Tal y como les prometí el otro día, voy a intentar hacer un resumen del contenido de la Sentencia. Una tarea nada fácil, más que nada porque ya lo ha hecho Jack of Kent, que juega con la doble ventaja de conocer perfectamente el caso y la legislación procesal y material inglesa. Como en su blog tienen ustedes tanto un comentario técnico como otro más sencillo, no sé muy bien si yo puedo aportar algo más, pero haremos lo que podamos.
Ante todo, la Sentencia la tienen ustedes aquí. Les recomiendo que la lean: no es muy larga, y tiene bastantes menos tecnicismos que los que estamos acostumbrados a ver en las sentencias españolas. Una curiosa consecuencia del sistema de common law es que las sentencias británicas suelen ser más "literarias" que las que tenemos por aquí, hasta el punto de que en algún caso particularmente sonado el Juez llegó a permitirse colocar en ella un mensaje oculto y todo (y si les pica la curiosidad prueben a buscarlo aquí; les adelanto que es bastante facilito). El sistema de common law se basa ante todo el el precedente jurisprudencial, de modo que son los propios Tribunales quienes van dando forma a las leyes, y los precedentes tienen una importancia capital. Como consecuencia, los jueces tienden a exponer mucho más detalladamente la ratio decidendi, la base de su decisión sobre el asunto. Y, paradójicamente, esto les deja más libertad a la hora de explayarse en los obiter dicta, los aspectos más accesorios de la resolución.
En cualquier caso, la distinción entre ratio decidendi y obiter dicta tiene una gran importancia, ya que sólo los aspectos de la resolución que constituyen su ratio vinculan a los tribunales inferiores, y debemos recordar que el caso de Simon Singh no acaba con la Sentencia de la Apelación, sino que esta lo devuelve para su resolución definitiva al Juez Eady, de bien merecida mala fama. Lo que ocurre es que la resolución de Eady deberá respetar escrupulosamente lo dispuesto en la ratio decidendi de la Sentencia de Apelación.
¿Qué, se han hecho un lío? No se preocupen, que ahora lo desliamos. Vamos con la Sentencia.
Tras un breve (pero interesante; volveremos sobre él más tarde) resumen de los hechos, la Sentencia entra en materia en el apartado titulado Meaning, Significado, en el que analiza una cuestión, digamos, preliminar. En el sistema inglés, la función jurisdiccional se suele dividir entre un Juez y un Jurado, con cometidos bien distintos. Así, en este caso,
13. El significado de las palabras examinadas en un procedimiento por difamación se somete a dos controles: una decisión, reservada al Juez, sobre si el significado que el demandante considera difamatorio entra dentro de los posibles significados de las palabras en su contexto, y una decisión, tradicionalmente reservada al Jurado, sobre lo que de hecho significan. La primera es considerada como una cuestión legal, la segunda como una cuestión de hecho, con el resultado de que el significado eventualmente decidido por el Jurado no puede ser puesto en duda en caso de apelación salvo si ha ido más allá de lo razonable.
En este caso, sin embargo (como en muchos otros) las partes acordaron inicialmente someter ambas cuestiones, legal y fáctica, al criterio del Juez, y en tal caso, como dice el Tribunal citando una Sentencia anterior,
Este Tribunal está en una posición tan buena como el Juez [de primera instancia] para determinar cuál es el significado natural y ordinario de las palabras...
Jack of Kent considera acertadamente que esta decisión del Tribunal constituye parte de la ratio decidendi, y creo que en este sentido sobran las palabras cautelosas con las que lo afirma: si el Tribunal no tuviese plena jurisdicción para decidir sobre el significado de las palabras puestas en tela de juicio, me parece a mí que la Apelación estaría de más.
Así que veamos qué hace con esas palabras. De esta parte se ocupa el núcleo de la Sentencia, el apartado Fact and comment, Hecho y comentario.
Dice el Tribunal que
18. (...) La cuestión planteada por el Juez son en realidad dos cuestiones distintas: primero, ¿había alguna evidencia para apoyas las afirmaciones materiales [de la BCA]? y, segundo, si no la había, ¿Lo sabían los miembros de la BCA? Si, como el Dr. Singh sostiene, la primera es una cuestión de opinión y no de hecho, la segunda deja de tener importancia.
19. A nuestro juicio el Juez Eady, a pesar de su gran experiencia, ha errado al confundir estos dos elementos de la demanda y, más concretamente, al tratar el primero de ellos como una cuestión de hecho verificable.
Esta es, quizá, la decisión más discutible de la Sentencia, hasta el punto de que otro recomendable blog británico, Heresy Corner, considera que el Tribunal ha acertado por razones erróneas. Y es que los Magistrados se lamentan a continuación de la perspectiva que supondría tener que examinar, a través de multitud de testigos y peritos, si la BCA contaba o no con evidencias para hacer las afirmaciones que hacía (y que ahora, como sabemos, ya no puede hacer). Pero no es que el Tribunal tema las interminables sesiones de un juicio así, sino que no lo considera necesario porque
26 Lo que significa "evidencia" depende mucho de su contexto. Para un literalista, cualquier hecho primario -por ejemplo, que tras una intervención quiropráctica la dolencia de un paciente ha mejorado- puede ser evidencia de un hecho secundario, en este caso de que la quiropráctica funciona. Para cualquiera (y no solo un científico) que desee establecer generalizaciones fiables acerca de causas y efectos, semejante información primaria es tan inútil como evidencia del hecho secundiario como sería la información contraria. Lo mismo puede decirse con certeza de datos considerablemente más complejos que el ejemplo fácil que hemos dado: si lo es o no lo es es algo que debe debatir la opinión científica. Si en el transcurso del debate se expresa la opinión de que no hay un ápice de evidencia para una deducción o la otra, el significado natural es que no hay datos fiables o suficientes para ello. Y esto es un juicio de valor tanto como lo sería la opinión contraria.
27. (...) La BCA, en el párrafo 9(23) de su contestación, cita (entre otros estudios) un estudio observacional de 1989 sobre 316 niños, del que se dice que
"Este... midió el número de horas que lloraba cada niño. Mostró una reducción en el período de llanto de 5,2 horas diarias a 0,65 horas diarias a los 14 días. Fue una mejora muy sustancial. No hubo ningún grupo de control. Sin embargo, el estudio constituye evidencia".
No hace falta ir más lejos para ver hasta qué punto está cargada de valoración la palabra "evidencia" en este contexto (...)
Y no hace falta ir más lejos para ver que Sus Señorías probablemente han tenido niños, y saben que esas cosas pasan: les da por llorar y luego, hagas lo que hagas, dejan de hacerlo. Lo contaba en su día, por ejemplo, David Colquhoun. Evidentemente, si la BCA considera semejante cosa (y otras del mismo calibre) como "evidencia", es la propia BCA quien deja la palabra sujeta a un enorme grado de valoración subjetiva. Y en este sentido, sigue diciendo la Sentencia,
28. La Sra. Rogers [abogada de la BCA durante la vista] comprensiblemente no ha intentado hacer hincapié en la palabra "bogus". En este contexto la palabra es más enfática que asertiva. Pero también tiene apoyo expreso en el siguiente párrafo, que explica que el Profesor Erns, coautor del Dr. Singh, no encontró en 70 ensayos clínicos ninguna evidencia de que la quiropráctica pueda tratar ninguna dolencia no relacionada con la espalda. Es un párrafo que también subraya el carácter valorativo de la afirmación de que no hay ni una pizca de evidencia para semejantes afirmaciones.
Esto en cuanto a lo de los tratamientos "bogus". Por otra parte, sigue la Sentencia,
29. La otra afirmación sobre la que la BCA plantea su demanda es la de que la BCA "alegremente" promueve tratamientos que, si el Dr. Singh está en lo cierto, son falsos. El Juez Eady aceptó la alegación de la BCA de que esto significa, en este contexto, que la BCA es perfectamente consciente de que en realidad no hay evidencias que apoyen sus afirmaciones: "la más clara acusación de falta de honradez", como dijo el Juez.
30. Una vez que la alegación de que "no hay una pizca de evidencia" para apoyar las afirmaciones ha sido adecuadamente calificada como un juicio de valor, la palabra "alegremente", incluso como sinónimo de "conscientemente", pierde su fuerza. Pero respetuosamente dudamos si el Juez estaba en todo caso justificado al atribuir a la palabra algún significado más allá de, digamos, "despreocupadamente". El significado natural del pasaje, en otras palabras, no era que la BCA estuviese promoviendo lo que sabía que eran tratamientos alsos, sino que estaba promiviendo lo que el Dr. Singh consideraba tratamientos falsos sin tener en cuenta la falta de evidencias fiables sobre su eficacia, un significado que nos lleva de nuevo a la afirmación de que no había ni una pizca de evidencia para sostener las afirmaciones de la BCA.
En definitiva, con este pronunciamiento la Sala de Apelación considera que con la frase dichosa Simon Singh estaba limitándose a formular una opinión, que solo puede considerarse difamatoria si fuese maliciosa. Algo, además, poco probable; como dice la Sentencia, citando en este caso una Sentencia norteamericana,
34. Respetuosamente adoptaríamos lo que el Juez EasterBrook, ahora Juez Jefe del Séptimo Circuito del Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos, dijo en un procedimiento por difamación relativo a una controversia científica, Underwager v Salter 22 Fed. 3d 730 (1994):
"[Los demandantes] no pueden, simplemente formulando una demanda y gritando 'character assassination!', silenciar a aquellos que mantienen puntos de vista distintos, sin importar lo perjudiciales que puedan ser estos puntos de vista para los intereses de los demandantes. Las controversias científicas deben zanjarse mediante el método científico y no el método judicial (...) Más artículos, más discusión, mejores datos, y modelos más satisfactorios, no mayores indemnizaciones, marcan el camino hacia el mejor conocimiento del mundo que nos rodea."
Una valoración a la que no está sujeto, probablemente, el Juez Eady, pero tampoco es que le haga falta: en el propio artículo, como bien dice el Tribunal de Apelación, está la justificación de la legitimidad de la opinión de Simon Singh. Y, por lo tanto, las bases para desestimar la demanda de la BCA.
No es raro, por tanto, que Singh pusiera esta cara
en la rueda de prensa posterior a la notificación de la Sentencia. La broma no le ha salido barata, ni en dinero ni, sobre todo, en tiempo y en tranquilidad, pero a la BCA tampoco, que además ha perdido la poca credibilidad que pudiera tener antes de esto, y ha arrastrado detrás a toda la quiropráctica británica. No es extraño, por tanto, que en su nota de prensa se planteen la posibilidad de recurrir al Tribunal Supremo como única forma de continuar con el procedimiento.
Quien sí está decidido a continuar, si fuera necesario, es Simon Singh, y aquí es donde volvemos a lo de la ratio decidendi y los obiter dicta. La fórmula que emplea la Sentencia en el último párrafo que hemos traducido (el número 34) es una sugerencia, y por tanto forma parte de esos obiter dicta que no tienen expecial trascendencia de cara al procedimiento. Pero sí de cara a la reflexión que se está produciendo en Inglaterra acerca de su draconiana Ley de Libelo, reflexión que en buena medida se ha debido a este caso. En su resumen de los hechos, el Tribunal dice también que
11. Han pasado casi dos años desde la publicación del artículo ofensivo. Parece poco probable que nadie se atreviese a repetir las opiniones expresadas por el Dr. Singh por miedo a un castigo. Por lo tanto, este procedimiento ha tenido casi con seguridad un efecto atemorizador sobre un debate público que en otro caso podría haber ayudado a potenciales pacientes para que realizasen elecciones informadas sobre el posible uso de la quiropráctica. Si es así, aparte de cualquier interés público en las cuestiones legales que surjan en el presente proceimiento, las cuestiones puestas de manifiesto por el Dr. Singh, que tienen una directa relevancia para los pacientes, siguen sin haber sido resueltas. Esta sería una consecuencia sorprendente de las Leyes diseñadas para proteger la reputación.
12. Demandando al Dr. Singh y no a The Guardian, y rechazando la oferta hecha por The Guardian para publicar un artículo refutando las afirmaciones del Dr. Singh, o poniéndolas en una perspectiva adecuada, se ha creado la lamentable impresión de que esto es un intento de la BCA para silenciar a uno de sus críticos. De nuevo, si esto es a lo que nos llevan las leyes actuales sobre difamación, debemos aplicarlas.
Aunque lo primero no es del todo cierto, ya que la demanda de la BCA ha provocado un desmesurado efecto Streissand, las reflexiones del Tribunal no hacen sino reflejar una realidad: la Ley inglesa sobre Libelo sirve en la práctica para acallar cualquier tipo de crítica, justificada o no, ante la perspectiva de verse envueltos en un proceso largo, injustamente oneroso para el demandado, y con unos costes astronómicos. Un proceso, además, que como sabemos puede afectar a cualquiera, con independencia de que el demandante o el demandado sean ingleses.
Por ese motivo es tan importante, para todos, apoyar la campaña para la reforma de la Ley inglesa sobre Libelo. A Simon Singh ya no le afectará, pero sea por interés en la defensa de la libre expresión, sea por el deseo de que nadie pueda suprimir un debate simplemente por disponer de medios económicos suficientes como para plantear una demanda en Inglaterra, todos debemos firmar la petición.
Gracias por el esfuerzo!
ResponderEliminarSobre el tema economico par el sr. Singh, si al final es exonerado como parece de la demanda censuradora, los costes en los que haya incurrido ¿no deberian pagarlos la BCA?
ResponderEliminarEsa es la intención que tiene Simon Singh, según dice aquí, pero la cosa no es tan fácil. En principio sólo podría recuperar una parte.
ResponderEliminarEse es otro de los motivos por los que la Ley inglesa resulta tan injusta: si te demandan, aunque ganes probablemente no recuperes buena parte de tus gastos. Y estamos hablando de cantidades que pueden llegar a los cientos de miles de libras.
Está claro que la BCA creía que iba a poder ganar simplemente presentando la demanda, y obligando a Simon Singh a allanarse sencillamente por los costos económicos que tendría que afrontar. Pero no contaban con que estuvo dispuesto a afrontarlos ;-)