23 de septiembre de 2010

ABC, naufragando entre las aguas del Mar Rojo

Vaya semanita que lleva la sección de ciencia de ABC. Si el otro día nos pasmábamos con la noticia de las fotos que un "investigador" aseguraba haber obtenido del asteroide 2010RF12 (que, a pesar de ser falsa hasta el ridículo, por increíble que parezca sigue estando en la edición digital del periódico y en lugar destacado de la portada de la sección),


hoy los ¿responsables? de la sección nos obsequiaron con esto:


Sí, han leído bien el titular. Dice

Un fuerte viento le abrió a Moisés las aguas del Mar Rojo

Así, con un par.

¿Se han recuperado ya? Pues sigamos. Según el artículo,

Un viento de unos cien kilómetros por hora pudo haber provocado la separación de las aguas en el Mar Rojo y permitido el paso de los israelitas guiados por Moisés, tal como relata la Biblia en el Exodo, según un estudio basado en catorce modelos realizados por ordenador.

Curiosamente, el autor (que, al César lo que es del César, se llama Emili J. Blasco) no parece mosquearse ni lo más mínimo cuando añade a continuación que

La investigación no busca negar la intervención divina, sino examinar la posibilidad de que efectivamente las aguas se abrieran y ofrecieran el cruce a pie a través del lecho del mar, algo a lo que da credibilidad.

Una declaración de intenciones como mínimo un tanto desconcertante. Como desconcertante es que ante esto el autor no realizase una mínima investigación que le hubiese llevado a localizar imágenes tan reveladoras como esta en que se muestra al principal firmante de la investigación, Carl Drews, cantando lo que no parece ser precisamente una selección de pasajes escogidos de "El origen de las especies":



Vamos, que muy imparcial no parece el muchacho.

Claro que más desconcertante aún es lo que cuenta Emili Blasco a continuación, cuando dice que

El estudio, realizado por el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Estados Unidos y la Universidad de Colorado, sitúa el paso del Mar Rojo muy cerca del Mar Mediterráneo, donde mediciones a través de satélite muestran que un antiguo brazo del delta del Nilo se acercaba al lago Tanis, de poca profundidad y próximo a la costa, cerca de la actual ciudad de Port Said. La fuerza del viento habría repartido las aguas del Mar Rojo -la lengua que sube desde Suez- entre el lago y el brazo del Nilo.

No sé cómo andarán ustedes de geografía, pero probablemente mucho mejor que el señor Blasco, que echando mano de cualquier mapa de la zona podría haber comprobado (si es que no lo recordaba de sus tiempos del cole) que entre el Delta del Nilo (que desemboca en el Mediterráneo) y el Golfo de Suez (que pertenece al Mar Rojo) lo que hay es el Itsmo de Suez. Y allí, francamente, no hizo falta que ni Moisés ni el viento abriesen ningunas aguas hasta que Fernando de Lesseps terminó el correspondiente canal, allá por 1867.



Con este patinazo, evidentemente, parece difícil compartir la conclusión final del artículo,

“A la gente siempre le ha fascinado esta historia del Exodo, preguntándose qué de verdad hay en ello. Lo que este estudio muestra es que la descripción de la partición de las aguas realmente tiene base en leyes físicas. La partición puede entenderse mediante la dinámica de fluidos. El viento mueve el agua de un modo que, de acuerdo con leyes físicas, crea un pasillo seguro con el agua a los dos lados y luego abruptamente permite que el agua vuelva a su sitio”, afirma Carl Drews, responsable de la investigación.

 Pero nos equivocaríamos si pensásemos que no hay que dar crédito a la historieta simplemente por el despiste geográfico de Emili Blasco. Ni mucho menos. Es por todo lo demás.

Vamos a verlo, como debe ser, echando un vistazo al artículo original, que se encuentra aquí por cortesía de PlosOne. O, al menos, voy a verlo yo; ustedes pueden dedicarse si quieren a otras cosas, que ya les resumo las jugadas más interesantes. De nada.

En síntesis, el artículo explora la posibilidad de que el viento pueda llegar a descubrir un camino en el lecho de un cuerpo de agua. Semejante hazaña, que hasta la fecha solo parecía estar al alcance de Cecil B. DeMille, fue por lo visto presenciada por un general británico, Alexander B. Tulloch, en 1882. Escribía Tulloch que


One day, when so employed [surveying] between Port Said and Kantarah, a gale of wind from the eastward set in and became so strong that I had to cease work. Next morning on going out I found that Lake Menzaleh, which is situated on the west side of the [Suez] Canal, had totally disappeared, the effect of the high wind on the shallow water having actually driven it away beyond the horizon, and the natives were walking about on the mud where the day before the fishing-boats, now aground, had been floating. When noticing this extraordinary dynamical effect of wind on shallow water, it suddenly flashed across my mind that I was witnessing a similar event to what had taken place between three and four thousand years ago, at the time of the passage of the so-called Red Sea by the Israelites.

[Un día, actuando así (en tareas de vigilancia) entre Port Said y Kantarah, se levantó un temporal de viento del este que llegó a ser tan fuerte que tuve que detenerme. A la mañana siguiente descubrí que el lago Menzaleh, que está situado en la ribera oeste del Canal de Suez, había desaparecido por completo, ya que el efecto del fuerte viento sobre sus aguas poco profundas las había arrastrado más allá del horizonte, y los nativos estaban caminando sobre el fango donde el día anterior habían estado flotando las barcas de pesca, hoy embarrancadas. Cuando contemplé este extraordinario efecto dinámico del viento sobre aguas poco profundas, pensé de pronto que estaba contemplando un suceso similar al que ocurrió entre tres y cuatro mil años antes, en la época del cruce del llamado Mar Rojo por los Israelitas].


De nuevo, a primera vista puede apreciarse algún elemento que no cuadra del todo. El general hablaba de un pequeño lago de aguas poco profundas que habían sido totalmente barridas por el viento, circunstancia que, por mucho que le emocionara, parece que tiene poco que ver con que el viento abra un camino en un mar grande y profundo. Sin embargo, el relato también debió de emocionar a los autores del estudio, que ni cortos ni perezosos decidieron comprobar si había podido ocurrir algo así. Bueno, no algo exactamente así: ellos querían comprobar, como nos decía con ingenuidad Emili Blasco, la posibilidad de que el viento abra un camino en las aguas.

Para lo cual, dirán ustedes, se fueron al Mar Rojo, ¿verdad? Pues no. Se fueron (y de ahí la confusión de Emili Blasco) al Delta del Nilo. Concretamente al Lago de Tanis, cuya peculiar geografía era perfecta para lo que buscaban los autores.

Y no, no lo busquen ni en Google Maps ni en la Wikipedia. El Lago de Tanis dejó de existir hace siglos, y solo nos quedan algunas alusiones en relatos antiguos e intentos de reconstrucción más o menos afortunados. Los autores del estudio emplean, concretamente, este. Y como ni aun así, les vale, le hacen unas cuantas modificaciones. Ajustando algún otro detalle geográfico aquí y allá, creando un par de lagunas adicionales, moviendo lo necesario la costa del Mediterráneo, asignando la profundidad adecuada al Lago de Tanis y retocando aquí y allá el caudal del Nilo, los investigadores descubrieron que, ¡albricias!, el modelo funciona, y un viento constante de 28 m/s (unos 100 Km/h) soplando desde el este durante doce horas seguidas consigue abrir un camino en el lecho del lago.

Y pertrechados con semejante hallazgo se dirigen al Golfo de Suez y repiten el estudio. Que requiere, por supuesto, crear un modelo de Golfo de Suez totalmente distinto al de la realidad: mucho menos profundo y con una cresta submarina que lo cruza de este a oeste a una profundidad de dos metros. Ni uno más: como descubrieron con desmayo, al aproximar su modelo a la forma real de la cresta resultaba que un pequeño aumento de profundidad en algún tramo se traducía en una "brecha" en el "camino" de más de un kilómetro.

Pero bueno; suponiendo como decíamos que la cresta estuviese solo a dos metros de profundidad, que fuese totalmente llana, y que soplase un viento de, ejem, 33 m/s (118,8 Km/h) constantemente durante veinticuatro horas, y siempre en el caso de que el viento se iniciase y terminase de forma brusca, la hazaña era perfectamente posible, y Charlton Heston Moisés y los suyos podrían haber cruzado el Mar Rojo sin más preocupación que la de no salir volando.

El milagro se ha producido.



Milagro que, por supuesto, no es que Moisés cruzase el Mar Rojo (para lo cual tendría primero que haber existido, cosa bastante improbable), sino que semejante cosa haya colado en una revista científica como PLoS.

Lamentablemente, lo que ya no parece milagroso es que ABC se haya vuelto a dejar colar una "noticia" que incluso un periódico tan poco sospechoso de hacer honor a su nombre como La Razón ha reproducido en su sección de "noticias curiosas".

Y ni siquiera vale como excusa el hecho de que se trate de un estudio aparecido en una revista científica. Eso podría servir para una gaceta trimestral de una comunidad de vecinos, pero no para un periódico supuestamente serio. Si se van a creer que todo lo que ha sido objeto de estudio en un artículo científico existe, tendrán que ir preparando reportajes sobre los ataques de zombies (pdf), la piropsicología y sexualidad de los dragones (pdf), los achaques de la familia Simpson (pdf) o el lamentable estado psíquico de Gollum (en el British Medical Journal; requiere suscripción gratuita).

Y, en cualquier caso, al paso que van tendrán que cambiar también la cabecera de la sección de ciencia por otra más ajustada a la realidad.



Lo cual, se mire por donde se mire, sería una pena, ¿verdad?

3 comentarios:

  1. Vi que en Magonia frieron el artículo sobre el asunto a comentarios pidiendo que "demostrase" que Moisés no existió y cosas similares.

    Nadie parece saber que no hay nada en los registros de Egipto y las civilizaciones circundantes que apunte a una gran migración de gran parte de la mano de obra explotada en el país, ni nada por el estilo, por lo que la historia se queda en una leyenda alegórica.

    En fin. Buena entrada, como siempre :)

    Saludos!

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  2. Y si no mal recuerdo, según el libro de los Números eran como 600.000 en edad militar los que cruzaron, con lo que debería haber cruzado como el doble (al menos) ... pues ya son horas soplando el viento.

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  3. ¡Felicidades! Un post extenso (en calidad) dedicado a desmontar una noticia extensa (en pobreza). ¡Es tremenda la cantidad de trabajo que exige echar para atrás la falta de rigor ¿malintencionada?

    Felicidades otra vez! :)

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