Me refiero a la intervención parlamentaria de la semana pasada, perpetrada por este señor de la foto, David Tredinnick.
Para quien no lo conozca (que supongo seremos la mayoría de quienes vivimos por estos pagos), el señor Tredinnick es un diputado del partido Conservador, cuyas posaderas llevan hollando los asientos de la Cámara de los Comunes más de veinte años. Unos años en los que no hemos oído hablar mucho de él, y no será por falta de méritos. En su intervención del 14 de octubre, el mismo señor Tredinnick recuerda que
En 2001 yo traje a la cámara la cuestión de la influencia de la luna, basada en la evidencia de que durante ciertas fases de la luna hay más accidentes.
Pues sí, como lo oyen. Bueno, como lo leen. De hecho, el señor Tredinnick no se queda ahí, sino que añade que
Los cirujanos no practican operaciones porque la coagulación de la sangre no es efectiva, y la policía tiene que sacar más agentes a la calle.
Seguro que todo eso les suena a magufada de las más tontas. Y tienen razón: es una magufada de las más tontas. Pero el bueno de Tredinnick no opina así, ya que acto seguido explica que
Estoy pidiendo más investigación. He sido criticado por traer aquí este asunto, pero la crítica se basa generalmente en un mal entendido. Está basada en la idea de que estoy hablando de las cosas que leemos en los periódicos acerca de la astrología y los signos astrológicos, pero no es así. Estoy hablando de una disciplina con una larga tradición, un arte y una ciencia que ha estado con nosotros desde los tiempos de los antiguos Egipto, Roma, Babilonia y Asiria. Es parte de las culturas china, musulmana e hindú. La crítica es altamente ofensiva para esas culturas, y yo tengo un instituto musulmán en mi distrito.
Así que, como ven, el señor diputado no se refiere a las tonterías astrológicas de los horóscopos del periódico, sino a tonterías astrológicas de mucha más rancia tradición. De hecho, todo el mundo sabe que los egipcios sacaban más polis a patrullar las calles en las noches de luna llena, y los asirios suspendían las intervenciones quirúrgicas durante el plenilunio por los problemas con la coagulación de la sangre. O así.
Y no se confundan por la mención al instituto musulmán del distrito del señor Tredinnick, no. Lo que le guía no es un mero interés electoral, sino el resultado de sesudas investigaciones. De hecho, durante el reciente escándalo acerca de los gastos que muchos diputados británicos colaban con cargo al erario público se supo que el señor Tredinnick se había gastado nada menos que 210 libras en un programa informático de astrología, y otras 300 en aprender a manejarlo. Una minucia comparada con las miles de vidas que puede salvar si consigue que las autoridades despierten de una vez de su letargo y prohiban la circulación de vehículos durante la fase lunar más proclive a causar accidentes, ¿no? Por cierto, si leen ustedes la noticia sobre los gastos del señor Tredinnick, no se dejen deslumbrar por las seis mil libras largas de su cuenta telefónica; ¿quien les dice a ustedes que no estaba investigando a base de llamadas a líneas esotéricas de pago, eh? Al fin y al cabo la investigación es costosa, y es una pena que los funcionarios de la Cámara de los Comunes no se dieran cuenta de que quizá el gasto de 125 libras por "costos relativos a relaciones íntimas" que también reclamaba estuviera plenamente justificado por el interés en comprobar si la luna, además de las mareas, levanta también otras cosas. Digo yo.
Pero estábamos con la brillante intervención parlamentaria del otro día. La cosa, en realidad, no iba de la luna, sino que el señor Tredinnick defendía el reconocimiento oficial y la mejora de la regulación de diversas pseudoterapias. Cedámosle la palabra:
Ha habido también ataques contra la eficacia de la homeopatía. Se envió una carta a la Organización Mundial de la Salud advirtiendo acerca del uso de la homeopatía, pero la carta ignoraba los muy claros estudios aleatorizados y a doble ciego que demuestran que es efectiva precisamente en el tratamiento de la diarrea infantil acerca del que se la criticaba. Por lo tanto, ¿apoyará contundentemente el Gobierno a la homeopatía y considerará lo que debe hacerse para que se utilice de una manera más efectiva en el servicio [público] de salud?
Es curioso... bueno, no no es curioso: es habitual en el ámbito de las "medicinas complementarias". Pero para un observador poco acostumbrado a la desvergüenza con la que los partidarios de las pseudomedicinas abrazan fervorosamente o rechazan con vigor los métodos de la medicina científica según les convenga, resultaría curioso que diga eso el mismo señor que hace poco más de un año, después de hablar del grave problema que suponía para la homeopatía
la introducción de la medicina basada en la evidencia
Decía que
la homeopatía no encaja en los métodos normales -es decir, ortodoxos- de verificación.
Una ocasión en la cual, por cierto, se pudo oir el comentario de otro parlamentario, el laborista Rob Marris, que puso el dedo en la llaga diciendo que
En este país usamos mucha agua reciclada, pero me sorprende que el agua, que supuestamente tiene memoria, no recuerde las heces que hubo en ella y por lo tanto nos haga caer enfermos a todos.
Sea como sea, y perdón por la reiteración, todos sabemos que los vendedores de pseudomedicinas se agarran como lapas a los estudios clínicos que parecen avalar su eficacia (aunque, como en el caso que cita el señor Tredinnick, luego resulta que nanay de la China), pero echan pestes de la metodología científica cuando no les da la razón. Sin ir más lejos lo hizo también el otro día el propio señor Tredinnick, contando que (agárrense a la silla)
Como pasa con los sanadores que pueden efectuar curaciones remotas, no sirve de nada que la gente diga que simplemente porque no podamos demostrar algo, no funciona. La evidencia anecdótica de que es así es enorme. Sé que la Ministra [de sanidad] tiene visión de futuro, y creo que su departamento necesita estar muy abierto a la idea de las transferencias de energía y la gente que trabaja en esa esfera.
Tratándose de un debate de tan alto calado, no podía faltar tampoco una mención al caso de la British Chiropractic Association contra Simon Singh, del que tanto hemos hablado aquí. Y del que seguiremos hablando, aunque para ir abriendo boca pueden ustedes leer este estupendo artículo de José María Mateos. Así que el señor Tredinnick dijo que
También hay problemas serios en la quiropráctica, que podríamos considerar como una disciplina auxiliar de la osteopatía. El Consejo General Quiropráctico ha sido bombardeado con quejas de autores de bitácoras -quejas espurias, diría yo- que tiene la obligación legal de investigar. Me preocupa mucho que las quejas genuinas no puedan ser tramitadas y que algún practicante contra el que se haya formulado una queja legítima pueda seguir ejerciendo. ¿Puede la Ministra ocuparse de esta situación tan insatisfactoria, que ha surgido a consecuencia de que un individuo ha perdido un procedimiento judicial contra la Asociación Británica de Quiropráctica?
Como sabemos, Simon Singh no ha perdido todavía el caso. De hecho, en las últimas semanas la situación ha dado un giro bastante favorable a sus intereses, acompañado -cómo no- por el enésimo disparo en su propio pie por parte de la BCA.
Pero de eso hablaremos otro día. Hoy estamos con las perlas humorísticas del señor Tredinnick, que en su intervención abogó por el reconocimiento oficial de diversas pseudoterapias, entre ellas las que llamó
tratamientos étnicos [las cursivas son mías; el uso de la palabra en este contexto es responsabilidad exclusiva del señor Tredinnick], que utiliza mucha gente en este país. Estoy pensando en las medicinas china y ayurvédica. Quiero señalar cómo son parte de esas culturas, y cómo esas culturas miran al cielo como parte de sus disciplinas médicas. La medicina china está estrechamente relacionada con el feng shui, que es popular en este país y que tiene una subdisciplina llamada "direcciones correctas", y se basa en la astronomía y la astrología chinas (...). La medicina ayurvédica también tiene una larga tradición de observación de factores astronómicos y astrológicos, y el Lahiri es el sistema astrológico oficial del gobierno indio.
Naturalmente, a la vista de semejante colección de bobadas, cualquiera podría esperar que tras su intervención al señor Tredinnick le llovieran palos por todos los lados. De hecho, también lo esperaba el señor Tredinnick, que a pesar de lo que pudiera parecer aún conserva el uso de algunas neuronas. De modo que, poniéndose la venda antes de recibir la herida, intercaló en su discurso esta interesante reflexión:
La oposición está basada en lo que yo llamo la fórmula SIP: superstición, ignorancia y prejuicios. Tiende a basarse en la superstición, con los científicos reaccionando emocionalmente, lo cual es siempre una gran ironía. Son también ignorantes, porque nunca estudian la cuestión y se limitan a decir que todo tiene que ver con lo que aparece en los periódicos [se refiere a los horóscopos], cosa que no es cierta, y tienen profundos prejuicios, y también prejuicios raciales [sic], lo cual es preocupante.
Durante los últimos años he estudiado en detalle esta cuestión, así como el impacto de la astronomía y la astrología en la fitoterapia occidental, como enseñó Culpeper, cuyo libro "Culpeper's Complete Herbal" ha estado en imprenta más tiempo que cualquier otro libro en este país aparte de la biblia. Actualmente hay personas que enseñan, como Jane Ridder-Patrick, que publicó "A Handbook of Medical Astrology" (...) Independientemente de lo que crea cada uno personalmente, es una cuestión que deberíamos observar y considerar.
En fin, que en vista de todo lo que dice este tipo, y especialmente de esa ardorosa defensa de la astrología médica, me asalta la tentación de terminar este comentario diciendo que
Debemos librarnos de esta desagradable superstición medieval.
El problema es que la frase ya está pillada. Concretamente la usó... el señor Tredinnick, para referirse a esos malvados científicos que rechazan a la astrología por, recordemos, superstición, ignorancia y prejuicios. Y prejuicios raciales, claro. Lo moderno es, en cambio, consultar a las estrellas para diagnosticar enfermos, y tratarlos siguiendo la lúcida y actualísima guía del "Culpeper's", que al fin y al cabo lleva desde 1653 proporcionándonos información sobre qué hierba recomiendan las constelaciones para cada dolencia.
Así que ya ven: los Monthy Pithon no vuelven. Pero es que con tipos como este no hacen falta, ¿verdad?
P.S.: Y por si no me creen, aquí tienen la intervención completa. Inmortalizada en el Diario de Sesiones para eterna vergüenza de Tredinnick, de sus electores y del Parlamento británico.
Los políticos españoles tienen muchos defectos, pero al menos se suelen dejar las magufadas en casa. Compartido en mi Facebook.
ResponderEliminar"Estoy hablando de una disciplina con una larga tradición, un arte una ciencia que ha estado con
ResponderEliminarnosotros desde los tiempos de los antiguos Egipto, Roma, Babilonia y Asiria. Es parte de las
culturas china, musulmana e hindú."
El hombre creo que está halbando de la fabricación de alfombras...
La crítica es altamente ofensiva para esas culturas, y yo tengo un instituto musulmán en mi distrito
Muy agudo, runlevel0
ResponderEliminar@ivalladt, me temo que aquí también tenemos nuestra ración de magufadas en la política. Ya he hablado de alguna de ellas y me temo que tendré que seguir haciéndolo. En fin...
Como auténticos sucesores de Monty Python, a mí That Mitchell and Webb Look me parecen los mejor colocados.
ResponderEliminarhttp://lamediahostia.blogspot.com/2009/09/that-mitchell-and-webb-look-abraham-y.html