18 de septiembre de 2010

La semana de la quiropráctica



Estamos en la Semana de la Quiropráctica. Así que hablemos de ella.

Contábamos hace algún tiempo que los estudios científicos demuestran que la efectividad de la quiropráctica es prácticamente ninguna. De hecho, ni siquiera los propios quiroprácticos han podido encontrar ningún estudio riguroso que demuestre que la quiropráctica sirva para otra cosa que no sea aliviar el dolor lumbar y, quizá, la migraña, dolencias que en cualquier caso mejoran con cualquier masaje sin necesidad de acudir a conceptos como el "complejo de subluxación vertebral". Algo que, a pesar de ser un pilar básico de la doctrina de la quiropráctica, los propios quiroprácticos están teniendo que reconocer a regañadientes que sencillamente no existe. En su día lo hizo, como contábamos, el British Chiropractic Council, y ahora también parece que lo está haciendo (aunque de tapadillo) nada menos que el Council of Chiropractic Education USA. Teniendo en cuenta que la quiropráctica se basa en la creencia de que todas las dolencias son causadas por esas "subluxaciones", y en consecuencia en el poder curativo de su corrección mediante la "manipulación quiropráctica", evidentemente si aquellas no existen estas tampoco tienen ninguna razón de ser, ¿verdad?

Pero en aquella entrada comentábamos también que

si en la mayoría de las pseudoterapias el principal peligro es que un enfermo no siga o incluso abandone un tratamiento médico real, la manipulación quiropráctica y la parafernalia que la rodea sí que pueden resultar peligrosas. Lo veremos otro día.

Así que vamos a inaugurar esta Semana de la Quiropráctica (o "Semana Q", como la llaman) dando un repaso a esos peligros.

El primero es bastante obvio para todo el que haya visitado alguna vez a un quiropráctico. El (recordemos, inexistente) "complejo de subluxación vertebral" es un supuesto mal alineamiento de las vértebras, y la mejor forma de verlo (teniendo en cuenta que solo los quiroprácticos son capaces de verlo) es mediante una radiografía.

Ahora bien; como resulta sobradamente sabido, la exposición a los rayos X siempre supone un cierto riesgo, motivo por el cual en la práctica médica, digamos, "normal" se procura limitarla a lo estrictamente necesario. Una radiografía no incrementa excesivamente el riesgo de padecer cáncer, pero generalmente se realiza solo cuando los beneficios superan claramente ese pequeño riesgo. Pero el tratamiento quiropráctico suele requerir la realización no de una, sino de varias radiografías, tanto para la "diagnosis" como para comprobar la "evolución" del "tratamiento" (pdf). Si tenemos en cuenta que, como decíamos, la evidencia muestra que la quiropráctica no tiene efectos terapéuticos que justifiquen esta reiterada exposición a los rayos X, calculen ustedes mismos si merece la pena someterse a una práctica de riesgo, por pequeño que sea, para nada.

Otro peligro de la quiropráctica y, en general, de todas las pseudoterapias, es que los pacientes no acudan a un tratamiento médico real. Se trata de un riesgo bajo, en parte porque la quiropráctica suele emplearse para dolencias de escasa importancia o incluso para realizarse chequeos rutinarios, y en parte porque los quiroprácticos, por suerte, no suelen llegar a extremos como desaconsejar a sus pacientes seguir un tratamiento médico que podría haber salvado su vida o proponerles que, en vez de vacunarse, se "protejan" con alguno de sus remedios ficticios. De hecho, los quiroprácticos suelen hacer mucho hincapié en su capacidad para "tratar" problemas como los cólicos de los bebés, el asma o la enuresis infantiles, o los dolores crónicos de espalda y cuello, que o bien desaparecen con el crecimiento o bien tienen una evolución cíclica (lo que les asegura una notable tasa de "éxito"), pero que en todo caso no suelen ser sintomáticos de enfermedades graves.

Sin embargo, hay un tercer factor de riesgo que desde hace poco está empezando a tomarse en serio, porque realmente es muy, muy preocupante: el peligro de sufrir lesiones a causa de la manipulación quiropráctica.

En este interesante artículo de Richard P. Di Fabio se analizan los riesgos de la manipulación cervical en general. Como puede verse en este gráfico


la cosa no es como para tomársela a broma: entre los peligros que encontró el Dr. Di Fabio están el de sufrir una disección arterial, lesiones cerebrales, trombosis... Y, por otra parte, como nos muestra este otro gráfico


en la inmensa mayoría de los casos estas lesiones, muchas de ellas mortales, fueron producidas por quiroprácticos. Estos resultados han sido confirmados por los que encontró Edzard Ernst en este otro estudio, dedicado expresamente a estudiar los casos de muerte tras recibir tratamiento quiropráctico.

Si bien, como hace notar el propio Dr. Ernst, probablemente haya muchos más que los ya conocidos. El problema es que la manipulación quiropráctica, a base de movimientos rápidos y bruscos de las vértebras, puede llegar a dañar las arterias cerebrales. En los casos más extremos el quiropráctico llega a seccionar completamente alguna de las arterias, pero la mayoría de las veces el proceso del llamado "chiropractic stroke" es mucho más sutil. Lo podemos ver en este vídeo:



En definitiva, el daño producido en el interior de la arteria a causa de la manipulación quiropráctica provoca la formación de un trombo que, al desprenderse, da lugar a un accidente cerebrovascular. Sin embargo, como el trombo puede tardar días o incluso semanas en desprenderse es muy probable que nadie llegue a asociarlo con la sesión de quiropráctica. En la actualidad hay varios estudios encaminados a intentar comprobar si la incidencia de infartos cerebrales es mayor entre los pacientes que se someten a quiropráctica que entre el resto de la población, pero aún no hay resultados concluyentes.

En cualquier caso cada vez se van conociendo más casos de este tipo, de modo que el problema empieza poco a poco a asomar en los medios, entre otras razones por la creciente interposición de demandas judiciales por parte de las víctimas. Y aunque los quiroprácticos se resisten con uñas y dientes incluso a algo tan elemental como informar de este riesgo a sus pacientes, las compañías de seguros están empezando ya a retirar la manipulación quiropráctica de sus coberturas, para evitarse males mayores.

Pero todo ello, claro, fuera de nuestras fronteras. Aquí nos quedamos con la repetición acrítica y bobalicona de lo del Día de la Quiropráctica.

Día que, como decíamos al principio, en realidad es una semana. Así que me permitirán ustedes que hablemos más del tema estos días. ¿Quién sabe?, quizá hasta nos llevemos alguna sorpresa agradable y todo...


Notas: 


- Supongo que los lectores del blog se habrán dado cuenta de que la frase inicial es un homenaje a aquel famoso artículo de Simon Singh que dio lugar a su épica batalla judicial frente a la British Chiropractic Association. El Dr. Singh recordaba en aquel artículo que él mismo había escrito junto a Edzard Ernst el libro Trick or Treatment, dedicado a evaluar las evidencias científicas que respaldan (o, más bien, no respaldan) todo tipo de terapias alternativas.




Pues bien; tal y como anunció el otro día Simon Singh, ha puesto a la venta un pequeño número de ejemplares firmados. Los pueden encontrar a través de ebay.




- Esto de la semana de la quiropráctica es una excelente excusa para publicar información rigurosa sobre ella. ¿Verdad? Sí, pueden tomarlo como una invitación/provocación/reto ;-)

15 de septiembre de 2010

Halliburton, Aníbal y la pobre Miss Dally

Si son ustedes lectores de Amazings.es probablemente recuerden la historia de Richard Halliburton, el tipo que se convirtió en un barco. Pero en julio de 1935 en lo que se transformó fue nada menos que en un conquistador. Aquí lo tienen atravesando el Puerto del Gran San Bernardo, a 2473 metros de altitud, dispuesto no a conquistar Italia, pero sí por lo menos a demostrar que Aníbal también pudo cruzar así los Alpes en el año 218 a.C., a lomos de un elefante.




Lo cual viene a ser algo así como el punto culminante de un error con casi veinte siglos a sus espaldas.

Supongo que todo el mundo conoce, aunque sea a grandes rasgos, la historia de Aníbal, el general cartaginés que al mando de su ejército partió desde Hispania y, cruzando los Alpes, se adentró en Italia, derrotando estrepitosamente a las legiones romanas en dos grandes batallas y quedándose a un paso de conquistar la mismísima ciudad de Roma. Se trataba de una hazaña pasmosa para la época, hasta el punto de que los historiadores de entonces, incluyendo a los romanos, no dudaron en reflejarla con todo lujo de detalles. Habló de ella, por ejemplo, Polibio, hacia mediados del siglo II d.C., y por Tito Livio sabemos que no fue el único, ni mucho menos. 

Y que la mayoría habían metido la pata con la geografía.

En la época romana, el que hoy conocemos como Puerto del Gran San Bernardo se llamaba Summus Poeninus, Cumbre penina. Y muchos historiadores, según contaba Tito Livio, pensaron que aquel nombre se debía precisamente al hecho de que pasase por allí Aníbal (que era paenus, es decir, púnico o cartaginés). Livio explicaba que esta ruta no llevaba a territorio de los taurinos, con quienes se enfrentó Aníbal tras el cruce de los Alpes, sino al de los salassos, pero añadía otro argumento igual de sólido: la denominación del puerto no tenía nada que ver ni con Aníbal ni con Cartago, sino con el dios Penino, venerado por las tribus celtas de la zona y al que los romanos, con notable practicidad, asociaron a su propio Júpiter. 

De hecho, esto que no vemos en la foto es precisamente el templo de Júpiter Penino que presidía el Puerto, erigido frente al antiguo altar celta.



Y digo “que no vemos” porque los cristianos sustituyeron a su vez a Júpiter Penino por Jesucristo, a quien está consagrada la iglesia del Hospicio que fundó Bernardo de Menthon allá por el año 1050, según algunas fuentes, y en 950, de acuerdo con otras (que no tienen en cuenta que Bernardo nació hacia 1020, aunque claro, siendo un santo, con eso de los milagros...) Y, como dice la frase, desnudaron a un santo para vestir a otro, es decir, desmontaron el templo y el resto de las edificaciones romanas que aún quedaban en pie para aprovechar sus piedras en la construcción del Hospicio. Se ha logrado identificar varias de estas piedras en los cimientos, la cripta o la "quesería" (la bodega subterránea) del Hospicio, además de otros restos reutilizados en diversos lugares de la zona.

El saqueo, sin embargo, no pudo acabar con todo. A pesar de que las edificaciones quedaron reducidas a unos cimientos difíciles de identificar, aún es visible la vía romana, y los arqueólogos han podido recuperar una gran cantidad de objetos de bronce y hierro (excepcionalmente bien conservados gracias al clima extremadamente frío, que congela la humedad impidiendo la oxidación). Entre ellos, numerosas tablillas votivas dedicadas, cómo no, a Júpiter Penino:


El recuerdo del dios romano se conserva también en la toponimia. La zona del Puerto en la que están situados los restos romanos se conoce como Plan de Jupiter, y el pico más alto de los que rodean el paso se llama aún Mont Joux, herencia directa del romano Mons Iovis.

Pero estábamos con Aníbal. Si no pasó por el Gran San Bernardo, ¿por qué es una creencia tan extendida? Aunque la confusión siguió manteniéndose entre historiadores (pocos) y novelistas (muchos), probablemente el mayor responsable sea otro personaje histórico, otro gran conquistador. Este de aquí:


El personaje es, obviamente, Napoleón Bonaparte, y la imagen corresponde a uno de sus retratos más famosos: el que pintó Jacques Louis David en 1801. El cuadro refleja a Napoleón dirigiéndose a la conquista de Italia, para lo cual tuvo que hacer que su ejército cruzara los Alpes en 1800. Y, esta vez sí, por el Gran San Bernardo.

Y el cuadro refleja también la conocida megalomanía de Napoleón. En realidad pasó por el Puerto a lomos de una mula, y haciendo noche en el Hospicio. Pero quiso que le glorificaran al máximo, retratándose a lomos de un brioso corcel y en actitud de heroico guía de sus soldados. 

Identificándose, además, con gloriosas figuras del pasado. Si se fijan en la parte inferior izquierda del cuadro verán que las rocas presentan tres inscripciones:


Corresponden a Carlomagno (que sí pasó por el Puerto, aunque de forma bastante más pacífica) el propio Napoleón... y Aníbal.

Años más tarde Napoleón fue derrotado y depuesto, pero gran parte de su obra sigue entre nosotros, y entre ella muchos de los frutos de su propaganda. Recordemos que su carrera política y militar coincide con el desarrollo del romanticismo, y muchos de los elementos épicos y nostálgicos de esa propaganda fueron amplificados por pintores, escultores y escritores de la época.

De modo que ahí tenemos a Halliburton cruzando el Gran San Bernardo en elefante.

O, mejor dicho, en elefanta, porque era una dama. Se llamaba Elysabethe Dalrymple, aunque era familiarmente conocida como Miss Dally, y no lo pasó demasiado bien en el viaje. Tuvo que atravesar algunas dificultades poco comunes en su entorno natural


Y acabó enferma a causa del viaje. Aunque Halliburton y los cronistas de la época aseguraron que el problema había sido el estruendoso recibimiento que le habían preparado las autoridades italianas, lo cierto es que la pobre Miss Dally ya había dado muestras de fatiga durante la subida al Puerto, obligando incluso a Halliburton a apearse en alguna ocasión.


Al parecer, cuando Miss Dally llegó a la cima del Puerto sufría mareos y fatiga provocados probablemente por la altitud y la dureza de la subida. Sin embargo, por lo que tengo entendido consiguió recuperarse y volver a su feliz vida en el zoo de París.

Y después de todo, quizá su paso por el Gran San Bernardo no fuera tan traumático. Allí le presentaron a uno de los famosos perros del Hospicio...


...y, aunque nadie lo puede asegurar a ciencia cierta, quizá aquel encuentro acabó en algo más que un cordial saludo ante las cámaras ;-)


Nota: La hazaña de Miss Dally (Halliburton se limitaba a ir encima) puede contemplarse en esta colección de fotos de Raymond Schmid, así como en esta curiosa peliculita de la época, de la que he extraído las imágenes.

9 de septiembre de 2010

El gruyere no tiene agujeros

A pesar del tiempo transcurrido, una de las entradas más visitadas de este blog sigue siendo la que dediqué en su día a la edición del año pasado del "Congreso Ciencia y Espíritu", un magno evento dedicado, como vimos, a arremeter con espíritu templado y firme contra la ciencia en todas sus vertientes. Y sospecho que esa popularidad de la entrada se debe precisamente a este carácter multidisciplinar del acto, porque en él se presentaron tantas ideas estrafalarias distintas que no me extrañaría que algún internauta despistado viniese a parar al blog buscando, qué se yo, la energía crística, el orgonite o el pericardio (sí, el pericardio) como alojamiento del alma. De hecho, yo titulaba la entrada "El (peligroso) Congreso Ciencia y Espíritu" precisamente porque la presencia en él de tantas y tantas propuestas no ya distintas entre sí, sino francamente contradictorias, podría haber dado lugar a algún tipo de enfrentamiento entre los ponentes. Me apresuro a aclarar que no fue así, y que a pesar de que cada uno de ellos presentaba una idea que implícitamente se daba de patadas contra las de los demás, terminaron todos en paz y armonía unidos por lo único que tienen en común todas sus tesis: que prescinden completa y absolutamente de la realidad.

Y claro, en una entrada que, a pesar de no estar ya de actualidad, sigue recibiendo visitas a un ritmo más o menos regular es inevitable que también aparezca de vez en cuando algún comentario nuevo. Y el último (por ahora) me ha parecido digno de una entrada. Dice Maite:

Me hacen gracia aquellos que "creen" en la llamada ciencia "oficial" y desprecian olímpicamente a los que intentan buscar otro tipo de explicaciones alternativas. ¿Acaso porque aparezca reflejado en los supuestos sesudos estudios científicos oficiales les da una credibilidad mayor?

Y, ¿qué quieren que les diga?, da en el clavo. Evidentemente, eso de la ciencia "oficial" no existe, lo que hay es buena y mala ciencia, ciencia de verdad y pseudociencia, pero también es cierto que desde ciertos ámbitos (desde los que, por lo visto, escribe Maite) se denomina así a la ciencia en tanto en cuanto desmiente sus creencias. Y, visto desde esta perspectiva, lo cierto es que los estudios científicos merecen mucha más credibilidad que las intuiciones de un iluminado, las invenciones de un espabilado o los desvaríos de alguien que probablemente debería buscar ayuda psicológica profesional. Que de los tres casos hubo en el Congreso. De hecho han sido los resultados de los estudios científicos y no los cuentos sobre "energías espirituales", los delirios sobre conspiraciones o los disparates sobre revelaciones de origen extraterrestre los que han permitido que Maite, como yo, podamos por ejemplo intercambiar comentarios mediante un ordenador conectado a internet en vez de esperar la oportunidad de conocernos para poder hablarlo en persona. O, ya puestos, que tanto ella como yo (en mi caso, con toda seguridad) sigamos vivos para poder hacerlo en lugar de habernos muerto por culpa de una afección que no era curable hace apenas unas décadas.

Sigue diciendo Maite que

¿Y todo lo que nos ocultan o lo que callan porque no tienen ni la más remota idea -o por intereses espurios, por qué no decirlo- ? 

Y aquí ya no anda tan fina. En primer lugar, lo que mueve a la ciencia es precisamente el afán de descubrimiento, por lo que no tiene sentido ocultar o callar lo que se ignora. Todo lo contrario: diariamente se hacen esfuerzos para superar esa ignorancia en lugar de regocijarse en ella. Y en cuanto a los intereses espurios, no creo que haya que presuponerlos en nadie. Dudo mucho que ningún crítico de la homeopatía, por ejemplo, sostenga que todos sus defensores están a sueldo de multinacionales como Heel o Boiron (con la que, de hecho, a muchos escépticos nos unen lazos entrañables).

Más aún: incluso cuando se produce algún fraude científico a causa de esos intereses espurios (como en este caso, sin ir más lejos), se cometen falsificando y ocultando los resultados realmente obtenidos mediante el método científico, y son también los mecanismos de la ciencia los que lo descubren y denuncian. Lo cual, por cierto, contrasta bastante con lo que ocurre en esos "Congresos Ciencia y Espíritu": ninguno de los ponentes podría denunciar la falsedad de las tesis de los demás, por mucho que se opongan a las suyas, sencillamente porque ni las de los otros ni las suyas propias tienen ni la más mínima relación con el mundo real.

Así, por ejemplo, cuando alguno de esos ponentes dicen, como Maite, cosas como esta

¿Se ha informado algún "anónimo" de esos que JAMÁS nadie ha podido mostrar una sola fotografía del virus del SIDA?. Sin embargo de otros muchos virus prefectamente catalogados sí que hay fotos. En el tema del SIDA hay tantas lagunas que los agujeros del "Gruyere" superan al propio queso y, supongo que como en este tema hay muchos otros.

no pasa nada si el ponente de al lado dice que el VIH fue creado por ingeniería genética para acabar con los homosexuales, por ejemplo. Y tampoco pasa nada si alguno de esos ponentes, como Maite, siguen con la milonga de que jamás se ha podido mostrar una sola fotografía del virus del sida cuando basta con echar un vistazo a la Wikipedia para ver alguna, sin ir más lejos.



De hecho algo así ocurrió en el Congreso de marras. Aunque Maite diga que

Otro ejemplo: lo de la gripe A ha sido un montaje de tomo y lomo y hasta en los llamados "medios oficiales" hemos podido tener noticia de que la OMS está siendo investigada por exagerar el peligro con la llamada "pandemia", lo mismo que hicieron pocos años antes con la gripe aviar.

no faltaron en ese mismo congreso quienes consideraban a la gripe A como un ataque biológico en toda regla. Si es por exagerar, quienes se llevaron la palma fueron los conspiranóicos, como siempre. De hecho la propia Maite lo reconoce a continuación:

Ahora bien, sí que estoy de acuerdo en que hay muchos en el mundillo alternativo que ante las cuestiones anteriores, por poner un ejemplo, extraen conclusiones exageradas, cuando no peregrinas, como que hay un plan oculto para matar a la población, envenenarnos o yo qué sé a medio plazo. Eso es mera conjetura y yo no me atrevería a afirmar semajantes cosas, pero está claro que con la gripe A han querido hacer un negocio de tomo y lomo y después de que los gobiernos se gastasen millonadas en las vacunas la inmensa mayoría no se ha utilizado, pero las grandes firmas ya se han llenado los bolsillos.

Lo cual nos lleva a otro problema. Las teorías conspiranóicas, tan arraigadas en el que la propia Maite llama "mundillo alternativo", son atractivas entre otras cosas porque son enormemente simples, pero suelen pasarse de simpleza. Los fabricantes de vacunas contra la gripe A sin duda hicieron un gran negocio, contando con la complicidad de algunos miembros de la Organización Mundial de la Salud. Pero el riesgo de la gripe A era y es real, y aunque no haya mutado hasta variedades aún más peligrosas o letales tampoco se puede decir que haya pasado sin dejar un balance aterrador. Y es cierto que muchos gobiernos adquirieron más vacunas de las que fueron al final necesarias, pero un error de cálculo por exceso de precaución parece preferible al riesgo de que se hubiesen quedado cortos. Cargar contra una vacuna por el hecho de que su fabricante haga negocio con ella es como criticar los cascos de los motociclistas porque la empresa que los elaboró también obtuvo sus ganancias. Con el agravante de que esas críticas y esa propaganda "alternativa" de cuento de hadas no solo parten de una falacia, sino que se cobran un precio en vidas humanas.

Maite, en fin, termina diciendo que

En fin, sólo pediría a los "creyentes" en todo lo "oficial" un poco más de respeto, menos insultos y soberbia y que si se tienen por "escépticos" hagan buen uso del significado de esta palabra y duden de todo, no que nieguen ciegamente lo que no les encaja en sus estrechas concepciones y se adhieran a todo lo que suena a oficial por el mero hecho de serlo. 

Que es un lamento bastante habitual: somos "soberbios" "creemos" en lo "oficial", "negamos ciegamente" lo que "no encaja en nuestras estrechas concepciones" y todo eso. ¡Ah!, y además insultamos.

Pero lo que sucede, Maite, es precisamente lo contrario. Lo "oficial" era creer que los rayos eran lanzados por Júpiter, que el Sol gira alrededor de la Tierra y que un ente sobrenatural tuvo un arrebato creativo el 23 de octubre del año 4004 A.C. Más o menos a la hora del té. Y lo que nos enseñó que no es así fue el progreso del conocimiento científico, igual que nos enseña que las radiaciones de los teléfonos móviles no son ionizantes, que el agua no tiene memoria o que las estelas de condensación de los aviones no sirven para envenenarnos desde el aire, por citar alguna otra de las barbaridades que se dijeron en el Congreso.

La ciencia se limita a describir la realidad de la manera más precisa posible, sin importar si esa descripción se ajusta a las creencias "oficiales", Maite, o a las "alternativas", precisamente porque no se trata de creer, sino de conocer. Y si ello implica negar que alguien, en un arrebato de inspiración, haya dado con la causa única de todas nuestras enfermedades y achaques, o que los extraterrestres anden revolviendo en nuestros asuntos, o que vivamos en medio de una película de conspiraciones cuyo oscuro secreto solo nosotros conocemos, pues no quedará más remedio que negarlo. Igual que negaríamos la existencia de los Reyes Magos, Papá Noel o el Ratoncito Pérez, por mucha ilusión que nos hiciera creer en ellos.

Y es cierto que en algunos casos lo hacemos con vehemencia, y que incluso ponemos cartelitos como este


Cuando a lo mejor hubiese sido más amable este otro:


Pero ante un Congreso que vende falsas esperanzas a enfermos, que promociona terapias y tratamientos que tienen más que ver con el Derecho Penal que con la medicina, y que repite afirmaciones que han costado cientos de miles de vidas, si de algo pecaba aquella entrada es de exceso de amabilidad.

¡Ah!, y el que tiene los agujeros es el emmental. De nada.


Actualización a 20-09-2010: Y por si hubiera dudas con lo de la fotografía del virus del VIH, aquí tienen ustedes unas cuantas, recopiladas por La ciencia y sus demonios.




Actualización a 06-10-2010: Bueno, después de todo sí que podría decirse que el Gruyere tiene agujeros ;-)

8 de septiembre de 2010

Titulece, que no es poco



Como pueden ver, Andrés Tonini, Ezequiel del Bianco, Manolo Cros, R. Daneel Olivaw, Periodista en Babia, Dotor Cuántico, Carlos Chordá, Javier Pérez Delgado, Antonio Nieblas, Mr. Reivaj, Carmen Po, N. Gigena, Pepe Mazas, el Marplatense escéptico, el señor Patito, Imaginario, Hereje Blasfemo, Lanarch, Pantera Dosmil, Centinel, Luis Alfonso Gámez, Radagast el Pardo, Saggy, Rinzewind, David Colquhoun, ZenoMauricio-José Schwarz y hasta el perro de Mauricio-José Schwarz están ya plenamente capacitados para vender agua o sacarosa afirmando que posee milagrosas propiedades terapéuticas. ¡Enhorabuena a todos!

Como la entrega de diplomas ya ha tenido lugar no hay prisa para organizar la ceremonia de graduación, pero nos complace anunciar que cuando se celebre tendrá lugar la interpretación a coro del himno oficial de la homeopatía, elegido a propuesta de Carles M. Que lo disfruten con salud (porque si no la tienen y se les ocurre pedirnos consejo a nosotros, los homeópatas...).

2 de septiembre de 2010

Pues yo soy más homeópata, hala

Mauricio-José Schwarz, RinzeWind, saggy o Porkulia, entre otros, también han obtenido sus títulos de homeópatas. Pero yo soy más homeópata aún:



¡Hala!


Importante: A diferencia del curso anterior, en el que bastaba con poner el nombre al principio e irse al final para imprimir el título, para estos dos (que están aquí y aquí) es preciso obtener el mínimo de 20 puntos en los tests para imprimirlo. Así que una de dos: o pasan el curso completo o, ejem, hacen el primer test, le dan a "submit", pasan a la pantalla siguiente, vuelven a la anterior, le dan otra vez a "submit", y así sucesivamente hasta lograr los 20 puntos. 


De nada.