28 de octubre de 2005

El extraño caso de la demanda aparecida (8. Un cuento infantil)

Para ir acabando ya con esta serie, invertiremos el orden de los fundamentos de Hecho que nos queda por repasar, de modo que nos iremos al noveno y luego volveremos al octavo. Esto puede parecer un tanto paranormal, pero en este caso tiene su justificación, como vermos en la siguiente entrada.

El Hecho

NOVENO


contiene otra de esas fórmulas típicas en toda demanda que se precie, puesto que dice que

han resultado infructuosas todas las gestiones realizadas por mi mandante para lograr, de los demandados, la satisfacción extraprocesal por vía amistosa de su derecho, resultante de lo expuesto, por lo que se le hace necesaria esta reclamación judicial.


Generalmente esto es cierto. Es decir; antes de tener que llegar a interponer una demanda, uno intenta ponerse en contacto con el futuro demandado intentando solucionar el asunto "por las buenas" o incluso, digamos, "por las menos buenas", requiriéndole por escrito y hasta notarialmente. Sólo si todo esto falla se acude a la vía judicial.

Pero no se hace en todos los casos, como podemos ver, por ejemplo... sí, exacto: en este. Como sabe todo el que esté un poco al tanto del asunto, aquí lo que nos hemos encontrado prácticamente de la noche a la mañana es con una amenaza de algo que entonces no sabíamos bien si iba a ser una denuncia o una querella (y que, por lo visto, alguno sigue sin saberlo a estas alturas). De hecho, en varias ocasiones se aseguró por parte de la SEIP y de sus allegados que la
demanda/denuncia/querella estaba ya presentada, a pesar de todas las evidencias.

Esta fue una de las razones por las que muchos no nos acabábamos de creer que la... bueno, la lo que sea estuviera interpuesta (sí, lo confieso otra vez: yo también lo dudé). Nos decían con pelos y señales que la habían interpuesto, que habían solicitado medidas cautelares, que se dirigía contra prácticamente todo bicho viviente... y el tiempo pasaba sin noticias o con noticias contradictorias, como nuevos anuncios de que se iba a interponer después de haber dicho que ya estaba interpuesta.

También contribuían, por supuesto, las diversas "informaciones" que nos llegaban de gente que aseguraba haber visto la... la cosa. Para demostrarlo nos daban todo tipo de detalles, pero esos detalles resultaban tan esperpénticos y absurdos que claro, tampoco les creíamos. Si un "prestigioso" himbestigador nos cuenta toda clase de disparates sobre algo, lo lógico es pensar que se lo está inventando todo. ¿Cómo podíamos ni siquiera atrevernos a suponer que lo que ocurría era, sencillamente, que no había entendido casi nada, y que lo poco que había conseguido entender lo había entendido mal?

Ojo, no quiero decir que esto sea malo o reprochable. Nadie tiene por qué saber de todo. Lo que ocurre es que la más elemental prudencia aconseja que si uno es un absoluto ignorante en una materia, se calle la boquita en lugar de ponerse a contar disparates y exhibir públicamente esa ignorancia. Entre otras cosas porque da pie a que los demás pensemos que si le ocurre con el Derecho Procesal, también puede ocurrirle lo mismo con cualquier otra cosa que nos cuente como resultado de sus himbestigaziones. Y aunque, la verdad, ya teníamos esa impresión al leer sus artículos y libros, que encima nos dé más argumentos para pensarlo es tirar piedras sobre su propio tejado. En fin, "hay gente pa tó".

Pero el argumento principal para no creernos lo de la demanda (o querella, etc.) no era ni las continuas contradicciones en que incurrían el supuesto demandante y sus adláteres, ni el derecho-ficción de serie B que nos contaban sus amigotes. El argumento principal era la amistad.

Porque resulta que, como ya hemos comentado en alguna entrada, Cavanilles y Amorós eran amigos del alma. O eso decía, entre otras muchas cosas, Pedro Amorós. La historia la resume estupendamente Razonesparadudar en esta entrada.

En definitiva: que no es raro que, a la vista de todo esto, cada vez que Pedro Amorós y sus colegas nos hablaban de la denuncia (o demanda, etc.) todos pensásemos que probablemente se trataba de un cuento.

El de Pedro y el Lobo.

6 comentarios:

  1. Anónimo0:27

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Anónimo13:33

    Oiga, ¿y el juicio de esto cuándo se celebra?

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  3. Me lo has quitado del teclado, shoikan.

    Lo del juicio ya lo avisaremos con tiempo, Julio.

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  4. Anónimo12:32

    ¿No os dais cuenta que todos vuestros mierdas de blog tratan siempre de lo mismo? Ja, ja, ja... después hablarán de esos a los que desprestigian. INUTILES

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