de los casos su función es más bien otra: los brebajes repugnantes o los remedios dolorosos sirven para que el paciente se olvide por un momento de su dolor de cabeza o su congestión nasal al comprobar que puede haber algo muchísimo peor.

Total, que de estos tratamientos yo me quedaría, como mucho, con el que mi amigo José Ramón dice que empleaba su padre con todo éxito: se arrellanaba en un sillón, ponía los pies encima de la mesa, colocaba su boina sobre ellos, y a continuación se liaba a tomarse copas de brandy hasta que viera dos boinas en lugar de una. No le quitaba el resfriado, por supuesto, pero se le olvidaba, que ya es algo.

Porque, por lo demás, lo único que realmente hace algo es una buena dosis de paracetamol de cuando en cuando y tener paciencia hasta que se te pase el resfriado. Momento en el cual ya puedes incluso sonreir cuando te encuentres con alguno de esos conocidos que te dijeron que tu resfriado se debía al frío, comprobar que acabaste contagiándoselo, y decirle con el sonsonete adecuado a la ocasión

"Eso es que has pasado frío".



P.S.: Sí, no paraba de nevar, pero no pasé frío. Y además, la foto es de hace un año, así que no creo que aquello tenga nada que ver con el resfriado. Pero Suiza en invierno es bonita, ¿verdad?

28 de diciembre de 2008

El notición

Como ya he comentado alguna vez, desde hace unos meses hago (junto a otro compañero de Círculo Escéptico, Nacho Ayala) un programa semanal de radio dedicado a destripar los misterios misteriosos. Lo cual tiene sus inconvenientes: después de preparar y realizar el programa queda poco que decir en el blog, y ese es uno de los motivos por los que esto está tan tranquilito últimamente.

Claro que lo del programa tiene también sus ventajas, y quizá la más importante sea que de ese modo puede uno acceder a noticias que de otra manera no recibiría tan rápidamente o, por lo menos, no tan "de primera mano". De modo que, para compensarles por mi silencio de estas últimas semanas, y aprovechando que esta semana (por motivos técnicos, no por las fiestas) no hemos tenido programa, voy a ofrecerles en primicia exclusiva (¡tachaaaaan!) una noticia del mundillo paranormal que seguro que dará que hablar en las próximas fechas. Y como la cosa se merece un gran titular, aquí lo tienen:


Las Caras de Bélmez, en peligro.

La Ley de Memoria Histórica obliga a retirar la teleplastia de Franco.

La medida podría llegar a afectar también a la cara más conocida, la denominada "la Pava", ya que según un estudio científico dirigido por Iker Jiménez se trata del rostro de un combatiente del bando franquista en la Guerra Civil.


¿Sorprendidos? No es para menos, desde luego. La noticia es tan impactante que para tratarla adecuadamente en nuestro programa hemos realizado una entrevista nada menos que a Javier Cavanilles. Por si alguien no lo conoce, recordaremos que Javier Cavanilles, periodista del diario El Mundo, ha contribuido como pocos a la divulgación del fenómeno de las caras de Belmez. Sus artículos dieron a conocer públicamente el importante papel de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) en el estudio científico de las caras, y de hecho tuvieron tanta repercusión que el Ayuntamiento de Bélmez les dedicó un pleno extraordinario. Vamos, que es toda una autoridad en la materia.

Próximamente facilitaré desde esta misma bitácora un enlace para poder escuchar el programa o una grabación de la entrevista. Mientras tanto les dejo que reflexionen sobre la noticia. Y aprovecho, claro, para desarles un feliz día de los Inocentes ;-)

P.S.: Felicitación que es especial para mi hermano Jaime y mi buena amiga Lola Cárdenas, que fueron a nacer precisamente el día de los Inocentes. ¿Casualidad? ¡No, serendipia! ;-)