Desde un punto de vista estrictamente etimológico, naturopatía es una palabra mestiza (de padre griego y madre romana, o viceversa) que viene a significar algo así como "enfermedad natural". Y lo cierto es que en nuestros días mucha gente padece una especie de "enfermedad de lo natural", que les lleva a creer a pies juntillas que todo lo que lleve esa etiqueta (la de natural, lo sea realmente o no) es bueno, mientras que lo artificial es malo a rabiar.
Será difícil que alguno de esos naturópatas (que, otra vez con la etimología en la mano, serían quienes padecen la enfermedad de lo natural) lea Los productos naturales, ¡vaya timo!, escrito por JM Mulet y publicado por la Editorial Laetoli, pero buena falta les haría. A lo largo de siete capítulos JM Mulet desmonta no solo los mitos que rodean a la "medicina natural" (batiburrillo de pseudoterapias de las que muchas no son naturales, y ninguna es realmente medicina), sino también la "alimentación natural", la llamada "agricultura ecológica" y el miedo a los transgénicos, el timo de los "hogares naturales" y hasta los equívocos y medias verdades con los que muchas veces se nos vende la "energía natural". Y lo hace siguiendo su estilo: con humor (a veces incluso sarcástico) pero con rigor, con datos contrastables y respaldados por los resultados científicos. Y sin cortarse un pelo: si hay que decir que el único efecto demostrado del bífidus es multiplicar el precio del yogur lo dice, si hay que contar que los sistemas de producción de energía eólica o solar sólo son "limpios" y "baratos" porque no se tienen en cuenta el efecto contaminante de su fabricación e instalación ni la gran cantidad de subvenciones y primas que reciben, lo cuenta, y si tiene que recordar que la agricultura "ecológica" está detrás de la mayoría de los casos de intoxicaciones y contaminaciones bacterianas por alimentos que se producen en Europa, pues también lo recuerda.
En realidad, Los productos naturales, ¡vaya timo! es, más que una cura, una vacuna contra la enfermedad de "lo natural". Cualquier persona que viva en nuestra sociedad está acostumbrada a escuchar lo bueno que es lo "ecológico", lo mala que es "la química" y lo trementamente terroríficos que son los productos transgénicos. Así que no está de más que alguien le recuerde que la mayoría de esas cosas que llevan la etiqueta de "ecológico" y "natural" realmente no lo son, que nuestro nivel de vida (y en muchos casos el hecho de estar vivos para disfrutar de él) se deben en buena parte a los logros de la ciencia y la tecnología, y que de cara al futuro la solución más segura y eficiente para encarar problemas como la escasez de alimentos o de combustibles es la biotecnología.
Las plantas que cuidan amorosamente de nuestra salud solo existen en los cuentos de hadas, las vacas que retozan alegremente por los pastos resultan sencillamente insostenibles desde un punto de vista ecológico, y confiar nuestra salud a las "terapias naturales" es lo mismo que no hacer nada, pero mucho más caro. Es bueno que alguien nos lo recuerde de vez en cuando. Y si encima lo hacen con buen estilo, buenos datos y buen humor, ¿qué más podemos pedir?
Hola.
ResponderEliminarNo he leído el libro pero por tus comentarios creo que pecará de demasiada tecnofilia, y eso me mosquea tanto como la ignorancia que lleva a muchas personas a poner lo "natural" siempre por encima de lo que huela a procesado o no ecológico, sin saber qué significa ecológico.
Por ejemplo, es cierto que "las vacas que retozan alegremente por los pastos resultan sencillamente insostenibles desde un punto de vista ecológico", pero igualmente insostenible es mantenerlas hacinadas para producir más y más carne barata (barata gracias a subvenciones).
También parece sugerir que los transgénicos no son malos y pueden ser la solución a la escasez de alimentos. ¿Trata el autor de la gran desventaja que supone poner toda la agricultura en manos de unas poquitas empresas propietarias de las semillas?.
En resumen, (sin leer el libro ojo) me huele mal porque parece irse demasiado al extremo.
@Aurelio
ResponderEliminarUn pequeño apunte, me temo que mezclas dos temas distintos. Es muy diferente la utilidad que pueden tener los alimentos transgénicos desde un punto social que el tratamiento legal que se les de. Es decir, que las empresas saquen patentes muy restrictivas y todo el tema ese no empeora a los alimentos perse. Y conste que estoy de acuerdo en que hay que tener mucha precaución con el tema empresarial.
Aurelio:
ResponderEliminar"igualmente insostenible es mantenerlas hacinadas para producir más y más carne barata (barata gracias a subvenciones)."
Pues no. Puede ser éticamente reprobable, puede darnos mucha pena, pero supone una mejor utilización de los recursos. Y en cuanto a las subvenciones, no se otorgan para abaratar ese tipo de producción de carne, sino para paliar la competencia de otros países que producen carne mucho más barata.
"¿Trata el autor de la gran desventaja que supone poner toda la agricultura en manos de unas poquitas empresas propietarias de las semillas?" Pues sí, y sobre todo trata la causa de que la agricultura transgénica se quede en manos de unas pocas empresas. Y créeme, la respuesta te sorprenderá.
Me ha hecho gracia el poder multiplicador, del precio, del bifidus. Recuerdo que cuando aún estaba en la facultad (hace ya muchos años) nos llevaron de visita a una industria láctea. Entre otras cosas, hacían yogures. Recuerdo que la persona que hizo de guía nos habló de que estaban experimentando con un nuevo fermento, los bífidus, porque tenían un enorme potencial. Este potencial era, según recuerdo, que la temperatura de fermentación con los bifidus era entre 2 y 5 grados menor que con los fermentos habituales, y esto significaba un enoooooooooooooooooooorme ahorro de energía para la empresa. Un tiempo después, tal vez un año, se vivíó la explosión bifidus en el mercado. Para quienes estuvimos en aquella visita resultó de lo más sorprendente.
ResponderEliminarRecuerdo también un documental estadounidense sobre las maldades de la soja transgénica. Según lo presentaban, aquel documental desmontaba todo lo falso sobre la bondad de los transgénicos. En aquel documental lo que se demostraba eran las prácticas mafiosas de los titulares de las patentes, pero ni una sola palabra sobre las bondades o maldades de la soja.