A estas alturas supongo que no hará mucha falta repetir la noticia que publicaba el periodista Javier Cavanilles, del diario "El Mundo", el pasado domingo con este titular: Las nuevas caras de Bélmez fueron falsificadas por un 'cazafantasmas' en complicidad con el Ayuntamiento. Una complicidad, hay que reconocerlo, que fue negada por la alcaldesa. Y claro, también por Pedro Amorós, el inefable presidente perpetuo de el SEIP, si bien parece que no todos sus compañeros de asociación están de acuerdo.
Tanto el lunes como el martes, "El Mundo" completaba su información con otros artículos sobre la historia del fenómeno de las "Caras", las contradicciones de Amorós o la valiente actitud de la alcaldesa y la, ejem, menos valiente del presidente de el SEIP. Y con un par de articulitos más que no están disponibles en la versión internetera del periódico y que, por su interés, reproduzco en los comentarios.
Bien; el tema ha coleado y seguirá coleando. Ya ha dado lugar a alguna que otra intervención en programas de radio y televisión (y más que habrá), e incluso ya se detecta un cierto movimiento en las filas del maguferío patrio, que haciendo un alarde de esa solidaridad y ese compañerismo tan habituales en el mundillo, ha empezado discretamente a apartarse de Amorós como si quemara.
Será porque, en efecto, quema. Sin embargo, un grupo de irreductibles galos, digo "seiperos", ha mantenido el tipo y, en vista de que su presidente se encuentra en paradero desconocido, ha dado la cara en diferentes medios de comunicación. Por ejemplo, el investigador y guía turístico Luis Mariano Fernández, esta mañana en Canal Sur. O por ejemplo, la alcaldesa de Bélmez esta tarde en la cadena SER.
Y su defensa se ha basado en eso que para los magufos es generalmente "fascista, intolerante, autoritario y dictatorial". O sea, la ciencia. Luis Mariano Fernández ha asegurado tajantemente que la Universidad Complutense de Madrid va estudiar el fenómeno (sin caer en la cuenta, por los nervios, que "El Mundo" lo había desmentido ya esta misma mañana).
Y la alcaldesa, por su parte, asegurando tajantemente que "sí que ha habido estudios científicos en las primeras Caras", y que respecto a las nuevas "a ningún científico se le ha negado la entrada a la vivienda", sino que por el contrario "el Ayuntamiento y el SEIP están con las manos abiertas" deseando que se acerque alguno por allí. [Y aclaro: resalto lo de "y el SEIP" para que se entienda por qué incluía a la alcaldesa como "seipera"].
Pues bien; lo de las nuevas "Caras" ya lo veremos; de momento, lo único que se sabe es que el SEIP asegura que se está llevando a cabo un análisis químico por José Manuel García Bautista. Prestigioso químico que, por lo visto, es más bien diplomado en electrónica industrial y telecomunicaciones, si bien currículum es tan escueto que no permite averiguar si su capacidad para hacer este tipo de análisis se debe, por ejemplo, a que de niño le trajeran los Reyes Magos un "Quimicefa". O bien, simplemente, que le venga de su colaboración con el SEIP; quizá la pseudotitulitis sea contagiosa.
Pero, en cambio, de las viejas "Caras" sí que tenemos abundante información, gracias a la cual podemos relacionar los estudios científicos realizados sobre las mismas y que, según la alcaldesa, el SEIP o intrépidos investigadores como Iker Jiménez, han avalado su condición de fenómeno paranormal. Dichos estudios científicos son:
Ninguno.
Repito: ninguno. Hasta ahora, ninguna institución científica, universidad, laboratorio acreditado o similar ha certificado la autenticidad de las "Caras de Bélmez". Ni uno sólo. Nada de nada.
A lo largo de los treinta y tantos años de historia de las "Caras", lo más parecido a un equipo científico que ha pasado por Bélmez ha sido la "Comisión Eridani", cuyas conclusiones fueron precisamente que se trataba de un fraude. Y ni un científico más. Ya va siendo hora de acabar también con ese mito.
Porque sí, "investigadores" de lo paranormal han ido por un tubo. A centenares. Y pruebas han hecho un montón: desde sesiones de ouija o hipnosis hasta someter a la pobre María Gómez a una sesión de poligrafo o hacer unas losas de cemento en su presencia para ver si su "mediumnidad" impregnaba de alguna forma el hormigón. En Bélmez se ha visto desde payasos grabando voces de ultratumba con un colador y una cacerola, hasta, ejem, payasos que han introducido un perro en la casa para ver si huía espantado ante las presencias de ultratumba.
Pero estudios científicos, ni uno.
Claro, ante esta afirmación los "misteriólogos" podrán aducir lo de siempre: que si los estudios de Germán de Argumosa, que si las investigaciones de Iker Jiménez o de Pedro Amor... Bueno, no, esas no. Pero las demás sí. Y, especialmente, las dos "estrellas": la intervención del notario de Huelma y el análisis del CSIC.
Veámoslas. Para los creyentes, los crédulos y quienes se aprovechan de su credulidad, la intervención del notario da fe, nada menos, del origen paranormal de las "Caras". Fabuloso. Probablemente a los redactores de la Ley del Notariado se les olvidó añadir ésa entre las muchas funciones que desempeñan estos fedatarios públicos, pero ahí la tenemos: no sólo autorizan la formalización de contratos o levantan actas, sino que también dictaminan sobre el carácter paranormal o no de los fenómenos que observan.
O quizá no tanto. Porque resulta que lo único de lo que dió fe el Notario es de que en su presencia se fotografió la casa de las "Caras", se precintó, y un mes después se levantó el precinto, observándose la aparición de nuevas "Caras" y manchas. Algo que podrían haber hecho los espíritus del Más Allá, por supuesto. Pero que también podría haber hecho cualquier químico con un mínimo de conocimientos (usando, por ejemplo, las tan traídas y llevadas sales de plata), o incluso cualquier persona capaz de burlar el precinto notarial; cosa que, a la vista de las fotografías y de la disposición de la vivienda, no resultaba demasiado difícil que digamos.
Asegurar que un Notario avaló el carácter paranormal de las "Caras" es, por lo tanto, como mínimo una exageración. Y presentar su acta como una prueba científica es, sencillamente, un disparate.
Bueno, vale, un Notario no es un científico, pero el CSIC sin duda sí lo es. ¿Verdad?
Verdad.
Y también declaró que las "Caras" eran paranormales, ¿no?
Pues tampoco.
El famoso análisis del CSIC es lisa y llanamente eso: un análisis efectuado en el CSIC, concretamente en el Laboratorio de Cerámica y Vidrio. Lo cual da fe de la corrección en el análisis de las muestras y de la presunción de veracidad de los resultados. Pero, de nuevo, nada más. El CSIC no avala el origen paranormal de las "Caras" sencillamente porque no tuvo absolutamente nada que ver en la recogida de las muestras; simplemente se limitó a analizar lo que le enviaron.
Lo que le enviaron de mala manera, por cierto: una en un sobre normal (de los de mandar cartas), y otra en un sobrecito de azúcar (evidentemente, tras haber vaciado el azúcar). La mar de científico, vamos. Tan científico como el autor de la toma de muestras, el Padre Pilón, sacerdote jesuíta que, con todos los respetos, tiene de científico lo que un servidor de... bueno, vale, de sacerdote jesuíta. La toma de muestras, lo más crítico de un análisis de este tipo, se realizó sin ningún tipo de control, sin metodología científica, sin nada. Es decir: sin nada más que la buena fe que podemos presumir en un fervoroso creyente en el carácter paranormal de las "Caras". Y podemos presumir mucha buena fe, desde luego. Pero no la suficiente como para considera que eso avala ninguna conclusión científica sobre las "Caras", y mucho menos que esa conclusión la haya dado el CSIC.
Y, en fin, podríamos seguir. Se han hecho más análisis y más amagos de análisis (por ejemplo, el Padre Pilón anunció un nuevo estudio hace pocos años, pero hasta ahora, que yo sepa, no ha hecho públicos los resultados), pero siempre con conclusiones irrelevantes o incluso francamente contrarias a la "paranormalidad". Y se han hecho, naturalmente, miles y miles de esas pruebas paranormales (psicofonías, estudios informáticos y otros despropósitos por el estilo).
Pero pruebas científicas, ni una sola.
Porque, la verdad, calificar a Pedro Amorós, a Iker Jiménez, a Lorenzo Fernández, a Bruno Cardeñosa y a toda la larga nómina de "investigadores" que han pasado por allí de "científicos" es algo que sólo puede hacerse, usando la expresión empleada por el propio Iker esta tarde, entre comillas. Entre muchísimas comillas.
Y eso, por no seguir su frase y hablar de "personajes nefandos". Pero es que no hace falta. Digo yo, vamos.
30 de noviembre de 2004
29 de noviembre de 2004
La Horrible Verdad
Dentro del Fabuloso Mundo del Circo Paranormal uno de los números más aclamados es el de la ufología. Ya saben: las historietas acerca de platillos repletos de marcianos que cruzan las distancias interestelares para llegar hasta nuestro planeta y revolotear por desiertos, asustar a pastores solitarios y, en casos extremos, abducir a unos cuantos desgraciados para someterlos a todo tipo de vejaciones sexuales. La ufología está llena de historias grotescas que nos hablan de cientos, miles de ovnis que cruzan nuestros cielos cada cinco minutos. A pesar de lo cual no hay ninguna prueba de ello. ¿Por qué? Sencillamente porque las autoridades nos ocultan eso que por lo visto está sucediendo ante nuestros propios ojos.
De modo que, cuando un solitario testigo cuenta que vió un ovni de quinientos metros de diámetro aterrizando junto a una autopista en hora punta, las autoridades, si es que se molestan en hablar del tema, lo desmienten preguntándose cómo es que sólo lo vió aquel pardillo y no los otros miles de automovilistas que pasaban por allí a aquella hora. Una explicación aparentemente lógica, pero que los ufólogos descalifican poniéndole simplemente una coletilla: se trata de la explicación oficial. O, lo que es lo mismo, lo que se han inventado las autoridades para ocultar al mundo que en realidad están se han puesto de acuerdo con los alienígenas, o incluso que nuestros gobernantes son ni más ni menos que alienígenas disfrazados. Tesis que en el mundillo de la ufología, tan aficionado a las expresiones altisonantes y repletas de mayúsculas, se denomina "La Horrible Verdad".
Generalmente este tipo de historietas no precisa muchos comentarios. Cuando vemos a esos ufólogos que llevan años y años diciendo en prensa, radio y televisión que su vida peligra por contarnos lo que nos cuentan desde que tenemos uso de razón, es difícil tomarles en serio. ¿O hay alguien que de verdad se haya creído que J.J. Benítez está en peligro por contarnos las majaderías que narró en su serie "Planeta Encantado", y que aseguró que ampliaría "si le dejan"? ¿Y qué me dicen de esos "investigadores" que de vez en cuando nos ponen unas fotos suyas tomadas en el "Área 51", ilustrando un reportaje en el que aseguran que quien se aproxima a aquella zona se arriesga a que los "Hombres de Negro" vayan a buscarle a su casa para hacerle un segundo ombligo del calibre .45? ¿Puede alguien con más de media neurona operativa creerse semejantes tonterías?
Y, sin embargo, por una vez habrá que aceptar que algo de razón tienen. Por una vez hemos topado con un caso paranormal en que hay una explicación oficial ridícula que oculta lo que, sin lugar a dudas, es una Horrible Verdad: el cada vez más esperpéntico caso de las "Caras de Bélmez".
El enigma paranormal más cutre de todos los tiempos.
Para hablar de las "Caras de Bélmez" se han empleado muchos calificativos. No ha faltado quien las ha considerado "el enigma paranormal más importante de todos los tiempos", y se ha hablado de "puertas dimensionales", "vórtices energéticos", "megacanalizaciones" y otros términos igual de vacíos y de impresionantes. Cosa que también resulta muy difícil de entender. Desde sus inicios, allá por 1971, las "Caras de Bélmez" han dado muestras de ser no un mero fraude, sino un fraude burdo, patéticamente cutre. Parece mentira que año tras año los investigadores de lo paranormal nos hayan obsequiado con estupideces del calibre de que "La pava" cambiaba de posición, que sus pupilas se contraían a recibir la luz o, en fin, que el tratamiento informático de los rostros permitía reconocerlos como pertenecientes a personas reales. Un breve esbozo de la historia de las "Caras", en fin, puede leerse en el artículo que publiqué en el último número de "El Escéptico Digital".
En fin, que el caso de las "Caras de Bélmez" ha ido poco a poco escalando posiciones hasta convertirse probablemente en el enigma paranormal más cutre de todos los tiempos. De modo que no puede extrañarnos que María Rodríguez, alcaldesa de Bélmez de la Moraleda, haya actuado en consecuencia y haya confiado su estudio a unos investigadores a la altura del misterio a investigar: la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicasm "El SEIP" para los amigos.
El SEIP entra en acción
Y los chicos del SEIP, encabezados por su animoso Presidente Perpetuo, Pedro Amorós, se pusieron a trabajar con ese entusiasmo, esa dedicación y ese candor que les ha convertido por derecho propio en el alivio cómico del ya de por sí ridículo panorama paranormal español.
Y su primer hallazgo fue sencillamente sensacional: a través de una serie de experimentos "científicos" cuya descripción omitiré (ya es bastante divertida la que ellos hacen en su web), consiguieron demostrar que la continua aparición de nuevas "Caras de Bélmez" con aspecto de manchas de humedad se debía a la humedad del suelo que formaba manchas que ellos, a continuación, interpretaban como "Caras". Un descubrimiento de resonancia internacional, porque las risas se han escuchado en todo el mundo. Porque desde todo el mundo han acudido a leer la portentosa reinterpretación del experimento que hace Lola Cárdenas, y que ha permitido comprobar que las famosas "Caras" son ni más ni menos que rostros... felinos. De hecho, esta interpretación alternativa de los Gatos de Bélmez parece la más probable: próximamente colocaremos en esta bitácora pruebas fotográficas irrefutables de que el fenómeno es real y está más extendido de lo que pudiera parecer.
En fin, que los resultados de el SEIP, ya poniéndonos más serios, fueron como mínimo discretos. Mostrar unas manchas de humedad y decir que aquello son "Caras" de origen sobrenatural es... bueno, típico de Amorós y cía., pero poco presentable, la verdad.
Mardito parné
Pero, además, apareció otra complicación. La alcaldesa, que tanto había trabajado para lograr promocionar la atracción turístic... perdón, el misterio misterioso de las "Caras", se encontró con una dificultad en su tarea: desde principios de año, cuando la muerte de María Gómez resucitó el interés por las "Caras", la alcaldesa vió la posibilidad de aprovechar aquel filón montando un "Centro de Interpretación de las Caras" en la casa donde aparecían. Un Centro que, por lo visto, iba a ser gestionado por el SEIP, que como hemos indicado ha demostrado su maestría a la hora de eso mismo, de interpretar lo que haga falta como "Caras". Pero resulta que los herederos de María Gómez no estaban dispuestos a dejar escapar su parte del negocio, así que exigieron al Ayuntamiento nada menos que 600.000 euros por la casa. Una cifra que, en este caso sí, era auténticamente paranormal.
E inalcanzable para el Ayuntamiento, sobre todo porque las manchas de humedad de el SEIP no lograban arrancar del todo el interés turístico de las "Caras". ¿Qué hacer, entonces?
Más caras
La solución, irónicamente, vino de la mano de uno de esos investigadores honestos que uno puede encontrarse incluso en el mundillo de lo paranormal: Francisco Máñez. Tal y como contó el propio Máñez, a finales de septiembre Amorós y su pandilla se lo llevaron a Bélmez con el fin de realizar unas investigaciones. Y, ante las dificultades que ponían los herederos de María Gómez, se marcharon a la casa natal de María, donde Máñez les expuso su teoría sobre las "Caras": que estaban hechas simplemente resaltando manchas naturales de humedad. Máñez incluso hizo una demostración práctica de su método.
A los pocos días, Amorós lanzó la noticia del descubrimiento de las nuevas "Caras" en la casa natal de María. Unas "Caras" obtenidas tras someter al suelo a un tratamiento que, en su ingenuidad, el SEIP describe tal y como Máñez describe el suyo.
La Horrible Verdad
Naturalmente, la explicación de Máñez ha sentado fatal a Amorós y sus compadres, quienes han asegurado que las nuevas "Caras" son genuinas teleplastias y que cualquier parecido con las "Caras de Máñez" es pura coincidencia casual y fortuita. Y creo que también han explicado que los niños los trae la cigüeña y que si nos portamos mal y creemos a Paco Máñez los Reyes Magos nos traerán carbón.
Pero no han sido sólo los chicos de el SEIP quienes han certificado la autenticidad de las nuevas "Caras". Esta vez, como en el más cutre relato ufológico, tenemos también versión oficial: la alcaldesa, que por lo visto se ha convertido en experta parapsicóloga, asegura tajantemente que las nuevas "Caras" tienen origen paranormal.
Pero, como en todo cuento ufológico que se precie de serlo, detrás de la versión oficial hay también una Horrible Verdad. Y es que gracias a la oportuna aparición de las nuevas "Caras", el Ayuntamiento ha podido adquirir una casa más barata en la que ubicar, por fin, el "Centro de Interpretación". Pan, circo, y todos contentos.
Y comieron perdices (de cartón piedra)
Porque, como en cualquier cuento que se precie, en el de las "Caras de Bélmez" hemos tenido un final feliz para todos: la alcaldesa tiene su "Casa de las Caras", el SEIP puede seguir estudiando "científicamente" el fenómeno, salir en la tele y vender sus libros, y los pardillos de toda españa pueden acudir alegremente a los viajecitos turísticos al pueblo. Beati pauperes spiritu...
Y los medios de comunicación, con una honrosísima excepción, en la inopia.
De modo que, cuando un solitario testigo cuenta que vió un ovni de quinientos metros de diámetro aterrizando junto a una autopista en hora punta, las autoridades, si es que se molestan en hablar del tema, lo desmienten preguntándose cómo es que sólo lo vió aquel pardillo y no los otros miles de automovilistas que pasaban por allí a aquella hora. Una explicación aparentemente lógica, pero que los ufólogos descalifican poniéndole simplemente una coletilla: se trata de la explicación oficial. O, lo que es lo mismo, lo que se han inventado las autoridades para ocultar al mundo que en realidad están se han puesto de acuerdo con los alienígenas, o incluso que nuestros gobernantes son ni más ni menos que alienígenas disfrazados. Tesis que en el mundillo de la ufología, tan aficionado a las expresiones altisonantes y repletas de mayúsculas, se denomina "La Horrible Verdad".
Generalmente este tipo de historietas no precisa muchos comentarios. Cuando vemos a esos ufólogos que llevan años y años diciendo en prensa, radio y televisión que su vida peligra por contarnos lo que nos cuentan desde que tenemos uso de razón, es difícil tomarles en serio. ¿O hay alguien que de verdad se haya creído que J.J. Benítez está en peligro por contarnos las majaderías que narró en su serie "Planeta Encantado", y que aseguró que ampliaría "si le dejan"? ¿Y qué me dicen de esos "investigadores" que de vez en cuando nos ponen unas fotos suyas tomadas en el "Área 51", ilustrando un reportaje en el que aseguran que quien se aproxima a aquella zona se arriesga a que los "Hombres de Negro" vayan a buscarle a su casa para hacerle un segundo ombligo del calibre .45? ¿Puede alguien con más de media neurona operativa creerse semejantes tonterías?
Y, sin embargo, por una vez habrá que aceptar que algo de razón tienen. Por una vez hemos topado con un caso paranormal en que hay una explicación oficial ridícula que oculta lo que, sin lugar a dudas, es una Horrible Verdad: el cada vez más esperpéntico caso de las "Caras de Bélmez".
El enigma paranormal más cutre de todos los tiempos.
Para hablar de las "Caras de Bélmez" se han empleado muchos calificativos. No ha faltado quien las ha considerado "el enigma paranormal más importante de todos los tiempos", y se ha hablado de "puertas dimensionales", "vórtices energéticos", "megacanalizaciones" y otros términos igual de vacíos y de impresionantes. Cosa que también resulta muy difícil de entender. Desde sus inicios, allá por 1971, las "Caras de Bélmez" han dado muestras de ser no un mero fraude, sino un fraude burdo, patéticamente cutre. Parece mentira que año tras año los investigadores de lo paranormal nos hayan obsequiado con estupideces del calibre de que "La pava" cambiaba de posición, que sus pupilas se contraían a recibir la luz o, en fin, que el tratamiento informático de los rostros permitía reconocerlos como pertenecientes a personas reales. Un breve esbozo de la historia de las "Caras", en fin, puede leerse en el artículo que publiqué en el último número de "El Escéptico Digital".
En fin, que el caso de las "Caras de Bélmez" ha ido poco a poco escalando posiciones hasta convertirse probablemente en el enigma paranormal más cutre de todos los tiempos. De modo que no puede extrañarnos que María Rodríguez, alcaldesa de Bélmez de la Moraleda, haya actuado en consecuencia y haya confiado su estudio a unos investigadores a la altura del misterio a investigar: la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicasm "El SEIP" para los amigos.
El SEIP entra en acción
Y los chicos del SEIP, encabezados por su animoso Presidente Perpetuo, Pedro Amorós, se pusieron a trabajar con ese entusiasmo, esa dedicación y ese candor que les ha convertido por derecho propio en el alivio cómico del ya de por sí ridículo panorama paranormal español.
Y su primer hallazgo fue sencillamente sensacional: a través de una serie de experimentos "científicos" cuya descripción omitiré (ya es bastante divertida la que ellos hacen en su web), consiguieron demostrar que la continua aparición de nuevas "Caras de Bélmez" con aspecto de manchas de humedad se debía a la humedad del suelo que formaba manchas que ellos, a continuación, interpretaban como "Caras". Un descubrimiento de resonancia internacional, porque las risas se han escuchado en todo el mundo. Porque desde todo el mundo han acudido a leer la portentosa reinterpretación del experimento que hace Lola Cárdenas, y que ha permitido comprobar que las famosas "Caras" son ni más ni menos que rostros... felinos. De hecho, esta interpretación alternativa de los Gatos de Bélmez parece la más probable: próximamente colocaremos en esta bitácora pruebas fotográficas irrefutables de que el fenómeno es real y está más extendido de lo que pudiera parecer.
En fin, que los resultados de el SEIP, ya poniéndonos más serios, fueron como mínimo discretos. Mostrar unas manchas de humedad y decir que aquello son "Caras" de origen sobrenatural es... bueno, típico de Amorós y cía., pero poco presentable, la verdad.
Mardito parné
Pero, además, apareció otra complicación. La alcaldesa, que tanto había trabajado para lograr promocionar la atracción turístic... perdón, el misterio misterioso de las "Caras", se encontró con una dificultad en su tarea: desde principios de año, cuando la muerte de María Gómez resucitó el interés por las "Caras", la alcaldesa vió la posibilidad de aprovechar aquel filón montando un "Centro de Interpretación de las Caras" en la casa donde aparecían. Un Centro que, por lo visto, iba a ser gestionado por el SEIP, que como hemos indicado ha demostrado su maestría a la hora de eso mismo, de interpretar lo que haga falta como "Caras". Pero resulta que los herederos de María Gómez no estaban dispuestos a dejar escapar su parte del negocio, así que exigieron al Ayuntamiento nada menos que 600.000 euros por la casa. Una cifra que, en este caso sí, era auténticamente paranormal.
E inalcanzable para el Ayuntamiento, sobre todo porque las manchas de humedad de el SEIP no lograban arrancar del todo el interés turístico de las "Caras". ¿Qué hacer, entonces?
Más caras
La solución, irónicamente, vino de la mano de uno de esos investigadores honestos que uno puede encontrarse incluso en el mundillo de lo paranormal: Francisco Máñez. Tal y como contó el propio Máñez, a finales de septiembre Amorós y su pandilla se lo llevaron a Bélmez con el fin de realizar unas investigaciones. Y, ante las dificultades que ponían los herederos de María Gómez, se marcharon a la casa natal de María, donde Máñez les expuso su teoría sobre las "Caras": que estaban hechas simplemente resaltando manchas naturales de humedad. Máñez incluso hizo una demostración práctica de su método.
A los pocos días, Amorós lanzó la noticia del descubrimiento de las nuevas "Caras" en la casa natal de María. Unas "Caras" obtenidas tras someter al suelo a un tratamiento que, en su ingenuidad, el SEIP describe tal y como Máñez describe el suyo.
La Horrible Verdad
Naturalmente, la explicación de Máñez ha sentado fatal a Amorós y sus compadres, quienes han asegurado que las nuevas "Caras" son genuinas teleplastias y que cualquier parecido con las "Caras de Máñez" es pura coincidencia casual y fortuita. Y creo que también han explicado que los niños los trae la cigüeña y que si nos portamos mal y creemos a Paco Máñez los Reyes Magos nos traerán carbón.
Pero no han sido sólo los chicos de el SEIP quienes han certificado la autenticidad de las nuevas "Caras". Esta vez, como en el más cutre relato ufológico, tenemos también versión oficial: la alcaldesa, que por lo visto se ha convertido en experta parapsicóloga, asegura tajantemente que las nuevas "Caras" tienen origen paranormal.
Pero, como en todo cuento ufológico que se precie de serlo, detrás de la versión oficial hay también una Horrible Verdad. Y es que gracias a la oportuna aparición de las nuevas "Caras", el Ayuntamiento ha podido adquirir una casa más barata en la que ubicar, por fin, el "Centro de Interpretación". Pan, circo, y todos contentos.
Y comieron perdices (de cartón piedra)
Porque, como en cualquier cuento que se precie, en el de las "Caras de Bélmez" hemos tenido un final feliz para todos: la alcaldesa tiene su "Casa de las Caras", el SEIP puede seguir estudiando "científicamente" el fenómeno, salir en la tele y vender sus libros, y los pardillos de toda españa pueden acudir alegremente a los viajecitos turísticos al pueblo. Beati pauperes spiritu...
Y los medios de comunicación, con una honrosísima excepción, en la inopia.
1 de noviembre de 2004
Más Caras
Supongo que se habrán enterado de la noticia, porque durante toda esta semana ha saltado a todos los medios de comunicación: en Bélmez han aparecido nuevas “caras”. La información ha llegado, cómo no, de la mano de nuestro paisano Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) y que, entre otros muchos méritos, es miembro del Instituto SETI de la NASA y asesor de la BBC. O por lo menos eso es lo que dice él, porque los responsables de esas instituciones aseguran que no conocen de nada a este señor, pero que sus servicios jurídicos sí que tienen muchas ganas de conocerle...
Amorós y otros miembros de la SEIP (o, como dicen ellos, de “el” SEIP, porque utilizan la gramática con el mismo desparpajo que emplean con la metodología científica o el rigor en la investigación) aseguran solemnemente haber encontrado nada menos que veintiuna nuevas “caras” que han aparecido en la casa natal de María Gómez Cámara. Un descubrimiento que forma parte del ambicioso programa de investigación que la asociación lleva a cabo en Bélmez y que, entre otras cosas, les ha permitido demostrar algo tan extraordinario como que, al mojar un trozo de cemento, aparecen en él manchas de humedad. Me explico: hace algunos meses, Amorós se paseó por varias televisiones mostrando lo que él llama la “Cara de Alicante”, una reproducción de las “caras” de Bélmez obtenida en los “laboratorios” de la SEIP por el sencillo método de preparar unas losetas de cemento y empaparlas con agua hasta que aparecieron manchas en su superficie; luego, echándole unas amplias dosis de imaginación y buena voluntad, los investigadores escudriñaron las manchas hasta dar con algunas que recordaban vagamente rostros humanos.
El método no es nuevo: todos hemos creído reconocer rostros humanos más o menos deformes en las nubes, en los suelos de terrazo y, por supuesto, en las manchas de humedad que nos dejó el vecino de arriba aquella vez que se olvidó de cerrar el grifo de la bañera. Los psicólogos llaman “ilusión autoinducida” o “pareidolia” a esta curiosa propiedad de nuestro cerebro para intentar encontrar patrones conocidos en donde realmente no los hay. La única aportación de la SEIP, en este sentido, es marcar con un rotulador esas formas que ellos creen ver para que los demás también podamos apreciarlas.
Pero el caso de las nuevas “caras de Bélmez” es distinto: lo que ha aparecido en la casa no son simples manchas de humedad que los miembros de la SEIP interpretan como rostros humanos y que algún gracioso ha conseguido redibujar como “los gatos de Bélmez”. Las nuevas “caras” son eso, “caras”. Muy mal dibujadas, ciertamente, pero reconocibles como intentos de plasmar deliberadamente un rostro humano.
¿Se trata de un fenómeno genuinamente paranormal? Pudiera ser. A lo mejor la pobre María Gómez, como ha llegado a decir algún miembro de su familia, se ha manifestado desde su tumba para acreditar que las “caras” son auténticas y, de paso, para que los mil turistas que las nuevas “caras” han llevado a Bélmez no hayan hecho el viaje en balde. Y también, puestos a especular, pudieran ser obra de los espíritus de fallecidos en la Guerra Civil a los que algunos atribuyen las “caras” originales, o de los difuntos enterrados en el viejo cementerio de Bélmez. O de las hadas, los pitufos o el ratoncito Pérez.
Pero también pudiera ser que tuviera razón otro investigador de lo paranormal, el valenciano Francisco Máñez. Cuenta Máñez que, a finales de septiembre, visitó con Pedro Amorós y el resto de “investigadores” de la SEIP la casa natal de María Gómez, y allí les explicó cómo pensaba él que habían sido pintadas las “caras” originales: mojando el suelo de cemento, buscando alguna mancha que recuerde vagamente a una cara, y luego remarcándola con el dedo mojado. Si se hace sólo con agua, la “cara” resultante reaparece una vez seco el suelo y permanece durante horas; si se añade un poco de aceite, la “cara” se queda allí indefinidamente.
Y, ¡oh, casualidad!, resulta que por esas mismas fechas los investigadores de la SEIP descubren en esa casa las nuevas “caras”. Unas “caras” igualitas, igualitas que las que Francisco Máñez elaboró como demostración práctica de su método. Método que pueden ustedes aprender leyendo la explicación de Máñez... o la que dio la SEIP cuando explicó cómo encontró las nuevas “caras”, en una dramática demostración de que la candidez humana no tiene límites.
Porque no los tiene, ya ven. A estas alturas, aún hay gente dispuesta a creerse que, en Bélmez, aparecen “caras” en el cemento. A pesar de que basta con informarse un poquito para descubrir que en realidad en todo esto lo que hay es simplemente “caras” de cemento. De cemento armado.
Artículo publicado en el Diario Información de Alicante el día 31-10-2004, en la página C2, según se mira, a la derecha. Con mi nombre y apellidos y con mi foto; horrible, pero mi foto.
Aclaro todo esto porque uno presume de compañerismo, y así le facilito los datos a mi colega abogado que, a buen seguro, redactará la correspondiente "denuncia por injurias" de Pedro Amorós.
¿O no? Misterio.
Paranormal, claro ;-)
Amorós y otros miembros de la SEIP (o, como dicen ellos, de “el” SEIP, porque utilizan la gramática con el mismo desparpajo que emplean con la metodología científica o el rigor en la investigación) aseguran solemnemente haber encontrado nada menos que veintiuna nuevas “caras” que han aparecido en la casa natal de María Gómez Cámara. Un descubrimiento que forma parte del ambicioso programa de investigación que la asociación lleva a cabo en Bélmez y que, entre otras cosas, les ha permitido demostrar algo tan extraordinario como que, al mojar un trozo de cemento, aparecen en él manchas de humedad. Me explico: hace algunos meses, Amorós se paseó por varias televisiones mostrando lo que él llama la “Cara de Alicante”, una reproducción de las “caras” de Bélmez obtenida en los “laboratorios” de la SEIP por el sencillo método de preparar unas losetas de cemento y empaparlas con agua hasta que aparecieron manchas en su superficie; luego, echándole unas amplias dosis de imaginación y buena voluntad, los investigadores escudriñaron las manchas hasta dar con algunas que recordaban vagamente rostros humanos.
El método no es nuevo: todos hemos creído reconocer rostros humanos más o menos deformes en las nubes, en los suelos de terrazo y, por supuesto, en las manchas de humedad que nos dejó el vecino de arriba aquella vez que se olvidó de cerrar el grifo de la bañera. Los psicólogos llaman “ilusión autoinducida” o “pareidolia” a esta curiosa propiedad de nuestro cerebro para intentar encontrar patrones conocidos en donde realmente no los hay. La única aportación de la SEIP, en este sentido, es marcar con un rotulador esas formas que ellos creen ver para que los demás también podamos apreciarlas.
Pero el caso de las nuevas “caras de Bélmez” es distinto: lo que ha aparecido en la casa no son simples manchas de humedad que los miembros de la SEIP interpretan como rostros humanos y que algún gracioso ha conseguido redibujar como “los gatos de Bélmez”. Las nuevas “caras” son eso, “caras”. Muy mal dibujadas, ciertamente, pero reconocibles como intentos de plasmar deliberadamente un rostro humano.
¿Se trata de un fenómeno genuinamente paranormal? Pudiera ser. A lo mejor la pobre María Gómez, como ha llegado a decir algún miembro de su familia, se ha manifestado desde su tumba para acreditar que las “caras” son auténticas y, de paso, para que los mil turistas que las nuevas “caras” han llevado a Bélmez no hayan hecho el viaje en balde. Y también, puestos a especular, pudieran ser obra de los espíritus de fallecidos en la Guerra Civil a los que algunos atribuyen las “caras” originales, o de los difuntos enterrados en el viejo cementerio de Bélmez. O de las hadas, los pitufos o el ratoncito Pérez.
Pero también pudiera ser que tuviera razón otro investigador de lo paranormal, el valenciano Francisco Máñez. Cuenta Máñez que, a finales de septiembre, visitó con Pedro Amorós y el resto de “investigadores” de la SEIP la casa natal de María Gómez, y allí les explicó cómo pensaba él que habían sido pintadas las “caras” originales: mojando el suelo de cemento, buscando alguna mancha que recuerde vagamente a una cara, y luego remarcándola con el dedo mojado. Si se hace sólo con agua, la “cara” resultante reaparece una vez seco el suelo y permanece durante horas; si se añade un poco de aceite, la “cara” se queda allí indefinidamente.
Y, ¡oh, casualidad!, resulta que por esas mismas fechas los investigadores de la SEIP descubren en esa casa las nuevas “caras”. Unas “caras” igualitas, igualitas que las que Francisco Máñez elaboró como demostración práctica de su método. Método que pueden ustedes aprender leyendo la explicación de Máñez... o la que dio la SEIP cuando explicó cómo encontró las nuevas “caras”, en una dramática demostración de que la candidez humana no tiene límites.
Porque no los tiene, ya ven. A estas alturas, aún hay gente dispuesta a creerse que, en Bélmez, aparecen “caras” en el cemento. A pesar de que basta con informarse un poquito para descubrir que en realidad en todo esto lo que hay es simplemente “caras” de cemento. De cemento armado.
Artículo publicado en el Diario Información de Alicante el día 31-10-2004, en la página C2, según se mira, a la derecha. Con mi nombre y apellidos y con mi foto; horrible, pero mi foto.
Aclaro todo esto porque uno presume de compañerismo, y así le facilito los datos a mi colega abogado que, a buen seguro, redactará la correspondiente "denuncia por injurias" de Pedro Amorós.
¿O no? Misterio.
Paranormal, claro ;-)
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