18 de febrero de 2010

La silla vacía (otra vez)

Esto empieza a ser una costumbre...

Me explico. Recordarán que, hace ya algún tiempo, me invitaron a participar en un programa de La 1 de TVE para debatir con una vidente. De hecho aquí pueden vernos en compañía de la presentadora (Inmaculada Galván, un encanto).



No, no les falla la vista. Aquí pueden ver a los que acudimos al debate, o sea, a mí. La vidente, Estrella Santos... bueno, declinó participar cuando se enteró de que no iba a estar solita en el plató. Y, por si se lo preguntan, no lo adivinó, no: se lo dijeron cuando la llamaron de producción para concretar la hora a la que le mandaban el coche.

Eso fue hace un tiempo. Esto otro, en cambio, ocurrió el pasado día 16, también en La 1, en La Mañana, y también para hablar sobre videntes. Esta vez, eso sí, no estuve solo. Vean, vean:


De izquierda a derecha estamos María José Navarro, Fernando Ónega, Mariló Montero, un servidor de ustedes y Lola Carretero, acompañados de los videntes que quisieron acudir al programa. O sea, ninguno.

Lo que sucedió es... bueno, antes vamos a entrar un poco en antecedentes.

La idea del debate surgió por esta noticia: la detención en Seseña de un matrimonio de supuestos santeros, sanadores o lo que sea, acusados de un delito continuado de estafa. Como ven, según la Guardia Civil estos individuos localizaban a empresarios con problemas económicos (y si además también tenían problemas familiares, mejor), les convencían de que sus males se debían a algún tipo de maldición, y previo pago de sus servicios les hacían las correspondientes "limpiezas" espirituales y, sobre todo, económicas. Por lo visto, para ayudar a que sus víctimas se decidieran a seguir contratando sus servicios, aprovechaban la visita para colocar manos negras de cera, papelitos con el nombre del estafado o sus familiares y otros objetos tenebrosísimos con los que les metían miedo para que volvieran a llamarles.

Como ya saben los habituales del blog (y si no, se lo recuerdo), es muy difícil que casos como este lleguen a ser considerados por los tribunales como verdaderas estafas, fundamentalmente porque se considera que parte de la responsabilidad recae sobre las víctimas, ya que, como dice el Tribunal Supremo, 

El engaño realizado, la ostentación de poderes mágicos, paranormales, con capacidad para influir en futuras relaciones personales y evitación de accidentes, puede ser calificado de insuficiente, pues el error del perjudicado no aparece causado por el agente en la medida en que aquél [la víctima] creía en dichos poderes y realizó disposiciones desde sus creencias ajenas a la conducta del acusado.

En este caso está claro que las víctimas recibieron una "ayudita" por parte de los estafadores, como hemos visto, pero aun así, y vuelvo a citar al Supremo,

Se considera que no existe estafa cuando el sujeto pasivo acude a médium, magos, poseedores de poderes ocultos, echadoras de cartas o de buenaventura o falsos adivinos, cuyas actividades no puedan considerarse como generadoras de un engaño socialmente admisible que origine o sean la base para una respuesta penal. En estos casos se considera que el engaño es tan burdo e inadmisible que resulta inidóneo para erigirse en el fundamento de un delito de estafa.

Ya he comentado en otras ocasiones que discrepo de esta interpretación. Para el Tribunal Supremo, el engaño es burdo si tenemos

en cuenta el grado de conocimiento medio de una sociedad que, como sucede en el caso presente, vive ya en el siglo XXI.

Pero el problema es que en realidad ese "grado de conocimiento medio" incluye, desgraciadamente, la creencia en tonterías paranormales, que generalmente se presentan como algo perfectamente creíble. Y como ejemplo basta ver el final de la nota de Europa Press sobre el timo de Seseña, cuando nos dice que

La Guardia Civil recuerda que, en muchos casos, sobre todo cuando hay interés económico, las personas que dicen tener poderes especiales para solucionar problemas económicos o de salud, pueden ser estafadores por lo que recomienda asesoramiento bien antes de abonarles cantidad alguna y denunciarlos en caso que se sospeche haber sido víctima de estos individuos.

Vuelvan a leer: en muchos casos los adivinos, videntes y demás pueden ser estafadores. ¿Y en otros no? Y ya puestos, ¿cómo se asesora uno? Supongo que si topamos con un vidente que nos demuestra que ha acertado la combinación de la primitiva cinco o seis veces seguidas tendremos algún fundamento para confiar en él, pero si no...

En fin, que ese era el tema del debate, y eso era más o menos lo que iba a plantear. Con la ventaja, además, de que iba a contar con la presencia de una de las víctimas, circunstancia que me temo resulta bastante excepcional; por vergüenza, por miedo (hay que tener en cuenta que en el fondo muchas víctimas de este tipo de supercherías siguen siendo supersticiosas, y temen venganzas esotéricas por parte de los estafadores) o por lo que sea, el caso es que raramente cuentan su caso en público y ante unas cámaras.

En el debate, además, iba a estar presente un santero. Eso decía el santero, claro.

Y sin embargo ahí tienen el panorama: tres periodistas que mantienen una actitud muy escéptica respecto a este tipo de cosas (bueno, si ven el vídeo -a partir del minuto 32, más o menos- verán que uno se atrevió a defender a los curanderos "de pueblo", pero con poco éxito, la verdad) y, para postre, yo, que a estas alturas seguro que sabrán también lo que pienso respecto a estos timos. Ni víctima, ni santero, ni nada de nada.

¿Qué es lo que ocurrió? Pues un poco de todo.

Para empezar hablemos de la víctima, de cuyo nombre no quiero acordarme. Este caballero había sido estafado por los detenidos (o eso decía), pero resulta que él mismo... también es vidente, sanador y demás cuentos. Claro, al enterarse de esto en producción decidieron sabiamente no traerlo al programa, entre otras cosas porque el debate probablemente hubiese quedado reducido a citar un refrán...

Lo del santero fue distinto, aunque también tiene su guasa. Según me contaron, el individuo había insistido en presentarse en el programa con su, digamos, "uniforme de trabajo". Lo cual tiene cierto atractivo desde el punto de vista televisivo, claro. Lo malo es que luego se enteraron en producción de que el uniforme de trabajo del muchacho incluía un llamativo letrero con su nombre y señas de contacto. Y ya están las cosas bastante morenas con lo de la publicidad en TVE como para encima permitir que un charlatán la coloque gratis...

Eso en cuanto a la víctima y el santero. En cuanto a la "nada de nada", me enteré de que por lo visto también habían llamado a otro ilustre personaje del gremio: Estrella Santos. Sí, esa Estrella Santos.

Lo cual me habría gustado mucho, de verdad. Recordarán cómo descubrí en su día que la rimbombante Asociación Mundial de Videntes, Tarotistas y Parapsicólogos no era Mundial, sino nacional. Y, por la pinta, yo diría que le sobra el plural y que su masa social está compuesta casi exclusivamente por la propia Estrella Santos.




Y quizá recuerden también que no hace mucho descubrí también, por casualidad, que la Asociación comparte nombre, domicilio y hasta objeto social con la A. Mundial de Videntes Tarotistas y Parapsicólogos SL




Lo cual no deja de ser curioso, aunque tengo la sospecha de los Ministerios del Interior (del que depende el Registro de Asociaciones) y Hacienda (del que depende la Agencia Estatal de Administración Tributaria) emplearían otro término para calificar el caso...

En cualquier caso, el debate hubiese sido una buena ocasión para preguntar a esta señora sobre este tema. Pero me dio plantón por segunda vez. ¿Casualidad? ¿O quizá haya que pensar que, después de todo, la vidente esta sí que tiene algún poder de adivinación?

Evidentemente, no he podido averiguarlo. Pero tal vez la próxima vez...

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