Decía el artículo que
Desde la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, la médico valenciana Esther Samper refuta un discurso que califica de «pura palabrería» y afirma que los brazaletes «no pueden tener efecto alguno porque están compuestos por materiales inertes que no afectan para nada a las personas». Añade Samper que los fabricantes «se han limitado a modernizar con hologramas el viejo argumento del electromagnetismo, pura superchería desde un punto de vista científico».
Menos de un mes después, el mismo periódico publicaba este otro artículo, denunciando igualmente el fraude:
Y citando también a algún otro personaje conocido:
Para Fernando Frías, abogado alicantino experto en fraudes paranormales, la explicación del fenómeno radica en el «efecto placebo. Los testimonios hablan de cuestiones muy subjetivas, como sentirse mejor o peor, que no dependen de las dolencias -muchas veces cíclicas- sino de la interpretación que de ellas se haga», en la «autojustificación de la inversión» y en que «mucha gente no sabe distinguir explicaciones sin fundamento».
Frías, que es miembro del Círculo Escéptico, destaca que el consumidor está desprotegido ante este tipo de productos milagro. «La Administración no actúa y los jueces lo excluyen de los delitos de estafa porque el engaño es tan burdo que no es culpa únicamente del estafador sino también del estafado».
A finales de abril, La Verdad volvía a comentar el fraude de las timopulseras, con motivo de la denuncia de Facua contra la empresa Power Balance España:
Como decía el periódico,
La pulsera fue desarrollada hace un par de años por un grupo de atletas norteamericanos con una fórmula bastante sencilla: una simple tira de neopreno o silicona y un poco de autosugestión.
Y no acaba aquí la cosa. Tres días más tarde La Verdad informaba de que Facua ha denunciado a una tercera empresa fabricante de timopulseras:
Recordando de nuevo que
Dada la gran variedad de pulseras pseudomilagrosas, esta organización de consumidores ha pedido a las administraciones que actúen "con la rapidez y contundencia" ante un "fraude de estas dimensiones", en el que cientos de miles de afectados han comprado pulseras con supuestos efectos beneficiosos sobre la salud.
Bueno, pues adivinen ahora qué promoción trae la edición de hoy de ese mismo periódico:
Maikelnai comentaba hoy en su blog algunas de las razones por las que los blogs van ganando terreno a la prensa convencional. Bueno, aquí tienen una de ellas, porque después de esto la credibilidad del periódico queda a la altura del betún.
Y conste que el título de esta entrada es una simple broma: las pulseras estas no provocan ningún efecto sobre la salud, y la promoción probablemente no se deba a un ataque de esquizofrenia, sino de márketing. Es más: sospecho que parte de la culpa de este bochorno se debe sencillamente a que los responsables de la promoción ni siquiera se molestan en leer su propio periódico.
Y la otra parte al verdadero efecto Power Balance, claro. Porque no me negarán que, en este caso, la relación entre las timopulseras y la idiotez es innegable, ¿verdad?
Ciertamente, no se molestan en leer ni su propio periódico ¿Pretenderán, por ventura, que lo lean otros?
ResponderEliminarEl caso de las timopulseras me resulta especialmente sangrante. Cada vez que veo a un amigo o amiga con ellas les explico que es un fraude y les envío enlaces a blogs como este. Pero se excusan diciendo que se las han regalado, que las llevan «por si acaso», etc. En esos momentos me sirvo un vaso de cerveza y brindo por la infinita estupidez humana.
La pulsera del nuevo milenio... vaya toalla.
ResponderEliminarAlgunos de mis compañeros de trabajo tienen una fe ciega hacia las pulseras de marras. He intentado explicárselo mil veces, pero es como hablar con una pared. Y si les mandas un enlace a algún blog escéptico te dicen que "es una opinión más".
Buf. Qué pocos fabricantes de pulseras hay en la cárcel.