A la hora de preparar un artículo o un reportaje, uno de los trucos que no suelen fallar nunca es añadir alguna anécdota que lo hagan más atractivo. Y si la anécdota incluye la mención a un personaje famoso, mejor todavía.
Y algo de eso estarían pensando los responsables de
Ocho leguas cuando redactaron su reportaje de hoy,
dedicado a las montañas Drakensberg, en Sudáfrica.
Según el reportaje el lugar es uno de los cien que hay que "ver antes de morir". Y para convencernos de ello nos hablan de alguien que, por lo que dicen, debió verlo:
Como ven se trata de justo lo que comentábamos: un dato anecdótico curioso, relativo a un personaje famoso. Perfecto salvo por un pequeño detalle.
Que no es verdad.
Vamos a aplicar un poquito de escepticismo. Que no consiste, como creen algunos, en dudar de todo y no creer en nada, sino en emplear la duda como medio para alcanzar una certeza razonable. En este caso, certeza razonable de que algo no es verdad, como veremos, y de que en cambio es muy probable que sea cierta otra cosa, como también veremos.
Vamos por partes. En primer lugar, ni en la obra de Tolkien ni en sus
cartas hay ni la más mínima mención a las montañas Drakensberg. Vale, sí, ya sé eso de que "la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia", pero la frase, en realidad,
está muy sobrevalorada: la ausencia de evidencia debería como mínimo mosquearnos un poco. Porque elementos para mosquearse hay varios. Supongo que el autor del reportaje se habrá sacado de la manga la relación entre Tolkien y las Drakensberg partiendo del dato de que Tolkien nació en Sudáfrica, concretamente en Bloemfontein. Lo malo es que un vistazo al mapa nos dice que Bloemfontein y las Drakensberg no están precisamente al lado una de otra:
Aplicando la escala del mapa puede apreciarse que entre Bloemfontein (a la izquierda) y las Drakensberg (la mancha verde de la derecha) hay unos doscientos cincuenta kilómetros en línea recta, que se convierten en más de cuatrocientos por carretera.
Y ahora me dirán ustedes que no es una distancia insalvable. Es cierto, pero echemos mano de
la biografía de Tolkien. Ciertamente nació en Bloemfontein en 1892. De hecho aquí lo tenemos con su familia, con tan solo diez mesecitos de edad:
El problema es que en 1896, poco después de la muerte de su padre, su madre se lo llevó de vuelta a Inglaterra y jamás volvió. Como él mismo dice en alguna de sus cartas, sus "memorias de África" son prácticamente inexistentes, sencillamente porque apenas tenía cuatro años cuando se marchó de allí.
De modo que es muy difícil que unas montañas situadas a gran distancia de su casa (una distancia prácticamente insalvable, teniendo en cuenta las comunicaciones de la época, además en una Sudáfrica apenas desarrollada y políticamente fragmentada) que vio como mucho cuando contaba con cuatro años de edad pudieran ejercer influencia alguna sobre él, ¿verdad?
Lo cual no quiere decir que no se inspirase en unas montañas de verdad para crear las suyas de ficción, claro. Lo que ocurre es que están bastante más cerca de nosotros que las sudafricanas.
Habíamos dejado a Tolkien con cuatro añitos y recién llegado a Inglaterra, huérfano de padre. Pronto se quedaría también huérfano de madre, y prácticamente abandonado por su familia por esa razón que, como dice Stephen Weinberg, es la única que puede hacer que las buenas personas cometan malas acciones: la religión. Su madre se había convertido al catolicismo, de modo que el resto de su familia les volvió la espalda, a ella y a sus hijos, que a su muerte quedaron a cargo de un sacerdote, el padre Morgan. O "el tío Curro", como lo conocían los suyos. Pero mejor será que esa historia
se la cuente José Manuel Ferrández.
La única persona de la familia que siguió ocupándose de JRR Tolkien y su hermano Hillary fue su tía Jane Neave, otro personaje realmente singular y que ejerció una gran influencia sobre la vida y la obra de Tolkien. Sin ir más lejos, Jane fue la propietaria de
una granja llamada Bag End, el "Bolsón Cerrado" de las traducciones españolas de
El Hobbit y
El Señor de los Anillos.
Pero vayamos abreviando. En 1911 Jane se asoció con la familia Brookes-Smith para
comprar una granja, y tras cerrar el trato se marcharon todos juntos de viaje por Suiza. Y con ellos Jane se llevó a sus dos sobrinos, Hillary y John Ronald Reuel. Fue el primer gran viaje al extranjero de Tolkien (si excluimos la travesía desde Sudáfrica a Inglaterra) y prácticamente la única ocasión en la que recorrió verdaderas montañas. Muchos años después lo recordaba en sus cartas:
El viaje del hobbit (de Bilbo) desde Rivendel hasta el otro lado de las Montañas Nubladas, con inclusión del deslizamiento por las piedras resbaladizas hasta el bosque de pinos, se basa en mis aventuras de 1911 (...)
Y también
Yo figuraba en el grupo (junto con un conjunto de gente variada del tamaño poco más o menos del de El Hobbit) que viajó a pie con una pesada mochila por gran parte de Suiza y a través de muchos altos pasos de montaña. Fue cuando nos acercábamos al Aletsch que fuimos casi destruidos por las piedras que se desprendieron al sol y se precipitaron por una cuesta nevada. De hecho, una roca enorme pasó entre la persona que iba por delante y yo. Eso y la “batalla de los truenos” -una mala noche en que nos perdimos y dormimos en un cobertizo destinado al ganado- aparecen en El Hobbit. Hace tanto tiempo de eso ahora...
Pero la identificación de las Montañas Nubladas y los Alpes va mucho más allá. Tolkien decía también en sus cartas que
Dejé el panorama de la Jungfrau con profunda pena: nieves eternas sobre una eterna luz de sol, y el Silberhorn recortado sobre un profundo azul: la Silvertine (Celebdil) de mis sueños.
Como recordará cualquier aficionado a Tolkien, el
Celebdil es uno de los picos principales de las Montañas Nubladas. De hecho, el Celebdil, junto con el
Caradhras y el
Fanuidhol, son las montañas bajo las cuales los enanos excavaron la ciudad subterránea de
Khazad-dûm, la Moria de
El Señor de los Anillos. No es nada descabellado, por tanto, identificarlos como tres de los picos del macizo de la
Jungfrau, en los Alpes de Berna.
Una identificación que resulta aún más convincente por el hecho de que bajo la Jungfrau también hay un laberinto de túneles y grandes salones. Se trata de la línea de ferrocarril de la
Jungfraujoch, que cuenta incluso con estaciones subterráneas dotadas de restaurantes y salas de espera tallados en la roca. En 1911, cuando Tolkien visitó Suiza, los túneles ya estaban terminados, y se realizaban los trabajos de instalación de vías y tendidos eléctricos desde la base de operaciones de la estación del Kleine Scheidegg (visible en la foto
de esta web). Y una de las etapas del viaje de Tolkien les llevó, precisamente, a pasar por el Kleine Scheidegg.
Hay otros elementos que permiten afirmar que los Alpes suizos son el referente de Tolkien a la hora de imaginar las Montañas Nubladas. De hecho, el viaje de la Comunidad del Anillo guarda muchos paralelismos con el que sabemos que emprendieron Tolkien y sus compañeros y con la ruta que, aun sin saberlo con seguridad, personalmente me parece más probable. Por ejemplo, igual que Frodo y sus compañeros Tolkien y los suyos probablemente decidieron cruzar las montañas por un paso intermedio en lugar de seguir hasta el final de la cordillera, aunque en su caso no debieron seguir la ruta subterránea (el
túnel de Lötschberg, que también estaba siendo terminado en aquella época), sino que pasarían por
una ruta de montaña mucho más amable que las laderas del Caradhras.
Por otra parte, Tolkien no dudó en identificar de forma clara alguno de los lugares de sus obras con otros tantos de los Alpes. Ya hemos visto lo que decía sobre las montañas de Moria, pero el caso más conocido es quizá el de
Rivendel. El dibujo que el propio Tolkien hizo de Rivendel
Recuerda poderosamente al valle de
Lauterbrunnen
Y el parecido no es casual, como se encargó de decirnos Tolkien con una pista oculta muy de su estilo: el nombre del río de Rivendel,
Bruinen, se traduce como "agua ruidosa". Que es justamente
lo que significa el nombre de Lauterbrunnen.
De modo que no hay que irse a Sudáfrica para ver las montañas que sirvieron de inspiración a Tolkien: basta con darse un paseo por los Alpes suizos. Que, por cierto, son también uno de esos lugares que hay que ver antes de morir. Palabra.
Actualización: Para lo cual puede venir muy bien una guía tal como esta ;-)