17 de octubre de 2011

La excusa del paleto


Hace algunos días varios medios se hicieron eco de la aparición de un nuevo libro sobre el montaje de las apariciones de El Escorial, firmado por el periodista José María Zavala. Por las críticas (por llamarlas de alguna manera) que he leído por ahí, desde luego no hay que esperar una obra definitiva sobre el tema; el libro tiene toda la pinta de ser una hagiografía de la autoproclamada vidente y una justificación del tinglado económico que se ha montado en torno a su grupo. Y, desde luego, tiene poco de investigación a fondo: en el programa de promoción que le dedicó la cadena Intereconomía, justo después de que el presentador asegurase que se iban a dirigir sobre todo a

quienes han tenido una información deformada de lo que aquí sucede

José María Zavala empieza su intervención contando que

El 14 de junio de 1981 Luz Amparo Cuevas, una mujer humilde, de aquí de El Escorial...

La verdad, llama la atención que el autor de una investigación supuestamente exhaustiva y rigurosa empiece por no conocer el lugar de nacimiento de la persona investigada, un dato que en cualquier otro caso podría ser trivial, pero que en este es tan significativo que hasta podríamos caer en la tentación de pensar que el error no es del todo involuntario.

Pero resistamos esa tentación, porque no es de eso de lo que vamos a hablar hoy, sino de lo que José María Zavala dijo a continuación. Y es que, tras dejar caer que la vidente de los estigmas de quita y pon es de El Escorial, el investigador añade que es

...casi analfabeta...

Como todos los géneros literarios, el de las historietas de lo paranormal también tiene sus convenciones, sus lugares comunes y sus tópicos. Y uno de los más queridos es el de los analfabetos. Analfabeta (o casi) es, para Zavala y para muchos otros hagiógrafos, la vidente de El Escorial, como también era analfabeta la protagonista del timo de las "caras de Bélmez", o el señor al que se le apareció un ovni en Los Villares (Jaén), o tantos y tantos otros. La idea, por lo visto, es que si quien dice haber sido testigo de un fenómeno paranormal es analfabeto debe presumirse que dice la verdad.

El diccionario de la Real Academia (cuya definición copio aquí sin el más mínimo remordimiento, que por algo es una institución que, nos guste o no, pagamos todos) dice que un analfabeto es


Salvo error u omisión por mi parte (o por la RAE, que tampoco sería la primera vez), lo que define a una persona analfabeta es que no sepa leer y escribir o sea ignorante en determinada disciplina. Pero ahí no dice nada de que eso la convierta en alguien incapaz de imaginarse cosas, tener alucinaciones o incluso mentir con más desparpajo que un político en campaña electoral. Y aunque el analfabetismo pueda ser un impedimiento a la hora de montar un negocio con el supuesto fenómeno extraño, hay que tener en cuenta que el diccionario tampoco dice que "analfabeto" sea sinónimo de "anacoreta"; los videntes (sean de vírgenes admonitorias, de caras de cemento armado o de ovnis que tiran piedras) no tienen por qué vivir solos, y aunque ellos no sean capaces puede que quienes les rodean sean capaces de montar un modesto negociete familiar, lograr que las instituciones públicas locales, provinciales y hasta europeas les financien un lujoso chiringuito, o crear un entramado financiero de agárrate y no te menees. Y si en el caso de Los Villares no ha habido tanto negocio ha sido porque lo del anillo de JJ Benítez no había por dónde cogerlo y, en cambio, las supuestas secuelas físicas sufridas por el testigo sí que había por dónde cogerlas y constatarlas mediante un simple examen táctil que ni Benítez ni el otro intrépido "imbestigador" del caso, Iker Jiménez, fueron capaces de realizar.

Pero claro, ¿cómo iban a dudar Benítez y Jiménez del labrador de Los Villares, si resulta que (como María Gómez Cámara o Luz Amparo Cuevas) era un pobre analfabeto? ¿Acaso algún analfabeto ha engañado alguna vez a alguien?

¿Eh? ¿Eh?



Pues eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario