19 de junio de 2009

¿Saben aquel del quiropráctico...?

Uno de los muchos chistes más o menos privados que ha generado el increíble caso del suicidio quiropráctico británico es el de la plétora. Como hasta ahora me he limitado a mencionarlo muy de pasada (aquí), les explico de qué va la cosa. Resulta que el pasado 26 de mayo la British Chiropractic Association hizo público un comunicado acerca del caso en el que, entre otras cosas, sus responsables (o irresponsables, visto lo visto) de relaciones públicas decían que

En el transcurso de este litigio la BCA ha aportado al Juzgado una plétora de evidencias médicas demostrando que los tratamientos funcionan y que el riesgo asociado a los tratamientos es mínimo, si es que realmente hay alguno.


La afirmación tenía su gracia, sobre todo porque lo que todo el mundo echaba de menos desde que la BCA decidió tirar por la calle de enmedio y demandar a Simon Singh es, precisamente, que los quiroprácticos hicieran públicas esas evidencias con las que sostenían las afirmaciones que hacían en su famoso panfleto Happy Families. Y ahora la BCA aseguraba que tenía no ya unas cuantas evidencias, sino una plétora de ellas. Sólo que tampoco las mostraba.

Según la Real Academia, "plétora" significa "gran abundancia de algo", pero eso, la verdad, no nos dice mucho. La gracia está en que en inglés "plétora" significa "abundancia excesiva de algo", y teniendo en cuenta que las famosas evidencias brillaban por su ausencia, el uso de este término concreto fue recibido con la lógica rechifla entre el bloguerío científico y escéptico británico.

Hasta ahora. Porque hoy, por fin, la BCA ha hecho pública su plétora de evidencias científicas.

En vista de la cual de la rechifla hemos pasado directamente al recochineo.

Para empezar, el comunicado abunda en lo que ya sabemos. Quiero decir, en lo que ya sabemos que dice la BCA: que Simon Singh es más malo que un dolor de muelas, que ellos solo quieren defenderse de sus "afirmaciones difamatorias" (de las de Singh, no de las de la BCA, claro), y blablabla. Quizá lo más interesante, en este sentido, sea que insistan en decir que

El Dr. Singh es perfectamente consciente de que la BCA cuenta con evidencias para afirmar que la quiropráctica puede ayudar en varias dolencias infantiles. Contrariamente a lo que se dice sobre este caso, la BCA nunca ha afirmado que cure esas dolencias, ni ha hecho nada para disuadir a los parientes de que continúen un tratamiento médico normal o busquen un apropiado asesoramiento médico.


Lo cual pone sobre la mesa una cuestión sobre la que llevo algún tiempo queriendo escribir, el esmerado cuidado con el que los vendedores de pseudoterapias dicen que curan sin emplear la palabra "curar". Ya hablaremos del tema.

La BCA dice también que

Con el ánimo de ampliar el debate científico, y habiendo recibido un asesoramiento profesional adecuado, la BCA ha decidido favorecer la libertad de expresión haciendo públicos los detalles de las investigaciones existentes que apoyan las afirmaciones que el Dr. Singh calificó de falsas. Esto demuestra que no es que no haya "ni una pizca de evidencia" para apoyar la postura de la BCA, sino que hay una cantidad significativa de ellas.


Lo cual demuestra que de lo que realmente tienen una plétora, una abundancia excesiva, es de morro de hormigón armado. Desde abril de 2008, cuando comenzó todo este lío, hasta el día de hoy, el único ánimo que ha mostrado la BCA hacia el debate científico ha sido intentar suprimirlo. Recordemos que tras la publicación del artículo de Singh, el diario "The Guardian" ofreció a la BCA la posibilidad de publicar una réplica en las mismas condiciones, que hubiera sido una oportunidad perfecta para que la asociación reivindicara su honorabilidad y, de paso, para ampliar el debate científico, pero la BCA se negó. Por otra parte, la BCA no dirigió su demanda contra Simon Singh y "The Guardian", sino solo contra Singh, que de este modo tuvo que afrontar él solo los enormes gastos que supone un pleito de este tipo en Inglaterra. Lo cual es una manera muy efectiva de meter miedo a cualquier particular a quien se le pase por la imaginación criticar a la BCA pero, la verdad, como forma de favorecer la libertad de expresión dejaba bastante que desear.

En fin, que la BCA estaba mostrando un comportamiento que avergonzaría a los matones de Al Capone, porque además estaba resultando absolutamente ineficaz, como hemos ido viendo: ni ha asustado a Singh ni al resto de la crítica científica. Y por otra parte, aunque con su actitud y su reiterada negativa a hacer públicas esa plétora de evidencias (no les hago una lista con las peticiones que la BCA ha recibido e ignorado por no aburrirles con enlaces y más enlaces) esperaban acallar el debate científico, en realidad lo que han conseguido es el peor resultado posible: que el debate siga, pero sin estar ellos presentes para defenderse.

De modo que podemos aceptar lo de que han recibido "asesoramiento profesional adecuado" (al menos yo me lo creo, entre otras cosas porque parece bastante claro que el que recibían hasta ahora era más bien inadecuado). E incluso que su comunicado sirva para ampliar el debate científico y favorecer la libertad de expresión. Pero lo de que tengan ese ánimo no me lo trago ni aunque descienda una legión de arcángeles con acompañamiento de banda de cornetas y timbales proclamándolo a grito pelado, vaya. Será más bien, digo yo, que por fin alguien les ha hecho comprender que la política que venían siguiendo hasta ahora era un auténtico suicidio.

Lo que pasa es que, a estas alturas, cualquier cosa que hagan solo servirá para empeorar las cosas. Así que deberían haber supuesto que, cuando en su nuevo comunicado dicen que

Quienes deseen saber más acerca de algunas de las investigaciones disponibles acerca de la efectividad y seguridad del tratamiento quiropráctico para niños con los síntomas a los que hacía referencia el Dr. Singh en su artículo de "The Guardian" pueden empezar por ver las siguientes

Los científicos y escépticos les tomarían la palabra. Porque sí, las han mirado.

Y sí, han empeorado las cosas.

La lista incluye nada menos que 29 referencias, 29. Muchas, ¿verdad? Lo que pasa es que quizá no todas resulten tan relevantes. No les voy a aburrir con el análisis pormenorizado de cada una de ellas (confieso que sí pensaba hacerlo, pero en pocas horas el bloguerío científico británico se me ha adelantado tanto que prefiero remitirles allí e invitarles a que lean las diversas refutaciones, metódicas y documentadas, que el comunicado de la BCA invitaba a hacer. Les adelanto el resultado: no se salva ninguna. De hecho, muchas de ellas o no son referencias científicas (de hecho incluso citan una carta al editor de una revista o el glosario de las normas del propio Consejo General Quiropráctico), o no tienen nada que ver con la quiropráctica (hay cuatro referencias a estudios sobre procedimientos osteopáticos, y tres a otros relativos al uso de antiinflamatorios no esteroides). Y del resto, la mayoría o tienen un valor metodológico nulo o en realidad vienen a decir que la quiropráctica no tiene ningún efecto mensurable.

Lo cual no quiere decir que la plétora se haya quedado en nada, no. ¡Qué más hubiese querido la BCA!

Quien se ha dado cuenta ha sido Martin Robbins, el científico laico". Se trata de la "evidencia" número 16 de la lista, es decir,

Glazener CM, Evans JH, Cheuk DK. Complementary and miscellaneous interventions for nocturnal enuresis in children. Cochrane Database Syst Rev 2005 Apr 23; 2:CD005230


Según la propia BCA, la conclusión o sumario de este estudio sería que

Hay una débil evidencia que apoya el uso de [la quiropráctica]


Los corchetes, en este caso, son de la BCA.

Como la absoluta desfachatez con la que citan el estudio.

Los más perspicaces se habrán dado cuenta de lo raro, casi estrafalario que resulta que la BCA recurra nada menos que a un estudio publicado por la Colaboración Cochrane. Para quienes no estén muy puestos en estas cosas, la Colaboración Cochrane es una entidad sin ánimo de lucro (y obstinadamente independiente) dedicada a la revisión sistemática de los procedimientos y tratamientos médicos, con el fin de proporcionar la mejro evidencia posible. Con el resultado, lógicamente, de haberse convertido en una pesadilla para las industrias farmacéuticas (que a menudo ven cómo sus productos, sometidos al escrutinio de Cochrane, resultan ser ineficaces), pero también la bestia negra por excelencia de las pseudomedicinas, que también ven tumbadas sus afirmaciones de efectividad incluso en los raros casos en los que algún estudio clínico parece apoyarlas.

Vamos, que el hecho de ver a la BCA recomendando un metaanálisis de la Colaboración Cochrane es como aquello de "mencionar la soga en la casa del ahorcado", solo que con el agravante de que es el propio ahorcado quien habla de ella...

Y quien habla de ella de forma bastante imprudente. Porque, vamos a ver, señores de la BCA. Después de todo lo que les ha caído en estos últimos meses (en parte arrojado por ustedes mismos), ¿de verdad se creen que nadie iba a echar un vistazo al estudio en cuestión?

Estudio que está aquí. Y cuya conclusión, como se pueden imaginar, no es exactamente la que decía la BCA. Más bien esta otra (las negritas las pongo yo, con la esperanza de dejarlo aún más clarito para ustedes pero con pocas esperanzas de que sirvan de algo a la BCA, a estas alturas):

Mojar la cama por la noche es algo común en la infancia y puede causar estigmatización, estrés e incomodidad. Las alarmas ofrecen las mejores posibilidades para su curación, y la desmopresina puede emplearse para reducir o eliminar las micciones nocturnas durante el tratamiento. Simples procedimientos conductuales como las recompensas también ayudan, especialmente como tratamiento inicial. Muchas personas emplean métodos complementarios para tratar a sus niños, pero la revisión de los ensayos clínicos no proporciona evidencias sólidas que lo apoyen. No hay información fiable que compare métodos complementarios con métodos reconocidamente efectivos como las alarmas y la desmopresina. Los tratamientos complementarios como la hipnosis, psicoterapia, acupuntura y quiropráctica pueden ayudar, pero la evidencia es débil. Es necesario investigar más.

¿Y por qué es débil esa evidencia? Cedamos de nuevo la palabra (sin manipularla, que está feo) a la Colaboración Cochrane:

Hay evidencias débiles que apoyan el uso de la hipnosis, psicoterapia, acupuntura y quiropráctica, pero se trata en cada caso de ensayos pequeños y únicos, algunos de ellos de dudoso rigor metodológico.

En fin, no sé lo que opinarán ustedes. Martin sí deja clarita su opinión en el mismo título de su entrada, "¿Deliberadamente deshonestos?" Y también parece clara y contundente la opinión de Jack of Kent (en realidad, el abogado inglés David Allen Green), cuyo blog es la referencia imprescindible para seguir los entresijos legales de este asunto, y que ha elegido significativamente como título para su post "El peor día para la BCA". Y es que, como dice Jonathan Hearsey,

tratar de engañar a los periodistas con la ciencia es una cosa, pero tratar de engañar a los científicos con la ciencia es algo muy distinto...

De modo que con su jugada maestra, la BCA no solo ha conseguido convencer aún más a todo el mundo de que su evidencia no vale un pimiento. Es que se las han arreglado para divulgar públicamente un documento en el cual manipulan una referencia científica a sabiendas.

Recordemos que el panorama se presentaba bastante preocupante para Simon Singh desde el momento en que el Juez Eady había decidido que, con sus palabras, Singh estaba acusando a la BCA de promover tratamientos sin evidencias, a sabiendas de que en efecto no tiene evidencias, sencillamente porque Singh no podría demostrarlo.

Bueno, pues la BCA se ha encargado de proporcionarle las evidencias que necesitaba.

En fin, decía yo hace cosa de un mes que

Tal y como están las cosas, quizá lo más inteligente que pueda hacer la BCA sería intentar también por su parte llegar a un acuerdo y echar tierra cuanto antes sobre todo este asunto.

Bueno, pues rectifico: no es lo más inteligente, es lo único que puede hacer la BCA para garantizar su propia supervivencia. Eso y callarse la boca, claro, porque ahora ya no están apuntando a sus propios pies, sino a su cabeza.

En su Guía para pacientes de la medicina mágica, David Colquhoun define "Libelo" como

Una medicina realmente cara para utilizar sólo en caso de que no tengas ninguna evidencia. Suele tener éxito entre los practicantes de las terapias alternativas porque para ellos la verdad es irrelevante.

Yo tengo una definición mejor, o al menos más relevante al caso:

Libelo: en pseudomedicina, suicidio.

17 de junio de 2009

Mi contribución a la homeopatía

Es muy sintomático que el último artículo que Esther Samper ha dedicado a las pseudomedicinas se titule "Pues a mí me funciona" y otras falacias en torno a la homeopatía. Cualquiera que se haya acercado a ese curioso mundillo sabe que, en efecto, la creencia en cualquier pseudoterapia se apoya en el uso de varias falacias, pero la principal es precisamente esa: "pues a mí me funciona". Ya puede uno recurrir a toda clase de explicaciones acerca del efecto placebo, la recesión a la media, la remisión natural de muchas enfermedades o lo que sea; ante el "pues a mí me funciona" no hay nada que hacer.

O quizá sí.

Rose Shapiro es una periodista británica especializada en temas de salud que en 2008 publicó"Suckers: How Alternative Medicine Makes Fools of Us All". Se trata de un repaso completo, ameno pero riguroso, a buena parte de la charlatanería pseudomédica que nos invade, incluyendo, claro está, la homeopatía.

Pero es en las primeras páginas del libro, concretamente en el capítulo 2 ("How to Spot a Quack") en el que, sin querer, da con una ingeniosa manera de atacar el "pues a mí me funciona". Aunque sea por un flanco.

Dice Shapiro (y traduzco yo) que

La tarea de detectar la charlatanería es más sencilla cuando te das cuenta de que hay grandes áreas de la medicina en las que no aparece. Son las relacionadas con resultados fácilmente mensurables, o donde existe riesgo de muerte inminente. No hay ningún anticonceptivo homeopático, por ejemplo. Nadie utilizará la reflexología tras un apuñalamiento, ni la fitoterapia china en el tratamiento de condiciones agudas como una pierna rota, una apendicitis o un ataque cardíaco. Los practicantes de las "Medicinas Alternativas y Complementarias" saben muy bien que no deben competir con los médicos en el tratamiento de traumatismos. Como dice un norteamericano practicante de la medicina alternativa, "si te atropella un camión no hay nada mejor que la medicina científica moderna".


Lo que dice Shapiro es cierto. Bueno, en parte: es verdad que por regla general ningún charlatán pseudomédico va a tener la ocurrencia, pongamos por caso, de tratar con homeopatía el SIDA o la malaria... en el mundo desarrollado. Porque sean conscientes (aunque sea en parte) de sus limitaciones, por ética o, en fin, porque sepan a lo que se exponen. Pero en otros lugares del mundo sí que pueden hacer esas barbaridades con total impunidad, al menos mientras las autoridades sanitarias nacionales e internacionales no le pongan remedio.

Pero estábamos hablando del "a mí me funciona" y de la posibilidad de ponerlo a prueba. Y ahí es donde el texto de Rose Shapiro me dió una idea. Porque, como bien dice ella, no hay ningún anticonceptivo homeopático, pero bien podría haberlo. De hecho no sería tan difícil crearlo.

Si recuerdan ustedes, uno de los principios básicos de la homeopatía es el de los similares: similia similibus curantur o "lo similar cura a lo similar". Y ojo, estamos hablando de "lo similar", no "lo mismo". Supongo que lo primero que se les habrá ocurrido a ustedes, igual que me pasó a mí, es que si la causa del embarazo es la fecundación del óvulo por un espermatozoide, una dilución homeopática de semen masculino serviría para evitarlo, ¿verdad?

Pues no, las cosas no son tan simples. La homeopatía no se preocupa de las verdaderas causas de lo que trata. Bueno, sí que se ocupa, pero lo hace mediante la llamada "teoría de los miasmas", una chifladura tan notoria que muchos homeópatas prefieren no hablar demasiado sobre el tema.

Pero nos da igual. La cuestión es que la homeopatía, a pesar de todo ese rollo de "tratar pacientes y no enfermedades" y demás, en realidad se fija no en las causas del problema, sino simplemente en sus síntomas aparentes. Si los homeópatas, por ejemplo, recomiendan allium cepa para los resfriados no es porque tras tan misterioso nombre se esconda un poderoso agente antivírico; allium cepa significa simplemente "cebolla", y los homeópatas lo prescriben para los catarros porque las cebollas producen también congestión e irritación de las mucosas. O sea, porque induce algo que más o menos se parece un poco a los síntomas del resfriado.

(Y, por cierto, si ustedes se preguntan dónde puñetas queda eso de "tratar a los pacientes y no a las enfermedades" en una web que se limita a decir que si el niño se acatarra le demos el mejunje este, sin siquiera conocer de vista al crío, es que son unos escépticos recalcitrantes, de mente cerrada y vendidos a las multinacionales farmacéuticas. Quiero decir a las multinacionales farmacéuticas no homeopáticas, claro).

Así que recapitulemos: un anticonceptivo homeopático debe prepararse a base de algo que induzca síntomas parecidos a los del embarazo, pero que en realidad no tengan nada que ver con el embarazo. ¿Qué tenemos?

Pues tenemos lo que un servidor, en aras del avance de la pseudociencia, ha bautizado como "fermentum pocima". Una denominación que sigue estrictamente los principios de la nomenclatura homeopática: utiliza un latín más o menos macarrónico y, sobre todo, sirve para darle un nombre pomposo a algo tan cotidiano como la "bebida de cebada fermentada". O sea, la cerveza.

Repasemos los datos. Como todos sabemos (y probablemente experimentemos a lo largo de este verano), la ingestión de cerveza produce la denominada "panza cervecera" o "curva de la felicidad", un pronunciado abultamiento del abdomen de aspecto indudablemente similar al que produce un embarazo. Tomada en cantidades inmoderadas, por otra parte, la cerveza puede producir náuseas, mareos, vómitos y otros síntomas también similares a los que algunas mujeres experimentan durante el embarazo.

Y, por encima de todo, la cerveza no tiene nada que ver con el embarazo, algo como hemos visto fundamental a la hora de considerar una sustancia como base para un remedio homeopático.

Queda la aplicación del segundo principio de la homeopatía, la de la dilución infinitesimal.

Confieso que aquí me pierdo un poco. De todos es sabido que a mayor grado de dilución, más potente será el potingue. Bueno, para ser exactos, de todos es sabido que los homeópatas dicen eso. Pero, aparte de esa regla general, la verdad es que no tengo muy claro qué criterios emplean para determinar qué dilución concreta deben emplear. Por lo que he leído, sospecho que ellos tampoco lo tienen muy claro y que emplean más bien la ojimetría, pero no lo sé con seguridad.

Claro que tampoco me importa demasiado, porque creo que he llegado a una solución de compromiso bastante satisfactoria.

Por un lado, como decíamos, el principio sostiene que cuanto más diluida está una sustancia más potente resulta, motivo por el cual los homeópatas en vez de tomarse un café por la mañana se limitan a abrir el bote de Nescafé, echarle un rápido vistazo y cerrarlo de nuevo. Digo yo. En cualquier caso, como está claro que la función de un anticonceptivo es evitar los embarazos, y no creo que ninguna usuaria de nuestro potingue quiera arriesgarse a quedarse medio embarazada, creo que lo mejor es emplear una dilución alta y así evitamos riesgos.

Pero tampoco demasiado alta. Al fin y al cabo, en las diluciones superiores a 12 centesimales de Hahnemann (12CH) ya ha desaparecido cualquier rastro de la sustancia original. Sencillamente no queda ni una sola molécula de la tintura madre. Así que, aunque los homeópatas sigan hablando de la "memoria del agua" y algunos hasta hagan rogativas para que Avogadro resucite con el fin de lincharlo, lo cierto es que a partir de 13CH cualquier dilución adicional es inútil: seguimos teniendo única y exclusivamente agua.

Afortunadamente.



De modo que ahí está mi propuesta: el anticonceptivo homeopático "fermentum pocima 13CH", de venta exclusiva en farmacias y herbolarios y que, encima, puede promocionarse con aquella bonita frase que dice “Cerevisia malorum divina medicina”. Que, como es de un personaje tan venerado en el mundillo pseudomédico como Paracelso, seguro que funciona fabulosamente como lema comercial.

Hala, señores homeópatas, aquí tienen la idea gratis. Ahora sólo tienen que comercializarla. Ganarán unos dinerillos y, sobre todo, demostrarán de una vez por todas la eficacia de la homeopatía, porque seguro que ni una sola usuaria del potingue se queda embarazada. ¿Verdad?

Pues venga. A ver si hay narices.

14 de junio de 2009

El harakiri como técnica de defensa quiropráctica

Quienes estén siguiendo esta laaaarga serie de entradas sobre el caso de la British Chiropractic Association contra Simon Singh...

Bueno, ante todo, déjenme que les felicite por su paciencia.

Decía que quienes estén siguiendo esta serie recordarán que "ayer no más decía" yo que la BCA había recomendado a sus afiliados retirar cualquier alusión a que la quiropráctica pueda tratar cinco de las siete dolencias infantiles que citaba Singh en su artículo. Y seguía diciendo que seguramente no hacía la misma recomendación para las otras dos

quizá porque la BCA considere que sí que tiene evidencias suficientes para respaldar la eficacia de la quiropráctica frente a ellas


Bueno, pues me equivocaba clamorosamente.

Pero vamos con un poco de orden. Como me señalaba Andrés Diplotti en un comentario a la entrada anterior, la revista New Scientist publica hoy una carta titulada "En defensa de la quiropráctica" y firmada nada menos que por Richard Brown, vicepresidente de la BCA.

Como quiropráctico, la verdad, no sé cómo será este buen señor. La única referencia que tengo de él es que es el quiropráctico oficial del Cheltenham Town FC, y viendo cómo va la calificación de la League One inglesa tampoco parece que eso sea una muy buena carta de presentación. Como informático, en cambio, parece ser muy bueno (o bien contrata muy buenos profesionales), porque las dos clínicas quiroprácticas en las que trabaja, Lansdown Clinic y Hardwicke & Quedgeley Chiropractic Clinic Holding han sido especialmente diligentes a la hora de borrar sus huellas tanto en el caché de Google (véase aquí y aquí), como en Wayback Machine (como pueden comprobar aquí y aquí). Ante lo cual, lamentablemente, nos quedamos con las ganas de saber lo que han ocultado, ¿no?

Pero, eso sí, como defensor de la quiropráctica no tiene precio. Porque es precisamente la argumentación que hace en su carta, y no una especie de recochineo sádico (bueno, sí, quizá también eso, vale) lo que me ha inspirado el título de esta entrada.

Analicemos la carta. Dice Brown que

Desde que la British Chiropractic Association (BCA) decidió demandar al escritor científico Simon Singh por difamación, científicos y periodistas han desatado un torrente de críticas contra la quiropráctica. Buena parte de ellas son erróneas y precisan ser corregidas.

Muchos críticos -Incluyendo a Edzard Ernst (New Scientist, 30 de mayo, p. 22) se remontan a los orígenes de la quiropráctica. Su clara intención es sugerir que los quiroprácticos modernos se aferran a la idea decimonónica de que los desajustes en la alineación espinal son responsables de la mayoría de las enfermedades. Aunque una pequeña minoría mantiene aún este punto de vista, la mayoría son conscientes de que estas afirmaciones han sido desmentidas hace ya mucho tiempo.


Paremos la cinta (y, como dice el anuncio, si usted ha entendido esta alusión debería empezar a cuidarse un poco). ¿La mayoría son conscientes de que esas afirmaciones del padre fundador (casi Mesías fundador, o al menos eso decía él) de la quiropráctica han sido desmentidas? ¿Seguro?

En una interesante entrada, el blog A canna' change the laws of physics comenta cuánto de cierto hay en esta afirmación respecto a los quiroprácticos británicos. Lo hace con estadísticas y todo. Aquí no tenemos esa suerte, pero basta un repasito por las páginas web de los quiroprácticos españoles para comprobar que, a pesar de lo que diga el Sr. Brown (con esto de la supresión de webs almacenadas en chaché no sé si debo o no llamarle "doctor"), la base de la quiropráctica sigue estando en las majaderías que se inventó David Daniel Palmer hace siglo y pico. Empezando por el equivalente español de la BCA (salvando las distancias), la Asociación Española de Quiropráctica (también pueden ver la web aquí en una copia almacenada, ya saben, por si las moscas y tal).

Según su propia página, la AEQ define la quiropráctica como

la profesión sanitaria que se ocupa del diagnóstico, tratamiento y prevención de las alteraciones del sistema músculo-esquelético, y de los efectos que producen estos desórdenes en la función del sistema nervioso y en la salud en general.


En principio la definición no parece muy anticuada. De hecho, casi parece hasta futurista si tenemos en cuenta que la legislación actualmente vigente no la incluye entre las profesiones sanitarias reconocidas. Pero dejemos esos matices para otro día. Decía que no parece muy anticuada porque no menciona la inteligencia innata, las subluxaciones y demás tonterías.

Porque lo hace aquí. Y aquí. Y , y aquí, y aquí... Vamos, para no aburrirles les diré que lo difícil es no encontrar esas alusiones.

Pero habíamos dejado al pobre Brown con la palabra en la boca. Vamos de nuevo con él. En su carta sigue diciendo que

Las afirmaciones acerca de que la quiropráctica es peligrosa pasan por alto dos investigaciones recientes. Una no encontró ninguna asociación de causa-efecto entre la manipulación quiropráctica y los derrames cerebrales. La otra llegó a la conclusión de que la incidencia de derrames cerebrales tras la quiropráctica no era mayor que tras una consulta con un médico convencional (Spine, vol 32, p. 2375 y vol 33, p. S176).


Bueno, yo ahí no me meto. Simplemente porque otros analizan la cuestión mejor que yo, están más interesados en ella e incluso, lamentablemente, en algunos casos ya no pueden interesarse.

Así que volvamos con Mr. Brown y su carta:

Nuestros críticos también cometen el error de equiparar la quiropráctica con la manipulación espinal, especialmente respecto al tratamiento de dolencias no espinales como el asma. Esto demuestra una falta de comprensión del hecho de que los quiroprácticos emplean una larga serie de tratamientos, incluyendo asesoramiento postural, asistencia y ejercicio.


Pues sí. Y también, al menos en las clínicas de Brown, otros tratamientos tan científicamente contrastados y decididamente a la última como la aromaterapia, la reflexología pedal, el masaje terapéutico, las velas auriculares... Pero de todos modos el problema aquí no es si los quiroprácticos se dedican o no exclusivamente a la manipulación de la columna vertebral: lo hagan ayudándose de otras técnicas verdaderamente científicas o decididamente charlatanescas, el caso es que lo hacen y que esa es, como hemos visto, la espina dorsal (perdón por el chiste malo) de la profesión. Para recibir un buen asesoramiento postural o que nos confeccionen una tabla de ejercicios adecuada no es preciso que acudamos a un quiropráctico: todas esas cosas y muchas más las pueden hacer, por ejemplo, los fisioterapeutas. Que además no nos van a venir con majaderías sobre el flujo de la inteligencia innata, los ajustes vertebrales y demás cháchara, lo cual es una garantía de que basan su actividad en conocimientos anatómicos y fisiológicos correctos y no en fantasías pseudocientíficas.

Pero no nos vayamos por las ramas, porque estamos llegando a la parte verdaderamente interesante de la cartita: la espectacular patada que el Sr. Brown, como vicepresidente de la BCA, se ha propinado en sus propios cataplines corporativos. Dice Brown, en un párrafo por el que sin duda estará a estas horas sumido en el llanto y el rechinar de dientes:

Ernst y otros aseguran que la quiropráctica carece de evidencias a su favor, señalando la gran escasez de ensayos controlados y aleatorizados. Pasan por alto el hecho de que muchas intervenciones médicas comúnmente aceptadas también cuentan con poca o ninguna evidencia científica a su favor.


Dejemos por alto lo dudoso de emplear el "tú también" como táctica de defensa, y veamos lo que implican el parrafito de marras: ante la afirmación de "Ernst y otros" de que la quiropráctica no cuenta con evidencias que la respalden, el ínclito Sr. Brown no sólo no la desmiente, sino que la confirma.

No me negarán que es pasmoso.

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Hala, ya nos hemos pasmado bastante. Recupérense, levántense del suelo los que se hayan caído de la silla, enderecen la columna (no sea que venga algún quiropráctico a ejercer con ustedes su "ciencia, arte y filosofía") y vuelvan a leer el párrafo.

Y ahora levántense del suelo otra vez.

Así, a bote pronto, lo primero que se nos puede ocurrir es que en cualquier actividad -y más aún en las relacionadas con la salud- lo más sensato es que si una práctica determinada no demuestra ser efectiva lo mejor es dejarla de lado y hacer otra cosa. Vamos, que atendiendo a las sabias y, estoy seguro, lamentadísimas (por él y sus colegas) palabras del Sr. Brown, lo que habría que hacer es abandonar de una vez esas intervenciones médicas dudosas, sí, pero también la quiropráctica en pleno.

Pero, además, si recordamos el origen de todo esto, la afirmación de Simon Singh respecto a que la BCA "promueve alegremente tratamientos falsos", la cosa empieza a pintar pero que muy muy oscura para la BCA. Porque, vamos, lo que viene a decir nada menos que el vicepresidente de tan autodeshonrada institución es que, en efecto, los tratamientos son falsos, al menos en el sentido de que no cuentan con suficientes evidencias científicas que los respalden.

Poniéndonos muy, pero que muy quisquillosos, tras esto la única duda que puede quedar en el aire es si el Sr. Brown y sus colegas sabían esto cuando Sing escribió su artículo o bien se ha caído ahora del guindo. Pero después de esta nueva metedura de pata, en un país con una legislación sobre difamación medianamente normal y con un sistema judicial en el que no estuvieran presentes elementos como Sir David Eady el veredicto estaría ya cantado, ¿verdad?

En fin, por no dejar al Sr. Brown colgado (y entiendan que empleo esta palabra en un sentido puramente figurado, no en el sentido real que seguro que muchos quiroprácticos querrán darle), su carta sigue diciendo que

Finalmente, el caso contra Singh ha sido reformulado por quienes le apoyan como una cuestión de libertad de expresión. No lo es. La ley sobre libelo pretende censurar (sic) la capacidad de los individuos para publicar afirmaciones falsas y difamatorias que dañen la reputación. Reprimir el debate científico sería algo claramente erróneo.


Sería muy largo entrar a comentar este párrafo, y más teniendo en cuenta que la legislación inglesa es muy distinta a la española. Pero diré un par de apuntes: a tenor de lo que los propios quiroprácticos, ahora con la BCA a la cabeza, han venido diciendo y haciendo, creo que ha quedado más que claro que las afirmaciones falsas no eran precisamente las de Singh. Y que la difamación, la publicación de algo contra "la buena opinión y fama" de alguien, queda bastante en entredicho si tenemos en cuenta que los propios quiroprácticos británicos se están encargando de demostrar que no era más que una cáscara vacía.

Brown finaliza diciendo que

Cada año cientos de miles de pacientes se benefician de la quiropráctica. Su historial de seguridad es igual o superior a la de otras profesiones sanitarias reguladas, y que se sepa en Gran Bretaña no ha habido muertes debidas a la quiropráctica. La satisfacción de los pacientes es usualmente alta, y estamos decididos a proporcionar niveles aún mejores de atención sanitaria.


Que viene a ser la habitual llamada a las masas que practican las pseudomedicinas, en plan "no tenemos pruebas de que el equilibrio energético mamario funcione, pero miles y miles de pacientes están contentísimos con él". Lo cual puede ser cierto o no tanto, pero no deja de ser una falacia como la copa de un pino. Tampoco voy, como ya he dicho, a discutir si la quiropráctica es o no segura (aunque les confieso que si la perspectiva de recibir determinados "ajustes" no me pone los pelos de punta es solo por falta de pelo, no porque la cosa no dé miedo).

En lugar de todo eso, me quedo con las últimas palabras del artículo, cuando el Sr. Brown dice que "estamos decididos a proporcionar niveles aún mejores de atención sanitaria".

Porque, ¿saben? de eso no me cabe la menor duda. En vista de lo que sabemos sobre la quiropráctica (incluyendo lo que viene a admitir Brown en su artículo), la mejor manera de "proporcionar niveles aún mejores de atención sanitaria" sería que su pseudociencia desapareciera del mapa. Y, visto lo que están haciendo en los últimos días, estoy convencido de que los quiroprácticos británicos están decididos a lograrlo.

12 de junio de 2009

El hundimiento (de la quiropráctica británica)

Aunque no hayan visto ustedes El hundimiento", seguro que una de sus escenas les resultará familiar: el fenomenal monólogo en el que Hitler, interpretado por Bruno Ganz, desahoga su frustración ante la imposibilidad de evitar la derrota de su "Reich de los mil años". La interpretación es magistral y el guión consigue, sin expresarlo con palabras, que el espectador se dé cuenta de que lo que verdaderamente ocurre es que Hitler ya no puede seguir ocultándose a sí mismo algo que sabía desde hacía mucho tiempo. Y, encima, la escena es tan buena que con unos simples cambios en el texto sirve para cualquier cosa, desde reírse de Lopera a criticar el entusiasmo ante una industria aún tan incipiente como es la de los automóviles eléctricos.

Lo único que faltaba es que alguien la aprovechase para contar lo que pasa con la quiropráctica en Gran Bretaña, y por fin la tenemos aquí. Y no ha sido cosa de los escépticos, no: de momento, las parodias del bando racionalista se quedan en los Monty Python.

Los que han decidido parodiar la película, por lo visto, son los propios quiroprácticos.

El otro día, cuando hablábamos del nuevo e inesperado aliado de Simon Singh en su enfrentamiento judicial con la British Chiropractic Association, recordábamos que la extraordinaria puntería con la que la McTimoney (que sí, que el nombre es de verdad) Chiropractic Association se había disparado en su propio pie no tenía por qué afectar necesariamente al desarrollo del caso en los tribunales. Al fin y al cabo, la MCA es solo una parte de la profesión, no toda ella, y desde luego es una asociación distinta de la BCA.

Y evidentemente, la BCA no va a ser tan estúpida como para hacer lo mismo, ¿verdad?

Bueno, pues parece que sí lo es.

Resulta que otra asociación, la United Chiropractic Association, ha remitido también a sus miembros un mensaje con recomendaciones de seguridad ante la que les está cayendo.

Y bien, dirán ustedes, la UCA tampoco es la BCA, ¿verdad?

No, no lo es. Pero es que, en su mensaje, la UCA se limita a decir que se adhieren a un comunicado de la BCA, que reproducen íntegramente. Lo cuenta en su bitácora Richard Lanningan, el mismo quiropráctico disidente (no, no estoy recurriendo yo también a los Monty Phyton) que sacó a la luz el mensaje confidencial de la MCA, y lo reproduce en la suya Martin Robbins. Y yo, como me estoy riendo tanto con todo esto, se lo traduzco a continuación.

Dice, insisto, la BCA:

La BCA recuerda a sus miembros sus obligaciones derivadas de la Advertising Standards Authority (ASA) section 50 (relativa a los productos y terapias de salud y belleza, véase)

Requerimos a nuestros miembros para que revisen su actual material promocional (impreso o colocado en internet) para asegurarse de que cumple con los requisitos establecidos tanto por la ASA como por el GCC [Consejo General de Quiropráctica]. Tengan en cuenta que la jurisdicción de la ASA no se extiende a los materiales editoriales colocados en las páginas web de nuestros miembros.

Al revisar el material es convieniente que tengan en cuenta lo siguiente:

1. ¿Hay alguna afirmación que no pueda justificarse mediante referencias a evidencias? Recuerden que el GCC exige que la actividad de los quiroprácticos se base en evidencias, definiéndola como "práctica clínica que incorpora la mejor evidencia disponible derivada de la investigación, las preferencias del paciente y la experiencia de quienes la practican (incluyendo al propio quiropráctico)".

2. Procure no hacer promesas que no esté seguro de poder cumplir.

3. Evite hablar de enfermedades controvertidas o que no estén contempladas por la quiropráctica ortodoxa, como dislexia/dispraxia, a no ser que disponga de investigaciones que le respalden. Si ha hecho usted alguna referencia a llanto prolongado, problemas de sueño y alimentación, dificultades respiratorias e infecciones frecuentes, dado que se trata de síntomas y no de enfermedades concretas le sugerimos que las retire.

4. No se presente a sí mismo como especialista en ninguna variedad determinada de quiropráctica.

5. No utilice palabras extrañas para referirse a enfermedades comunes.

6. No critique injustificadamente a otros profesionales sanitarios.

7. Si habla de subluxaciones, incluya información explicando lo que son.

8. Tenga cuidado con el uso del título de Doctor. Asegúrese de que no pueda haber ninguna duda de que usted es un quiropráctico y no un médico. No emplee el título de doctor en ningún impreso sin aclarar expresamente que usted es un quiropráctico.


Hasta aquí las recomendaciones de la BCA, que con un lenguaje más moderado vienen a ser la misma llamada a ocultar las pruebas que hacía la MCA. Vale, por tanto, lo que ya comentábamos sobre aquello.

Salvo por un detalle. Vamos a ir para atrás una vez más y recordemos que todo empezó con aquel famoso artículo de Simon Singh en el que decía que la BCA promocionaba alegremente tratamientos falsos, ¿se acuerdan? La crítica de Singh podría haberse extendido tranquilamente a prácticamente todos los tratamientos quiroprácticos, y de hecho en Trick or Treatment Singh y Ernst solo encuentran evidencias de que la quiropráctica pueda tener alguna efectividad para tratar dolores de espalda (y aun así, al mismo nivel que los tratamientos convencionales).

Pero no fue así. Singh citaba solo unas pocas enfermedades infantiles, las que la BCA contemplaba en su folleto Happy Families (y perdonen que les ponga un enlace a la caché de Google, pero el folleto original ha desaparecido "misteriosamente" de la web). Es decir: cólicos, problemas de alimentación y sueño, infecciones de oído frecuentes, asma y llanto prolongado. Que son las mismas que la BCA recomienda ahora retirar. Las únicas excepciones son los cólicos y el asma, quizá porque la BCA considere que sí que tiene evidencias suficientes para respaldar la eficacia de la quiropráctica frente a ellas, aunque la defensa de Simon Singh muestre que esas evidencias son, como mínimo, discutibles.

Y vale, la excusa que utilizan es que no se trata de enfermedades reales, sino de síntomas. Pero... ¿no les parece que se trata simplemente de eso, de una excusa? Al fin y al cabo, en su momento no fueron tan exquisitamente puntillosos a la hora de mencionarlas en su folleto.

En fin, no sé cómo lo verán ustedes, pero a mí me parece que, como les decía, la quiropráctica británica (y con ella la BCA) está, en efecto, escenificando su propia parodia de "El hundimiento". Aunque no de la escena de Hitler cabreado, sino de otra más hacia el final de la película.

La del suicidio.


P.S.: De verdad, les juro que estaba decidido a cambiar de tema y dejar por un tiempo la quiropráctica en particular y de las pseudomedicinas en general. Pero qué le voy a hacer, la actualidad manda. Y además, ¡qué narices!, reconozco que este espectáculo es la mar de divertido...

11 de junio de 2009

El tsunami de la Quiropráctica llega a España

Seguro que a estas alturas estarán ya al cabo de la calle de la fabulosa maniobra mediante la cual los quiroprácticos británicos se las han arreglado para quedarse con el culo al aire bajándose ellos mismos los pantalones. Si no es así no hace falta que lean mi entrada: basta con que se den un paseo por las siempre recomendables Magonia y El retorno de los charlatanes y ver cómo tratan el tema Luis Alfonso Gámez y Mauricio-José Schwarz. Y eso sin salir de aquí, que si se asoman ustedes a las web escépticas y científicas británicas o norteamericanas (graciosísimo el término de" Quiroapocalipsis", cortesía de Phil Plait) ya ni les cuento.

Pero no hace falta que vayan para allá, de verdad. A estas alturas el derrumbe de las webs quiroprácticas, que en las últimas horas han ido desapareciendo "misteriosamente" o han experimentado importantes y significativos cambios es ya imparable, hasta el punto de que ya está incluso llegando a nuestras costas.

Observen estas dos imágenes. Esta primero



Y esta después



Ambas imágenes corresponden a la web de Russell M. Dean, un quiropráctico inglés afincado en Sant Cugat, pero la primera de ellas es la copia aún almacenada en el caché de Google; la otra, la que aparece ahora mismo en internet.

Y ahora vamos a jugar a las diferencias. Las tres diferencias, tres.

La primera es bastante evidente, ¿verdad? La web contiene ahora esta interesante advertencia



Una advertencia la mar de necesaria, créanme, porque resulta que, ¡cachis!, las anteriores versiones de esta web sí que hablaban de los prodigiosos poderes curativos de la quiropráctica. Vamos, que lo que anunciaban reiteradamente antes era todo lo contrario que dicen ahora, que la quiropráctica es mejor que el ungüento verde y el bálsamo de Fierabrás juntos.

Y esa es la segunda diferencia, aunque resulta considerablemente más difícil de descubrir: buena parte del contenido de la web ha sufrido importantes cambios, en los cuales se han eliminado alusiones a "curas", se han matizado los supuestos éxitos de los "tratamientos", e incluso se ha borrado una interesantísima sección denominada "para escépticos", tan hilarante e inexacta en su momento como, evidentemente, embarazosa y comprometedora ahora.

Y se han eliminado también las alusiones al historial de Dean Russell como "doctor". Fíjense, fíjense en la vieja web




Y en la nueva



El hombre ha sufrido una terrible degradación en cuanto a su titulación académica, que desde las alturas de un doctorado desciende a las profundidades de la realidad. Degradación que, por cierto, de momento aún no han experimentado el resto de los "doctores" de la clínica, seguramente por un fallito a la hora de hacer lo que Mauricio-José Schwarz ha denominado tan gráficamente destrucción de pruebas incriminatorias.



Pero yo, con mis poderes adivinatorios, predigo que no tardará en desaparecer. Ya lo verán.

En fin, que a mí eso de eliminar todas las afirmaciones respecto a las supuestas propiedades terapéuticas de los tratamientos quiroprácticos y todas las alusiones al título de "doctor" francamente me suena. Y a ustedes también, ¿verdad?

El hundimiento generalizado de las afirmaciones públicas de los quiroprácticos está, pues, empezando a llegar a España, aunque de momento sólo afecte a los británicos que han venido aquí a ejercer sus habilidades en el noble arte de desplumar incautos. Y digo yo que quizá no estuviese de más que también a los de aquí les diésemos algún empujoncito. ¿Cómo lo ven? Pues permanezcan atentos a sus pantallas.


Actualización a 11 de junio: Como era de esperar, este asunto sigue generando comentarios en los blogs británicos, pero tal vez el más interesante sea el de Jack of Kent, que combina un completo conocimiento del caso con su condición de abogado. Como Jack of Kent recuerda, la MCA no es la BCA, y por tanto en principio esto no debería afectar directamente al juicio contra Simon Singh. Sin embargo, si repasan ustedes la web de Russell Dean, y en concreto la sección sobre los "doctores" quiroprácticos, se encontrarán con un interesante detalle: Dean, al igual que otros muchos quiroprácticos que han procedido a retirar de sus webs todos los contenidos que, ejem, pudieran incriminarles, pertenece a la BCA pero no a la MCA. Evidentemente Russell y sus muchos otros colegas que se han apresurado a tirar las evidencias por el inodoro antes de que llegue la poli, aunque sean miembros de la BCA, siguen sin ser la BCA. Pero también me parece evidente que, si tantos socios de la BCA son conscientes de que sus afirmaciones acerca de la efectividad de los tratamientos quiroprácticos son pura palabrería hueca, empieza a resultar bastante difícil sostener que los directivos de su asociación sean tan pardillos como para no saberlo también, ¿verdad?

10 de junio de 2009

Un nuevo aliado para Simon Singh

Hay que ver lo que son las cosas. Tal y como comentábamos el otro día, a raíz de la demanda que formuló contra él la British Chiropractic Association Simon Singh está recibiendo un fuerte apoyo por parte de la comunidad científica y escéptica, apoyo que sigue incrementándose día a día. Pero lo que no podía prever nadie es que se pongan también de su lado... los propios quiroprácticos.

¿Que suena un tanto extraño? Bueno, sí, lo es. De hecho, seguro que los quiroprácticos no querían ni mucho menos echar una mano a Singh (o sí querían echársela, pero al cuello). Pero mira por dónde, una asociación quiropráctica británica ha venido a proporcionarle un buen argumento para su defensa ante el Juzgado.

Recapitulemos un poco (sólo un poco, no se asusten). Como recordarán, el Juez Eady decidió en su audiencia preliminar que Simon Singh había acusado a la BCA de engaño deliberado, porque en la interpretación del Juez su famosa frasecita (que la BCA "happily promotes bogus treatments") implicaba que la asociación sabía perfectamente que sus tratamientos carecen de evidencias científicas que los avalen y aún así los promueve. Como decíamos en su momento, con esta decisión la defensa de Singh resulta imposible, porque difícilmente podrá demostrar algo que, en primer lugar, ni siquiera pretendió afirmar en ningún momento.

O, mejor dicho, difícilmente podría haberlo demostrado hasta ahora. A raíz de todo este follón, numerosos científicos y escépticos británicos se han dedicado a escudriñar las páginas web de los quiroprácticos, denunciando ante las autoridades de consumo e incluso ante el Consejo General de Quiropráctica (organismo de la profesión con funciones autorreguladoras, aunque hasta ahora no ha demostrado demasiado entusiasmo por cumplir esta tarea) a quienes aseguran sin ninguna prueba que los tratamientos quiroprácticos sirven para curar enfermedades (es decir, prácticamente todos), o se presentan como "doctores" sin tener en realidad ninguna titulación médica (de nuevo, prácticamente todos). Un escrutinio que poco a poco va dando sus frutos y que, lógicamente, los quiroprácticos ven como un decidido acoso.

¿Y cuál es su respuesta? Bueno, si alguno de ustedes esperaba que se hubieran apresurado a exhibir públicamente sus títulos de doctor en medicina y su plétora de evidencias sobre la efectividad de sus tratamientos, lo mejor será que deje de leer este blog y se vaya a otro sitio. Porque no hay nada de eso. Más bien lo contrario: un buen ejemplo de su reacción es lo que recomienda otra asociación británica, la McTimoney Chiropractic Association (MCA), que ha enviado a sus asociados un correo electrónico urgente y confidencial que pueden leer por ejemplo aquí, que califica todo esto de una "caza de brujas contra los quiroprácticos". Les aconsejo que lo lean entero, porque no tiene desperdicio, pero para sumayor comodidad y regocijo les traduzco aquí las recomendaciones que hace en alguno de sus párrafos:

- Si usted tiene una página web, retírela AHORA.


- ELIMINE todos los folletos de información para pacientes de la MCA, o los suyos propios en los que asegure que puede tratar esguinces cervicales, cólicos u otros problemas infantiles en su clínica o en cualquier otro lugar en el que consten sus datos de contacto. NO LOS UTILICE hasta nuevo aviso. la MCA está trabajando en un folleto para sustituirlos provisionalmente que le enviaremos lo antes posible.


- Si aún no lo ha hecho, introduzca su nombre seguido de la palabra "quiropráctico" en un motor de búsqueda como Google (por ejemplo, Joe Bloggs quiropráctico) y podrá comprobar la información que exista sobre usted en el dominio público, por ejemplo si usted figura en algún sitio con el título de Doctor o si se le relaciona con alguna página web que pudiera comprometerle [...] COMPRUEBE TODAS LAS ENTRADAS CUIDADOSAMENTE Y EN CASO DE DUDA CONTACTE CON EL PROVEEDOR CORRESPONDIENTE PARA ELIMINAR LA INFORMACIÓN SOBRE USTED.


- Si utiliza tarjetas de visita u otros artículos de papelería en los que aparezca el título de "doctor" y no se especifique claramente que usted es un doctor en quiropráctica o que no posee titulación médica acreditada, DEJE DE UTILIZARLOS inmediatamente.


Y como lo mejor que se puede hacer en estos casos es predicar con el ejemplo, la propia página web de la MCA se presenta ahora tan vacía como, ellos mismos vienen a reconocerlo, sus afirmaciones acerca de la efectividad de sus tratamientos



A pesar de que no hace mucho (el caché de Google no miente era la mar de mona



Y que encima queda constancia de ello para la posteridad en los indiscretos archivos de internet.

En fin, recordemos que en su artículo de la discordia Simon Singh decía que esos tratamientos falsos que la BCA promociona alegremente eran precisamente los de cólicos y otros problemas infantiles. Y según el Juez Eady, las palabras de Singh implicaban que él considera que la BCA es consciente de que esos tratamientos no tienen respaldo científico y a pesar de eso los promueve. Bueno, la BCA no sé, pero me da en la nariz que la reacción de la MCA demuestra que al menos ellos sí que los están promocionado a sabiendas de que no hay evidencias cientificas que demuestren su eficacia.

¿No les parece?


P.S.: por cierto, no dejen de leer el último artículo de Esther Samper en Soitu. Merece la pena.

4 de junio de 2009

La BCA contra Simon Singh: un manifiesto de apoyo



free debate

Coincidiendo con su confirmación de que apelará  la extravagante decisión del Juez Eady y por tanto seguirá adelante con su defensa frente a la British Chiropractic Association, Simon Singh ha recibido un importante apoyo: más de cincuenta personas y entidades del mundo de la ciencia y la divulgación han suscrito un manifiesto solicitando que las discusiones científicas queden fuera del ámbito de las leyes sobre difamación. 

El manifiesto está aquí en su versión original. En mi (pobre, me temo) traducción sería más o menos este:

Las leyes no deben entrar en los debates científicos. 

Los abajo firmantes consideramos que es incorrecto utilizar las leyes inglesas sobre libelo para silenciar la discusión crítica de las prácticas médicas y la evidencia científica.

La Asociación Británica de Quiropráctica ha demandado a Simon Singh por libelo. La comunidad científica habría preferido que hubiera defendido su postura acerca del uso de la quiropráctica para tratar diversas dolencias infantiles mediante una discusión abierta de la literatura médica revisada por pares, o a través de un debate en los medios de comunicación generales.

Singh sostiene que los tratamientos quiroprácticos para el asma, las infecciones de oído y otras dolencias infantiles no están avalados por evidencias. Cuando una curación o un tratamiento médico no parecen estar avalados por evidencias, deberíamos poder criticar rotundamente esas afirmaciones y el público debería tener acceso a esas críticas.

La Ley inglesa sobre el libelo, sin embargo, puede servir para penalizar este tipo de escrutinio y puede recortar gravemente el derecho a la libre expresión en una materia del máximo interés público. Resulta ampliamente conocido que la ley se inclina fuertemente en contra de los escritores: entre otras cosas, el coste de los procesos judiciales es tan alto que pocos demandados pueden permitirse defenderse. La facilidad para interponer demandas bajo la Ley inglesa, incluso contra escritores de otros países, ha convertido a Londres en la "capital del libelo" del mundo entero.

La libertad para criticar y para cuestionar, en términos firmes pero sin mala intención, es la piedra angular del debate y la discusión científica, tanto en las publicaciones con revisión por pares como en páginas web o periódicos, que permiten el derecho de réplica a los criticados. Sin embargo, las leyes sobre libelo tienen un efecto intimidante que disuade a científicos, escritores y divulgadores de la ciencia de entrar en disputas acerca de las evidencias que puedan avalar determinados productos o prácticas. Las leyes sobre libelo impiden la argumentación y el debate y simplemente fomentan el uso de los tribunales para silenciar a los críticos.

La Ley inglesa sobre el libelo no tiene cabida en los debates científicos acerca de las evidencias; la BCA debería discutir sus evidencias fuera de los tribunales. Además, el caso de la BCA contra Singh muestra un problema más amplio: hace falta una revisión urgente de la manera en que la Ley inglesa sobre el libelo afecta a las discusiones acerca de las evidencias científicas y médicas.
Es una cuestión muy importante, incluso para quienes no vivimos en Inglaterra (iba a decir que "no estamos sometidos a las leyes inglesas, pero en realidad esto resulta bastante indiferente). Supongamos que se plantean serias dudas científicas (y con "serias" quiero decir eso, "serias", no chascarrillos conspiranoicos o majaderías pseudocientíficas) acerca de la utilidad o la inocuidad de un producto. Me da igual cuál: puede ser agua milagrosa de un fabricante homeopático o un medicamento de una multinacional farmacéutica de las de verdad, un alimento, un complemento dietético o, vaya, cualquier juguete infantil. En principio lo correcto sería discutir con argumentaciones científicas acerca de esas dudas y, si es preciso, retirar del mercado el producto en cuestión (o incluso retirarlo preventivamente y luego discutir, según la gravedad del riesgo). Sin embargo, tal y como está la legislación inglesa, la empresa que vende el producto puede encogerse de hombros y limitarse a presentar una demanda por difamación; tal y como están las costas judiciales de esos procesos , y con el sesgo que la Ley inglesa mantiene a favor del demandante, lo más probable es que los críticos se callen y acepten publicar una rectificación o bien se arriesguen, como está haciendo Simon Singh, a sufrir una fuerte pérdida económica. Y aunque no espero gran cosa de la racionalidad de algunos habitantes del mundillo paranormal, seguro que muchos otros se darán cuenta de que esto, insisto, vale tanto para un pseudotratamiento supersticioso como es la quiropráctica, como para un medicamento comercializado por la más poderosa multinacional farmacéutica que puedan imaginarse: quien siembre dudas acerca de su efectividad, por muy razonables que sean estas dudas, se arriesga a la ruina.

El único modo de que avance el conocimiento científico es a través del debate, la discusión y la argumentación científica. Que incluye el derecho a hacer, como hizo Singh (lean de nuevo el artículo de la discordia) una crítica si quieren dura, vale, pero razonada y argumentada de las afirmaciones con supuesta base científica. Leyes como la inglesa, en cambio, solo sirven para aplastar ese debate científico mediante una decisión judicial que sólo está al alcance de las personas y las corporaciones económicamente más poderosas.

De modo que si está usted de acuerdo en la importancia del debate científico, lo más razonable es apoyar el manifiesto. E incluso si no lo está, si prefiere creer en energías vitales, inteligencia innata y subluxaciones, aguas memoriosas y agujas mágicas, y teme que el poder económico de las multinacionales farmacéuticas impida la defensa "científica" de semejantes tonterías, pues también. ¿No le parece?


P.S.: Aunque ya conocía el manifiesto no sabía que se iba a hacer público hoy mismo, así que la noticia me ha "pisado" una larguíííísima entrada que, bien mirado, algo tiene que ver con el tema. Quédese para otro día.