Una de las cosas que hemos oído decir todos acerca de la homeopatía es que se basa en que "lo similar cura lo similar". Es el similia similibus curantur que sirve de lema a los homeópatas y hasta de estribillo de alguna canción difícilmente calificable en términos aptos para todos los públicos (y lo digo en serio: si pinchan en el enlace es bajo su responsabilidad; yo me lavo las manos).
De lo que no suele hablarse tanto es del alcance de la palabra "similar". Los homeópatas no "curan una enfermedad con la sustancia que la produce", como dicen muy a menudo; en realidad lo que dicen tratar son los síntomas que presenta el paciente empleando una sustancia que produzca unos síntomas similares... diluyendo el significado del término hasta extremos homeopáticos.
Por ejemplo, supongamos que usted tiene tos. O bueno, no se me ofenda: su vecino de enfrente. La tos puede ser síntoma de numerosas patologías, desde luego, pero a los homeópatas, como dijo en su día sobre sí mismo un ilustre vendedor de patrañas paranormales, la lógica les importa un pito, y lo importante no es la enfermedad, sino los síntomas, así que nos olvidaremos de esas cosas tan complicadas como los virus o las bacterias que, por otra parte, según los seguidores de Hahnemann, no tienen que ver con el hecho de que nos pongamos malitos, y centrémonos en la tos.
Tos que, desde el punto de vista homeopático, debe tratarse como es lógico con algo que produzca también tos. De modo que nuestro primer remedio va a ser el tabaccum. O sea, el tabaco. Que desde luego hace toser, ¿verdad?
Pero los homeópatas van más allá (bueno, vamos más allá, que yo también lo soy). Supongamos que la suya no es una simple tos, sino que va acompañada de algún otro síntoma. Por ejemplo, de un cosquilleo en la garganta. A lo mejor considera que esto es razón suficiente para ir al médico o al menos a la farmacia y pedir un medicamento de verdad, en cuyo caso lo mejor será que deje aquí el artículo. Pero si a pesar de todo quiere insistir con la homeopatía, sepa usted que hay un remedio eficacísimo para esas molestias concretas: Vichy. Sí, ya saben, el agua de Vichy de toda la vida, esa llena de agujeritos que al beberla hace... pues sí, cosquillas en la garganta.
Pero vamos a suponer que su tos no se queda solo en eso. No es una tosecilla de cuando en cuando, ni siquiera la tos estridente que uno espera oír en el momento culminante de un concierto de música de cámara, no. Es una tos convulsiva, de esas que parece que en cualquier momento se nos vayan a salir los pulmones por la boca. Una tos que podríamos calificar como "explosiva", de modo que su remedio es... el Trinitrotoluenum.
Lo cual, por cierto, me plantea una duda. Que haya gente dispuesta a creer que hay que usar un explosivo (de los de verdad) para tratar una tos "explosiva" (metafóricamente hablando) ya resulta bastante inverosímil, pero que el remedio exista comercialmente sencillamente no me lo trago. Porque, vamos a ver, ¿de verdad hay alguien tan tonto como para ponerse a golpear un frasco de TNT, aunque sea contra una biblia encuadernada en cuero, como prescribía Hahnemann?
No, no me contesten, gracias. Ya me hago cargo.
Yo quiero ver sucusiones de TNT en directo, tras una barrera protectora y enfundado en kevlar.
ResponderEliminarwww.youtube.com/watch?v=pR30knJs4Xk
ResponderEliminar\m/
la homeopatía no conoce límites
Pseudociencia explosiva! BOOM!
No deja de sorprenderme la homeopatía.
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