El reportaje en cuestión, firmado por Francisco Javier Alonso, deja bastante claras sus intenciones desde su misma presentación: según la portada de la web,
La realidad es más bien la contraria: la literatura científica cuenta con varios miles de artículos sobre este tema (más de 25.000, según el propio reportaje), pero solo en unos pocos se asegura haber encontrado algún efecto nocivo. A pesar de ello el autor se las ha arreglado para dar con uno de ellos, sobre el que dice que
Uno de los pioneros es el de Lennart Hardell, un oncólogo del Hospital Universitario de Orebro (Suecia), que investigó a 4.000 personas en relación con la telefonía y el cáncer. Seleccionó a dos grupos de personas -uno afectado por el mal que estudia (un tumor cerebral) y otro no afectado (el grupo testigo)- y comparó estadísticamente los resultados considerando el tiempo de utilización del teléfono en cada caso. Sus resultados, dice, evidencian «que después de diez años de utilización del móvil aumenta el riesgo de desarrollar un glioma o un neurinoma del acústico, aunque cabe señalar que el riesgo individual es muy bajo: es una enfermedad que afecta a una de cada 10.000 personas». En el caso de las bajas frecuencias, los datos muestran un aumento significativo en la incidencia de leucemia en niños que han vivido durante años en ambientes electromagnéticos elevados.
Algún día habrá que hablar con más calma de Hardell, un tipo cuya historia guarda inquietantes paralelismos con la de Andrew Wakefield: partiendo de unos resultados más bien dudosos el hombre se ha hecho toda una posición en el mundillo de la disidencia sanitaria, impartiendo conferencias aquí y allá, vendiendo libros y alquilando sus servicios como perito en procedimientos judiciales. Lo interesante en este caso es que Francisco Javier Alonso ha ido a toparse con una auténtica aguja en un pajar, uno de los escasísimos estudios que atribuyen peligrosidad a las radiaciones de la telefonía móvil. Es tan difícil como encontrarse con un geólogo que afirme que la Tierra es plana.
O no, porque probablemente Alonso conoció el estudio a través de los otros "alternativos" que presenta en su artículo, la rimbombante Fundación para la Salud Geoambiental (cuya web oficial está aquí, pero que conocerán muchísimo mejor si visitan este otro enlace).
Una Fundación cuyo asesoramiento, como pueden imaginarse tras leer la estupenda entrada de MiGui, es de chiste malo. Según el reportaje, estos síntomas "podrían tener algo que ver con las ondas":
- ¿Tiene un sueño inquieto?
- ¿Se levanta con sensación de no haber descansado?
- ¿Tiene pesadillas, habla en sueños?
- ¿Se siente peor (o mejor) desde que se ha mudado?
- ¿Nota algún cambio en su estado físico o anímico a raíz de un cambio de domicilio?
- ¿Duerme considerablemente mejor cuando sale de vacaciones?
- ¿Su hijo tiene episodios de sonambulismo o pesadillas al dormir?
- ¿Tiende a acurrucarse siempre en la misma zona de la cama?
- ¿Tiene cansancio crónico o, en general, sensación de falta de energía y desvitalización?
- ¿Tiene dolores de cabeza frecuentes y su médico no los atribuye a nada concreto?
- ¿Ha notado que las plantas en su casa se marchitan en alguna zona concreta, y en otras no?
- ¿Tiene algún tipo de síntoma o patología que no mejora con los tratamientos?
Acabradabrante, ¿verdad? Vamos, que salvo que usted no duerma mejor cuando sale de vacaciones, no note nada si se cambia de piso, no tenga en su casa un rincón oscuro en el que las plantas se marchiten y, en fin, no viva una vida absolutamente normal y corriente, está siendo atacado por las terribles ondas electromagnéticas. Yo que usted apagaría el router ya mismo...
Lo cual, por cierto, resulta claramente insuficiente si leemos
- Instalación eléctrica. «Compruebe que el cableado no emite más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.»
- Tecnología inalámbrica. «Las tecnologías sin cables, como los teléfonos inalámbricos DECT o los routers Wi-Fi, saturan nuestro entorno de radiaciones de altas frecuencias. Elija preferiblemente tecnologías con cable y recurra a las inalámbricas solo si es inevitable, siempre colocando las fuentes de las radiaciones lejos de los lugares de alta permanencia.»
- Los electrodomésticos. «Lavadora, microondas, horno, caldera, cocinas de inducción o vitrocerámica no deben estar en la pared contigua a la cabecera de su cama. Aun estando apagados, emiten radiaciones que traspasan la pared.»
- Los móviles. «Al hablar por el teléfono móvil, hágalo con el manos libres; si evita colocarse el aparato al lado del cerebro, estará protegiéndose de sus radiaciones. Conecte el Bluetooth o el Wi-Fi solo cuando los necesite. Procure que los niños no usen los móviles.»
- Cuide su descanso. No coloque en su mesilla de noche aparatos eléctricos, como radio-despertadores, lámparas halógenas con transformador o teléfonos inalámbricos. No ponga el móvil a cargar al lado de su cama. Evite los colchones de muelles y los somieres con piezas ferromagnéticas.
- Electricidad estática. «Evite el uso excesivo de materiales sintéticos: moquetas, tejidos, encimeras de cocina, mobiliario, etc. Coloque humidificadores y utilice preferentemente materiales naturales.»
- Gas radón. «Cuando decore su casa, evite el uso de basaltos o granitos en cerámicas o gres que puedan ser fuente de gas radón; es radiactivo. Si tiene estos materiales, debe haber una buena ventilación.»
- Antenas y cables. Antes de adquirir una nueva vivienda u oficina, vigile que no haya cerca antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.
- Edificios inteligentes. «Los lugares con ventanas impracticables, suelos técnicos y aires acondicionados son caldo de cultivo de bacterias y hongos por el aumento de la ionización positiva. Use ionizadores para mejorar el ambiente.»
Vale, sí, reconozco que algunas son francamente graciosas. Y que un periodista otorgue seriedad a gente capaz de decir estas cosas también hace reír (y llorar). Pero no olvidemos que el reportaje también menciona el llamado síndrome de hipersensibilidad electromagnética, "enfermedad" que retrata bastante bien cuando dice que
Hasta la fecha, las pruebas científicas no apoyan la existencia de una relación entre estos síntomas y la exposición a CEM. Estudios realizados en países escandinavos han comprobado que, en condiciones adecuadamente controladas de exposición a CEM, no se observan pautas de reacción coherentes en los sujetos expuestos. Esta enfermedad, según estos resultados, podría deberse a otros factores, como el ruido o el estrés relacionado con la presencia de nuevas tecnologías.
Una perla de rigor bastante llamativa en el conjunto del reportaje, pero que se queda francamente incompleta. Porque, probablemente, uno de los factores que más influyan en el desarrollo de este "síndrome" es el pánico injustificado hacia las radiaciones electromagnéticas.
Pánico que se debe, entre otras cosas, a la publicación de reportajes acríticos como este.
P.S.: Dicho lo cual, no está de más recordar que tanto XL Semanal como los diarios del grupo Vocento tienen buzón de correo electrónico para poder enviarles cartas. Usémoslos.
Me encanta lo del granito. Voy a proponer la demolición del Acueducto de Segovia. Acabo de descubrir que es la causa de que los segovianos estemos como cabras xD
ResponderEliminarSeñores, no se rían que la cosa es muy seria... ¡a ese periodista seguro que le han frito el cerebro! Que hayan sido los móviles, las alfombras de su casa o su maligna lavadora... eso ya no lo sé.
ResponderEliminarA ver si se tiran por sus ventanas impracticables... y nos libran de ellos mismos de una vez.
Equiparar la emisión de radón de un "suelo granítico" con la de un enlosetado en granito es algo así como comparar el sol, causante de cancer de piel, con una bombilla de bajo consumo.
ResponderEliminarAsí que por justicia, deberían meter otro punto a la lista : Eviten instalar bombillas en casa, pues la radiación lumínica causa cancer de piel.