11 de abril de 2010
Tomás y la Sábana Santa
Jerusalén, una semana después de la Pascua del año 33 (bueno, más o menos). Estancia principal de una casa. En ella hay un grupo de discípulos de Jesús, que se han encerrado por temor a represalias por parte de los judíos ortodoxos. En la pared del fondo, a la izquierda, cuelga una foto de Poncio Pilato. Un hombre está lanzándole dardos, con muy mala puntería. En el centro, en segundo término, otros cuatro hombres están sentados ante una mesa jugando al tute, con grandes gritos; uno de ellos es JOSÉ DE ARIMATEA, que va ganando. A la derecha, sentadas alrededor de una mesa camilla, hay seis mujeres vestidas de negro. Cuatro de ellas están haciendo calceta (con lana negra por el luto) y conversando animadamente. Otra, MARÍA, se sienta un poco apartada de las demás, en silencio. La sexta, MARÍA MAGDALENA, habla por el móvil con su agente acerca de reclamarle una cantidad por derechos de imagen a un tal Dan Brown (no obstante, si el presupuesto no lo permite puede prescindirse de las cuatro mujeres que hacen calceta, porque total, para lo que pintan las mujeres en los Evangelios...)
En el centro y en primer término está TOMÁS, completamente solo y hablando consigo mismo.
TOMÁS: ¿Para qué puñetas diría yo aquello? Ahora todos me hacen el vacío.
(Se acerca al hombre que está jugando a los dardos. Este se aparta de él).
TOMÁS: Nada. Como si tuviera la peste. (Vuelve al centro y mira a las mujeres) Y lo de ellas es peor. Ya he pillado dos veces a María Magdalena poniendo chorizo en mi plato de lentejas. Hombre, reconozco que me pasé un poco cuando ella vino contando la historia del sepulcro vacío y yo le pregunté qué había fumado, pero hacerme pecar contra la Ley de esta manera ya es demasiado.
(Sigue paseando por el centro del escenario, murmurando cosas ininteligibles. De repente se oyen unos golpes hacia la derecha).
TODOS: ¡Los judíos! ¡Los judíos!
(Todos corren a esconderse; las mujeres bajo la mesa camilla, los hombres del centro bajo la mesa de cartas, y el de la izquierda tras la foto de Poncio Pilatos. TOMÁS mira hacia todas partes indeciso, comprueba que no queda ningún sitio donde esconderse, se encoge de hombros y se dirige hacia la puerta, a la derecha entre bastidores).
TOMÁS (mientras va hacia la puerta): Total, no creo que sean los judíos...
(Al cabo de un momento TOMÁS regresa junto con el DISCÍPULO SUDOROSO, que está así mismo, es decir, sudoroso por haber corrido mucho. Al verle los demás salen de sus escondites y se acercan a él, pero con cuidado de no rozar siquiera a TOMÁS).
DISCÍPULO PRIMERO: ¿Qué ha pasado?
DISCÍPULO SEGUNDO: ¿Qué has visto?
DISCÍPULO TERCERO: ¿Te han seguido?
MARÍA MAGDALENA (aún hablando por el móvil): Sí, al tal Baigent también...
DISCÍPULO SUDOROSO: No, no me han seguido. Bueno, sí, me seguían, pero luego resultó que era una viejecita que iba hacia la fuente por el mismo camino que yo. No, en realidad no nos están persiguiendo.
(Los discípulos y las mujeres ponen cara de desilusión).
DISCÍPULO PRIMERO: ¿Y qué se cuenta por ahí?
DISCÍPULO SUDOROSO: Hay muchos rumores...
DISCÍPULO SEGUNDO: ¿Sobre el Maestro?
DISCÍPULO SUDOROSO: No, sobre las carreras de cuádrigas. Por lo visto, cuando terminó la del otro día Poncio Pilato dijo "por mis cojones que esto lo gana un romano", y descalificó al judío que había ganado. La gente está muy cabreada, porque dicen que hay pruebas de dopaje y...
DISCÍPULO PRIMERO (interrumpiéndole): Ya, ya. ¿Y sobre la resurrección del Maestro?
TOMÁS: ¡Buf!
DISCÍPULO TERCERO (echándole a TOMÁS una mirada muy poco cristiana, ustedes ya me entienden): Eso, eso, dinos qué se dice sobre la resurrección del Maestro.
DISCÍPULO SUDOROSO (mirando al suelo y con un hilo de voz): Pues en realidad...
(De repente se produce como un gran relámpago, y aparece entre ellos JESÚS. Tiene un aspecto parecido al del Ché Guevara, pero con túnica blanca y sin boina y sin puro).
JESÚS: La paz sea con vosotros.
DISCÍPULO PRIMERO: ¡El Maestro! ¡Es el Maestro!
JESÚS (sin hacerle caso y volviéndose a TOMÁS): Tomás, acerca tu dedo y mételo en las heridas de mis manos, acerca tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.
(TOMÁS, tembloroso, acerca sus manos pero es interrumpido por el DISCÍPULO SEGUNDO).
DISCÍPULO SEGUNDO: Un momento, un momento, ¿qué es eso de las heridas de tus manos?
JESÚS (mirándolo con cara de pasmo): Pues eso, que meta su dedo en las heridas de mis manos.
DISCÍPULO TERCERO: ¿De tus manos? Querrás decir de tus muñecas, ¿no?
JESÚS: Pues no, están en mis manos. Mira (enseñándoselas).
DISCÍPULO PRIMERO: No, no, perdona, el Maestro tenía las heridas en el espacio de Destot.
JESÚS: ¿El espacio de quién?
DISCÍPULO CUARTO: De Desdot.
JESÚS: ¿Y dónde está eso?
(Los discípulos callan un momento y se miran entre ellos).
DISCÍPULO PRIMERO: Pues... por ahí, en las muñecas.
DISCÍPULO TERCERO: Sí, definitivamente en las muñecas. Más o menos.
JESÚS: Pero yo tengo las heridas en las manos. ¿De dónde habéis sacado lo de las muñecas?
DISCÍPULO SEGUNDO: De la Sábana.
DISCÍPULO CUARTO: Sí, eso, de la Sábana.
JESÚS: ¿Qué sábana?
DISCÍPULO PRIMERO: ¿Cuál va a ser? Pues la Sábana Santa. Con la que envolvieron tu cadáver.
JESÚS (bastante desconcertado): Pero si a mí no me envolvieron con una sábana. Me vendaron.
DISCÍPULO SEGUNDO: No, fue con la Sábana.
JESÚS: No, fue con unas vendas. Yo estaba allí, ¿recuerdas?
DISCÍPULO CUARTO (bajando la voz): Bueno, sí, pero estabas más bien muerto...
JESÚS: Bueno, pues que os lo diga José de Arimatea, que también estaba. (volviéndose hacia JOSÉ DE ARIMATEA, que se ha apartado un poco de los demás, y elevando la voz): ¡Pepeeee! ¡Cuéntales cómo preparásteis mi cadáver!
JOSÉ DE ARIMATEA (sin levantar la mirada): Esto... te envolvimos en la Sábana, Maestro.
JESÚS: ¿Pero qué sábana ni qué puñetas? Recuerdo perfectamente que eran unas vendas. Además, cuando me desperté estaba todo envuelto en ellas y tardé un buen rato en desliarme. Seguro que las mujeres que me vieron resucitar se acuerdan. (Volviéndose hacia María Magdalena) María, díselo tú.
MARÍA MAGDALENA (tapando el micrófono del móvil con una mano): Dime, Jesusito de mi vida.
JESÚS (en voz baja): Mari, esas confianzas en público no, por favor. (Elevando de nuevo el tono): A ver, María, diles en qué estaba envuelto mi cadáver.
MARÍA MAGDALENA: Espera un momento. (Volviendo a hablar por el móvil): Oye, que dice Jesús que si estaba envuelto en una Sábana o en unas vendas. ¿Qué le digo?... Sí... Sí... ¿Y Javier Sierra qué dice?... ¡Ah, vale, que ese no cuenta!... Sí... Sí... Vale, un momento. (Volviéndose a Jesús): en una Sábana. Definitivamente era una Sábana. De lino.
JESÚS: Pero bueno, ¿es que os habéis vuelto locos? A ver, enseñadme esa sábana.
DISCÍPULO PRIMERO (mirando de reojo a los demás): es que... no la tenemos.
JESÚS: ¿Cómo? ¿Una reliquia tan importante y no la tenéis? ¡Ya sé: os estáis inventando todo! Hoy es uno de abril, ¿verdad?
(Los discípulos se miran entre sí sin decir palabra).
JESÚS: ¡Venga, venga! Si no es una broma, a ver, ¿dónde está la sábana de las narices?
(Los discípulos siguen callados. De repente, el DISCÍPULO PRIMERO pone cara de haber tenido una idea).
DISCÍPULO PRIMERO: Es que... la hemos prestado.
DISCÍPULO SEGUNDO: Eso, eso, la hemos prestado.
JESÚS: Vale, la habéis prestado. ¿Y a quién, si puede saberse?
DISCÍPULO PRIMERO: Esto... a... a... ¿al rey de Edesa?
DISCÍPULO SEGUNDO: Sí, sí, al rey de Edesa.
DISCÍPULO TERCERO: A ese mismo, sí. Ahora me acuerdo.
JESÚS: ¿Al rey de Edesa? ¿Aquel pelmazo que se empeñaba en que le mandase un retrato?
DISCÍPULO PRIMERO: Sí, es que seguía insistiendo en lo del retrato, y como no teníamos otra cosa a mano...
TOMÁS (que hasta ahora ha contemplado la conversación con cara de incredulidad): Pues yo no me acuerdo de eso.
(Los restantes discípulos callan un momento y se vuelven a mirar entre sí).
DISCÍPULO SEGUNDO: Bueno, es que... tuviste que ir a hacer un recado.
DISCÍPULO PRIMERO: Sí, eso, eso, te fuiste a comprar tabaco.
TOMÁS: Pero si yo no he salido de aquí ni un momento.
DISCÍPULO TERCERO: Sí, hombre, fue hace dos días. ¿Es que no te acuerdas?
TOMÁS: No, no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo es de que hace dos días era sabbat, así que no pude haber ido a comprar tabaco. Además, desde hace ocho días me tenéis aquí encerrado para que no pueda decirle a nadie que dudo mucho que el Maestro haya resucitado.
DISCÍPULO PRIMERO: Pues mira, aquí lo tienes. Vivito y coleando.
DISCÍPULO SEGUNDO: Sí. Bueno, las heridas de las manos no están en su sitio, y la del costado tampoco, pero...
JESÚS: ¿Cómo que la del costado no está en su sitio? ¿Es que no la ves? ¡Mira, mira, mete la mano! Cabe entera, ya verás. Al principio da un poco de yuyu, pero...
DISCÍPULO CUARTO: No, Maestro, lo que dice mi compañero es que la herida debería estar al otro lado.
JESÚS: ¿Cómo que al otro lado? Pero si vosotros estábais allí y vísteis la lanzada.
DISCÍPULO PRIMERO: Sí, Maestro. Pero un forense dice que la imagen de la Sábana se formó en realidad en la cara externa, así que si la herida aparece en el lado izquierdo de la imagen del (pronunciando claramente las mayúsculas) Hombre de la Sábana, también debería estar en tu costado izquierdo y no en el derecho.
JESÚS: Pero bueno, esto ya parece cachondeo. Vamos a ver, si me hubieran envuelto en una sábana y se hubiera formado allí mi imagen, habría salido un churro. Completamente deformada. Una porquería, vamos.
(Los discípulos vuelven a mirarse entre ellos en silencio. El primero en hablar otra vez es, de nuevo, el DISCÍPULO PRIMERO).
DISCÍPULO PRIMERO: Bueno, suponemos que algún milagro la mantuvo lisa y planita sobre ti. Luego alguna energía...
DISCÍPULO CUARTO: Probablemente cuántica....
DISCÍPULO PRIMERO: Alguna energía probablemente cuántica impregnó milagrosamente la imagen.
DISCÍPULO SEGUNDO: Y las manchas de sangre.
JESÚS: ¿Sangre? (Volviéndose de nuevo hacia JOSÉ DE ARIMATEA): Pero vamos a ver, Pepe, ¿no me habíais lavado y todo eso?
JOSÉ DE ARIMATEA (mirando al suelo, como siempre): Estoooo... sí...
JESÚS (dirigiéndose a los discípulos): ¿Véis? Cadáver lavadito, nada de sangre, nada de manchas.
DISCÍPULO CUARTO: No, Maestro, no. La Sábana muestra claramente las manchas de sangre. En las heridas de las manos...
DISCÍPULO PRIMERO: ¡De las muñecas!
DISCÍPULO CUARTO: Eso, de las muñecas, y en las de los pies, y en las del costado, y hasta en el casquete de espinas.
JESÚS: ¿Casquete? Si era una corona.
DISCÍPULO CUARTO: No, era un casquete.
DISCÍPULO SEGUNDO: Semiesférico. Te cubría toda la cabeza.
JESÚS: No me vengáis con rollos. Era una corona. Me ceñía solo la frente. Lo recuerdo perfectamente, porque la tuve puesta. Y además os recuerdo que aún no estaba muerto cuando me la pusieron.
DISCÍPULO PRIMERO: Pues lo siento, Maestro, pero recuerdas mal. Era un casquete.
JESÚS: ¡Esto es el colmo! ¿Y qué más habéis visto en esa sábana?
DISCÍPULO SEGUNDO: Pues los leptones.
JESÚS: ¿Qué? ¿Qué leptones? Os recuerdo que mi monedero lo llevaba el cabrón de Judas.
DISCÍPULO PRIMERO: No, Maestro, se refiere a los leptones que te pusieron en los ojos para mantenerlos cerrados.
JESÚS: ¿Cómo? (Volviéndose de nuevo hacia JOSÉ DE ARIMATEA, que poco a poco ha ido deslizándose hacia la salida): A ver, Pepe, explícame eso. ¿Me pusiste monedas en los ojos? ¿Tú, con lo rácano que eres? ¿Y siendo esa una costumbre pagana?
JOSÉ DE ARIMATEA: Yo... yo...
DISCÍPULO PRIMERO: Maestro, quizá José no lo recuerde; ya sabes: la tensión del momento y todo eso. Pero en la Sábana se ven claramente unos leptones.
TOMÁS: ¡Ya! ¡Y también al Pato Donald!
DISCÍPULO PRIMERO: ¡Unos leptones! (Sacando un papel): ¡Mira, los tengo dibujados aquí! Hasta se lee claramente eso de "Tiberiou Caisaros"...
JESÚS: ¿Caisaros? ¿Con C?
(Los discípulos vuelven a callar, hasta que el DISCÍPULO SEGUNDO rompe el silencio).
DISCÍPULO SEGUNDO: Bueno, una errata de nada...
JESÚS: ¿Una errata? ¿En dos monedas?
DISCÍPULO CUARTO: Sí, bueno, ya sabes cómo está la mano de obra hoy en día.
JESÚS: Bueno, ya está bien. Esperadme un momento.
(Tras un nuevo fogonazo, Jesús desaparece. Los discípulos se miran entre sí, nerviosos).
DISCÍPULO PRIMERO (dirigiéndose a TOMÁS): Bueno, estarás satisfecho...
TOMÁS: ¿Yo? ¿Por qué?
DISCÍPULO SEGUNDO: Sí, ahora hazte el mártir. Pero si no fuera por tus malditas dudas no tendríamos esta escenita. "Hasta que no meta el dedo...", "hasta que no meta el dedo..."
DISCÍPULO TERCERO: Y al final lo que has metido es la pata.
TOMÁS: Yo solo...
(Se produce un nuevo fogonazo y aparece de nuevo JESÚS acompañado del OBISPO D'ARCIS, un personaje bajito y regordete, con cara de asustado).
JESÚS: Ya estoy aquí. Venga, Pierre, cuéntales.
OBISPO: Yo...
JESÚS: Sí, tú. Cuéntales.
OBISPO: ¡Señor! ¡Yo no soy digno!
JESÚS: Lo que no eres es rápido, que digamos. Venga, cuéntales lo que me has contado antes.
OBISPO: Pues... sucedió que cuando era yo obispo de Troyes, en el Año de Nuestro Señor de 1389...
DISCÍPULO PRIMERO: ¿Cómo? ¿1389?
DISCÍPULO CUARTO: Pero Maestro, ¿no habíamos quedado en que el Fin del Mundo iba a ser de aquí a la vuelta de la esquina, y que muchos de nosotros no conoceríamos la muerte y tal? ¿Cómo es que en 1389 el Mundo sigue existiendo?
JESÚS (callando con un gesto a los discípulos, que han empezado a murmurarse unos a otros): Bueno, bueno, ya hablaremos de eso en otro momento. Sigue, Pierre.
OBISPO: Sí, claro, Señor. Pues decía que siendo yo obispo de Troyes descubrí que los sinvergüenzas de la Colegiata de Lirey estaban mostrando a los peregrinos una sábana, diciéndoles que era la mortaja de nuestro Señ... la vuestra, Señor.
JESÚS: Sigue.
OBISPO: La sábana la pintaron en tiempos de mi antecesor, Henri de Poitiers, que descubrió al pintor y prohibió la ostentación de la falsa reliquia.
JESÚS: Hala, ya habéis oído. (Al OBISPO): Ya puedes irte.
OBISPO: ¡Gracias a Dios!
(Tras un nuevo fogonazo, el OBISPO desaparece).
JESÚS: De nada. (Dirigiéndose a los discípulos): Pues ya véis: más falsa que las historietas sobre el nacimiento de Zoroastro.
DISCÍPULO CUARTO: A propósito del nacimiento de Zoroastro, Maestro, se nos ha ocurrido una idea...
DISCÍPULO PRIMERO: Un momento, un momento, que aún tenemos que aclarar lo de la Sábana. A ver, Maestro, si lo que dices es cierto...
JESÚS: ¿Lo dudas?
DISCÍPULO PRIMERO: ¡No, Maestro, claro que no! Pero hay que tener la mente abierta. Decía que, si la Sábana es un fraude del Siglo XIV, ¿cómo explicas la sangre?
JESÚS: ¿Sangre? Pero si ya os he dicho que me lavaron...
DISCÍPULO PRIMERO: Sangrarías otra vez.
JESÚS: ¿Estando muerto?
DISCÍPULO SEGUNDO: Sea como sea, hay sangre. Y bien roja.
TOMÁS: ¿Roja? ¿Pero las manchas de sangre no se oscurecen al secarse?
DISCÍPULO PRIMERO: ¡Sangre! De hecho, se ha detectado la presencia de albúmina en las manchas rojas, prueba indiscutible de que son de sangre.
TOMÁS: ¿Albúmina? ¿Como la de la clara de huevo que se usa para hacer pintura roja?
DISCÍPULO SEGUNDO: ¡Calla, incrédulo!
JESÚS: ¡Esto es la leche! Ahora vuelvo.
(Desaparece otra vez con un fogonazo).
DISCÍPULO PRIMERO: Me parece, Tomás, que te estás pasando de negativista. Así no vamos a llegar a ninguna parte.
DISCÍPULO SEGUNDO: Sí. Si por ti fuera, la gente aún pensaría que lo de las bodas de Caná era agua.
TOMÁS: ¡Pero si era agua! ¡Yo mismo la probé!
DISCÍPULO PRIMERO: ¡Calla, idiota!
(Se produce un nuevo fogonazo y aparece otra vez JESÚS, acompañado del CIENTÍFICO, un tipo delgado, con gafas y vestido con bata blanca).
JESÚS: Venga, cuéntales.
CIENTÍFICO: Yo...
JESÚS: ¿Por qué os ponéis todos tan nerviosos cuando os digo que habléis? ¡Ni que estuviéseis viendo a un zombi!
CIENTÍFICO: Bueno, eso en cierto modo...
JESÚS: ¡Calla y cuéntales!
CIENTÍFICO: Bueno, hicimos una prueba a la sábana, y descubrimos que el lino que la forma fue cultivado hacia mediados del Siglo XIV.
JESÚS: ¿Véis?
(Los discípulos vuelven a callar un momento y se miran entre sí. Luego, el DISCÍPULO PRIMERO pone otra vez cara de habérsele ocurrido una idea).
DISCÍPULO PRIMERO: La prueba no vale.
CIENTÍFICO y JESÚS (al mismo tiempo): ¿Qué?
DISCÍPULO PRIMERO: Pues eso, que la prueba no vale. Falseásteis los resultados para desprestigiar la Sábana.
DISCÍPULO SEGUNDO: ¡Eso! Y además, el resultado era incorrecto porque no tuvísteis en cuenta la contaminación.
CIENTÍFICO: ¡Pero las muestras fueron lavadas a conciencia!
DISCÍPULO SEGUNDO: Seguro que no lo bastante.
CIENTÍFICO: ¡Claro que sí! Además, ¿sabes la cantidad de contaminantes que harían falta para desviar así el resultado? ¡Varias veces el peso de la sábana! ¡Y ni aun así llegaríamos al año 33!
DISCÍPULO TERCERO: Da igual. De todos modos, tampoco tuvísteis en cuenta que la fe de los creyentes genera un campo energético...
DISCÍPULO CUARTO: Probablemente cuántico...
DISCÍPULO TERCERO: Un campo energético probablemente cuántico que la rejuvenece.
DISCÍPULO PRIMERO: Además, ¿quién eres tú?
CIENTÍFICO: ¿Yo? Pues soy Doctor en Física y trabajo en datación mediante radioisótopos desde hace veinte años...
DISCÍPULO PRIMERO: Pero no eres Libby, ¿verdad?
CIENTÍFICO: ¿Willard Libby? No, claro que no...
DISCÍPULO PRIMERO: ¡Lo sabía! Libby dijo claramente que la prueba se había realizado de forma incorrecta.
CIENTÍFICO: ¡Pero si Willard Libby se había muerto antes de que hiciéramos la prueba!
(Los discípulos vuelven a callar un momento y se miran desconcertados. De pronto, el DISCÍPULO CUARTO sonríe y alza la voz).
DISCÍPULO CUARTO: ¿Lo ves? ¿Lo ves? ¿Qué más pruebas necesitas de que es un objeto milagroso? ¡El propio Libby se levantó de entre los muertos para proclamarlo ante todo el mundo!
(JESÚS mueve la cabeza en expresión de resignación y se vuelve hacia TOMÁS).
JESÚS: Nada, no tienen remedio. Cualquier día se inventarán hasta la estatura de los que me dieron de latigazos.
TOMÁS: No sé qué hacer. Están completamente chiflados.
JESÚS: Déjalos. Hace falta alguien más honrado, o por lo menos con más sesera. (Medita un momento y prosigue). Mira, cuando pase todo este follón vete a la ciudad, busca a un tal Pablo de Tarso y dile que se ponga al frente de todo este chiringuito. Estos (señalando a los discípulos) son capaces de hundírmelo.
TOMÁS: Vale, Maestro. Y lo de meter los dedos y la mano...
JESÚS: Bueno, déjalo. Que luego van al pan...
(Se produce un nuevo destello y JESÚS y el CIENTÍFICO desaparecen. Cae el telón).
EPÍLOGO: Han transcurrido unas semanas. La escena se desarrolla en la misma estancia. Están presentes TOMÁS y PABLO DE TARSO. PABLO muestra un aparatoso vendaje en la cabeza.
TOMÁS: Ya los has oído, Pablo. Se empeñan en que la gente crea toda esa historieta de la sábana...
PABLO: ...Que es evidentemente falsa. Sí, ya lo sé; a pesar del golpe que me di en la cabeza al caerme del caballo cuando lo asustaste al salir de tu escondite en el camino de Damasco, aún me funcionan un par de neuronas, y es todo lo que hace falta para darse cuenta de que la sábana es falsa. Pero por otro lado...
TOMÁS: ¿Qué?
PABLO: Digo que, por otro lado, si contásemos la historia de que el Maestro resucitó de entre los muertos y todo eso, ¿quién nos iba a creer?
TOMÁS: Bueno, todo el mundo. No somos la primera religión que lo dice.
PABLO: Sí, pero si contásemos con una prueba, como la sábana...
TOMÁS: ¿Estás sugiriendo que digamos que la sábana es auténtica? ¿Aunque sepamos que no lo es?
PABLO: ¡No, no! Lo que estoy sugiriendo es que no digamos nada, ni sí ni no, pero que actuemos como si lo fuera, mostrándola en ocasiones solemnes, rezando ante ella con recogimiento y devoción y todo eso.
TOMÁS: ¿Y colará? Seguro que hay gente que la pone en duda.
PABLO: Hombre, si nos presionan mucho podemos reconocer que probablemente sea falsa... o, mejor aún, que no se ha demostrado que sea auténtica; es más o menos lo mismo pero suena de otra manera, ¿verdad? Además, diciéndolo con la boca pequeña y añadiendo que de todos modos es un objeto de veneración muy querido para los fieles y tal...
TOMÁS: Pero... ¿a ti te parece que eso es honrado?
PABLO: ¿Y quién ha hablado de honradez? ¡Ay, menos mal que estoy yo aquí! A los discípulos os falta visión comercial...
(Telón)
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Ja ja ja!! Muy, pero que muy bueno.
ResponderEliminarBuenísimo!!!! Este humor estilo Monty Phyton me encanta!!
ResponderEliminarPobre Jesús. Entre todos van a dejarlo echo un cristo.
ResponderEliminarRealmente magnífico. Me he reído y me he enterado de un aspecto que desconocía, entre aquellos que muestran a las claras el fraude (piernas estiradas delante y una de ellas doblada detrás; el rojo de la sangre; los interminables brazos...): el de la situación de la herida de la lanza. Muestra muy a las claras de que la sábana santa no es ni más ni menos que una representación.
ResponderEliminarGenial. Es de las veces que vuelvo de vez en cuando a releer un post. Deberías pensar en escribir historias parecidas sobre otros temas (ovnis, homeopatía...).
ResponderEliminarjajaajaj muy del estilo Monty Python, si hasta me los imagine representando la escena...
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