9 de febrero de 2010

Las apariciones de El Escorial: lo que va de ayer a hoy

El ayer podríamos colocarlo, por ejemplo, en 1985, cuando el arzobispado de Madrid-Alcalá hizo pública una nota en la que indicaba que

1.- No consta el carácter sobrenatural de las supuestas "Apariciones y Revelaciones" que se dan en el lugar conocido por el nombre de "Prado Nuevo" en San Lorenzo de El Escorial de nuestra Diócesis.

2.- Por la confusión o ambigüedad que de su presencia o intervención puede originarse en la conciencia cristiana de los fieles, y siguiendo la práctica habitual de la Iglesia en casos similares, ruego encarecidamente a sacerdotes, religiosos y religiosas que se abstengan de participar en acto alguno relacionado con los fenómenos religiosos a que nos estamos refiriendo y de promover su difusión.


El hoy lo proporciona esta nota de la Agencia EFE, según la cual el arzobispado ha autorizado a sacerdotes y religiosos para que participen en los la procesión y el rosario de Prado Nuevo, organizados en torno a las apariciones.

¿Qué ha cambiado? ¿Ha reconocido el arzobispado la, ejem, "veracidad" de las apariciones de El Escorial? No lo parece, por más que según la misma nota de EFE uno de los miembros del grupo de seguidores de la vidente asegure que "comparadas las apariciones de El Escorial con Fátima y Lourdes, las de Prado Nuevo tienen más razones para confirmarlas" (lo cual, por otra parte, tampoco es decir mucho).

No parece que haya cambiado tampoco el historial de la vidente, Luz Amparo Cuevas. Se ocupó del tema en 1982 Francisco Alonso-Fernández, cuando un psiquiatra miembro de la comisión designada por el arzobispado para estudiar el caso le pidió su colaboración. Lo cuenta en su interesantísimo "Estigmas, levitaciones y éxtasis", un repaso a algunos de los más estridentes casos de iluminados, videntes y demás fauna mística en el que, entre otras cosas, recuerda que

Con absoluta regularidad se le venían presentando los éxtasis acompañados de la pérdida sanguínea en múltiples zonas corporales, todos los viernes. Pero cuando el obispo, monseñor Reñé, se disponía a visitarla un viernes para verla en trance, tres días antes de la fecha acordada recibió L.A. [Luz Amparo] un mensaje divino anunciando que a partir de entonces la presentación de los fenómenos sería irregular e imprevisible, lo que no dejó de extrañar y hasta de molestar a las personas que con ella estaban citadas en esta ocasión.

Pocos meses después, habiendo recuperado su proceso la periodicidad mantenida anteriormente, por mi parte había concertado con ella y sus acompañantes una visita para el viernes próximo. Algunas fechas antes del día convenido para nuestra entrevista manifestó haber recibido un aviso celestial que alteraba nuevamente el calendario de presentación de sus estigmas y éxtasis mantenido hasta entonces.


Claro, si esa era la actitud de los de allá arriba, no es de extrañar que los de aquí abajo, es decir, el grupo formado en torno a la vidente, decidiese seguir el divino ejemplo y negarse en redondo a cualquier tipo de examen científico de los estigmas. Alonso-Fernández tuvo que contentarse con examinar algunas fotografías, respecto a las cuales no puede emitir una opinión muy tajante. O bueno, él dice que no es tajante:

...no resulta perceptible en ninguna de ellas el más leve indicio de lesión, lo cual podría deberse a su inexistencia o a su ocultación por los manchurrones rojizos. Entre las impresiones visuales producidas por el baño de sangre y por el embadurnamiento con un fluido rojo debidamente administrado, no suelen existir diferencias apreciables, como saben mejor que nadie los cineastas.


Porque, después de todo, sí que puede haber diferencias apreciables; sobre una foto de la vidente comenta:

Éxtasis de L.A. afecta de áreas rojas frontales y dos manchas del mismo color alargadas a modo de lágrimas, pero con la irregularidad de comenzar en el párpado superior, excluyendo su procedencia lagrimal.


Desde entonces, como decía, prácticamente nada ha cambiado. Las apariciones marianas, por ejemplo, siguieron el mismo camino de los estigmas, y en 2002 dejaron de producirse, naturalmente por una decisión unilateral de la Virgen que solo de forma puramente casual se produjo tras una discreta llamada al orden por parte del arzobispado. Y tras la Virgen, quien dejó de aparecerse es Luz Amparo, prácticamente recluida en alguna de las lujosas propiedades del entramado montado alrededor de las apariciones; algo muy conveniente -dicen- para su estado de salud, y también -digo yo- para Miguel Martínez Pascual, a quien todo el mundo señala como verdadero líder del grupo, y que ya no tiene que estar pendiente de matizar o corregir lo que decía la vidente.

Tampoco ha cambiado, por supuesto, la infancia de Luz Amparo, que como contamos en su día por aquí estuvo tan vinculada a una aparición mariana tan extrañamente similar a la de El Escorial que solo falta que aparezca por allí la SGAE para reclamar los correspondientes derechos de autor.

Y no ha cambiado, en fin, el espectáculo de Prado Nuevo, con esos acólitos de mirada entre iluminada y perdida y que nada más llegar al lugar te explican, en estricto cumplimiento de lo que dice el famoso latinajo, que ellos no son ni mucho menos una secta...

¿Qué ha cambiado, entonces? Bueno, lo único que se me ocurre es que en 1985 el tinglado estaba aún dando sus primeros pasos, y hoy en día... bueno, hoy en día no.

Vamos, que ahora tienen pasta, mucha pasta. Y, claro, también ha cambiado esta especie de no reconocimiento, pero sí abierta complacencia eclesiástica.

¿Casualidad? Buena pregunta, buena pregunta.

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