4 de junio de 2009

La BCA contra Simon Singh: un manifiesto de apoyo



free debate

Coincidiendo con su confirmación de que apelará  la extravagante decisión del Juez Eady y por tanto seguirá adelante con su defensa frente a la British Chiropractic Association, Simon Singh ha recibido un importante apoyo: más de cincuenta personas y entidades del mundo de la ciencia y la divulgación han suscrito un manifiesto solicitando que las discusiones científicas queden fuera del ámbito de las leyes sobre difamación. 

El manifiesto está aquí en su versión original. En mi (pobre, me temo) traducción sería más o menos este:

Las leyes no deben entrar en los debates científicos. 

Los abajo firmantes consideramos que es incorrecto utilizar las leyes inglesas sobre libelo para silenciar la discusión crítica de las prácticas médicas y la evidencia científica.

La Asociación Británica de Quiropráctica ha demandado a Simon Singh por libelo. La comunidad científica habría preferido que hubiera defendido su postura acerca del uso de la quiropráctica para tratar diversas dolencias infantiles mediante una discusión abierta de la literatura médica revisada por pares, o a través de un debate en los medios de comunicación generales.

Singh sostiene que los tratamientos quiroprácticos para el asma, las infecciones de oído y otras dolencias infantiles no están avalados por evidencias. Cuando una curación o un tratamiento médico no parecen estar avalados por evidencias, deberíamos poder criticar rotundamente esas afirmaciones y el público debería tener acceso a esas críticas.

La Ley inglesa sobre el libelo, sin embargo, puede servir para penalizar este tipo de escrutinio y puede recortar gravemente el derecho a la libre expresión en una materia del máximo interés público. Resulta ampliamente conocido que la ley se inclina fuertemente en contra de los escritores: entre otras cosas, el coste de los procesos judiciales es tan alto que pocos demandados pueden permitirse defenderse. La facilidad para interponer demandas bajo la Ley inglesa, incluso contra escritores de otros países, ha convertido a Londres en la "capital del libelo" del mundo entero.

La libertad para criticar y para cuestionar, en términos firmes pero sin mala intención, es la piedra angular del debate y la discusión científica, tanto en las publicaciones con revisión por pares como en páginas web o periódicos, que permiten el derecho de réplica a los criticados. Sin embargo, las leyes sobre libelo tienen un efecto intimidante que disuade a científicos, escritores y divulgadores de la ciencia de entrar en disputas acerca de las evidencias que puedan avalar determinados productos o prácticas. Las leyes sobre libelo impiden la argumentación y el debate y simplemente fomentan el uso de los tribunales para silenciar a los críticos.

La Ley inglesa sobre el libelo no tiene cabida en los debates científicos acerca de las evidencias; la BCA debería discutir sus evidencias fuera de los tribunales. Además, el caso de la BCA contra Singh muestra un problema más amplio: hace falta una revisión urgente de la manera en que la Ley inglesa sobre el libelo afecta a las discusiones acerca de las evidencias científicas y médicas.
Es una cuestión muy importante, incluso para quienes no vivimos en Inglaterra (iba a decir que "no estamos sometidos a las leyes inglesas, pero en realidad esto resulta bastante indiferente). Supongamos que se plantean serias dudas científicas (y con "serias" quiero decir eso, "serias", no chascarrillos conspiranoicos o majaderías pseudocientíficas) acerca de la utilidad o la inocuidad de un producto. Me da igual cuál: puede ser agua milagrosa de un fabricante homeopático o un medicamento de una multinacional farmacéutica de las de verdad, un alimento, un complemento dietético o, vaya, cualquier juguete infantil. En principio lo correcto sería discutir con argumentaciones científicas acerca de esas dudas y, si es preciso, retirar del mercado el producto en cuestión (o incluso retirarlo preventivamente y luego discutir, según la gravedad del riesgo). Sin embargo, tal y como está la legislación inglesa, la empresa que vende el producto puede encogerse de hombros y limitarse a presentar una demanda por difamación; tal y como están las costas judiciales de esos procesos , y con el sesgo que la Ley inglesa mantiene a favor del demandante, lo más probable es que los críticos se callen y acepten publicar una rectificación o bien se arriesguen, como está haciendo Simon Singh, a sufrir una fuerte pérdida económica. Y aunque no espero gran cosa de la racionalidad de algunos habitantes del mundillo paranormal, seguro que muchos otros se darán cuenta de que esto, insisto, vale tanto para un pseudotratamiento supersticioso como es la quiropráctica, como para un medicamento comercializado por la más poderosa multinacional farmacéutica que puedan imaginarse: quien siembre dudas acerca de su efectividad, por muy razonables que sean estas dudas, se arriesga a la ruina.

El único modo de que avance el conocimiento científico es a través del debate, la discusión y la argumentación científica. Que incluye el derecho a hacer, como hizo Singh (lean de nuevo el artículo de la discordia) una crítica si quieren dura, vale, pero razonada y argumentada de las afirmaciones con supuesta base científica. Leyes como la inglesa, en cambio, solo sirven para aplastar ese debate científico mediante una decisión judicial que sólo está al alcance de las personas y las corporaciones económicamente más poderosas.

De modo que si está usted de acuerdo en la importancia del debate científico, lo más razonable es apoyar el manifiesto. E incluso si no lo está, si prefiere creer en energías vitales, inteligencia innata y subluxaciones, aguas memoriosas y agujas mágicas, y teme que el poder económico de las multinacionales farmacéuticas impida la defensa "científica" de semejantes tonterías, pues también. ¿No le parece?


P.S.: Aunque ya conocía el manifiesto no sabía que se iba a hacer público hoy mismo, así que la noticia me ha "pisado" una larguíííísima entrada que, bien mirado, algo tiene que ver con el tema. Quédese para otro día.

1 comentario:

  1. Este es un ejemplo de esas leyes (o interpretaciones de leyes) que están saliendo por goteo y que, bajo la justificación de proteger al demandado, vulneran el más elemental sentido común. Lo más importante, sin embargo, es que son nocivas para la sociedad por sus consecuencias. Saludos mañaneros.

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