28 de junio de 2008

¿El gafe?

Bueno, una cosa hay que reconocer: el hombre tiene fama de gafe. Como ellos mismos recuerdan, hasta ahora no ha asistido a ningún acontecimiento deportivo importante en el cual la selección española o su equipo, el F.C. Barcelona, no hayan perdido. Y en cuanto a su eficacia como jettatore político, me imagino que Barack Obama estará a estas alturas rogando (no sé si a través de Jeremiah Wright) para que deje de apoyarle, teniendo en cuenta lo que pasó con Ségolène Royal, Walter Veltroni o, peor aún, John Kerry.

En fin, que hoy la nota divertida de los noticiarios la ha dado la web Zapatero no vayas, dedicada precisamente a eso, a pedir a Zapatero que no acuda a la final de la Eurocopa que disputarán España y Alemania el domingo que viene.

La web (ahora transformada en blog, como ya veremos) ofrece además una encuesta en la cual, nada sorprendentemente, arrasan los partidarios de que Zapatero se quede en su casa, Sonsoles se lo lleve al cine (como dice uno de los comentarios), adelante un par de horas su viaje oficial a Dinamarca o, en fin, haga lo que le dé la gana excepto presentarse en el estadio.

Y hasta aquí la nota humorística. Ahora vamos a ponernos serios. Empezando por una confesión: yo también he votado para que no vaya.

¿Que si a estas alturas creo en gafes? Evidentemente no. La idea de que una persona pueda esparcir mala suerte a su alrededor es por supuesto absurda, por más que opinen lo contrario los cada vez más numerosos afectados por la crisis, digo, el período de dificultades objetivas que estamos empezando a atravesar. Ni Zapatero, ni nadie, es gafe, y pretender que no acuda a la final de la Eurocopa por miedo a que impregne de mala suerte a la Selección es simplemente una bobada.

Pero en lo que sí creo es en las profecías autocumplidas. Los jugadores de fútbol, evidentemente, son tan vulnerables a la superstición como cualquier otro (incluso más, si nos fijamos en la cantidad de medallitas y amuletos que portan, las manías de llevar la camiseta por fuera o los calcetines del revés porque les da suerte, o las mil y una veces que se persignan al entrar al campo). Y claro, si están convencidos de que hay un poderosísimo gafe sentado en el palco, es muy posible que se desmoralicen y el domingo acabe cumpliéndose aquel viejo dicho de que el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y ganan los alemanes.

Y yo, qué quieren que les diga, preferiría que el domingo gane la Selección española. Aunque sólo sea para poder contarle a mis nietecitos lo de aquel año que no sólo pasamos de cuartos, sino que ganamos la final...


P.S.: Les decía más arriba que la web Zapatero no vayas se ha convertido en un blog, según dicen porque han sufrido "un boicot informático que ha provocado la desaparición de la página". La verdad es que no sé lo que ha ocurrido realmente, pero teniendo en cuenta que en alguna ocasión anterior el Presidente del Gobierno ha dado muestras de tomarse bastante mal eso de que se metan con él, aunque sea de una manera simpática o divertida, no me extrañaría que hubiese algo de cierto en la queja de los autores de la web.

Claro, el problema es que todos sabemos que Zapatero tiene mucho "talante", pero quizá no habíamos caído en el detalle de que el talante puede ser bueno o malo y, por lo visto, en estos casos lo que muestra es bastante mal talante. Quizá sería conveniente que alguien de su entorno le contase que la libertad de expresión incluye la tolerancia hacia aquellas opiniones que no nos gusten, y que su único límite debe ser el respeto a las leyes y los derechos de los demás. O que le explicase que el sentido del humor debe empezar por la capacidad de reírse de uno mismo.

Y, a ser posible, que se lo explique el domingo cuando vaya a tomar el avión para Viena. A ver si hay suerte y con la charla se le va el santo al cielo y pierde el vuelo...

25 de junio de 2008

Otra perla jurisprudencial

No he podido evitarlo: me he echado a reír a carcajadas. A lo mejor he exagerado, pero bueno, eso júzguenlo ustedes mismos.

Andaba yo buscando jurisprudencia para un asunto, cuando me he topado con un caso curioso. Los acusados eran dos señores bastante anónimos, pero la parte acusadora era mucho más conocida, nada menos que el Real Madrid Club de Fútbol. Al parecer los acusados comercializaban una serie de productos que, en opinión del Real Madrid y del Ministerio Fiscal, infringían los derechos de propiedad industrial del Club, dado que reproducían sin la debida autorización la marca madridista. El Juzgado de los Penal no estuvo de acuerdo y absolvió a los acusados, y aunque el Real Madrid recurrió ante la Audiencia Provincial de Alicante, ésta confirmó la sentencia absolutoria. Dice (y dice bien) la Audiencia Provincial que el artículo 274 del Código Penal

reclama que la reproducción, imitación, modificación o utilización ilícita del producto original, se realice mediante un signo distintivo idéntico o confundible con el original; expresión que introduce un componente delimitador del tipo de imitación que trasciende a la esfera penal, dejando al margen de la esfera punitiva aquellas otras en que por las características del producto, su configuración, naturaleza u objeto del plagio, no se produzca ese confusionismo entre el original y la copia o imitación.


Vamos, que para considerar que un producto es una falsificación es preciso que sea lo suficientemente parecido al original como para generar confusión.

Cosa que en este caso no ocurre porque, como dice también la Audiencia (la negrita, como la carcajada, es mía)

Y es evidente que en el presente caso, no hay la suficiente similitud entre los productos comercializados registralmente por la entidad querellante con los comercializados por los denunciados, como pregona el Ministro Fiscal en su informe de contestación al recurso que resolvemos, por las significativas diferencias que los distinguen, entre las que adquiere especial relevancia la presentación del producto imitado con colores azul granas, propios del equipo deportivo con el que presenta mayor rivalidad el de la querellante, que utiliza, como es lógico, sus colores identificativos, el blanco, para identificar sus productos. Sin que nadie que medianamente conozca el mundillo futbolístico osaría confundir un objeto con esos colores con algo perteneciente al Real Madrid.


En fin... La Sentencia completa, por si tienen curiosidad, aquí.

20 de junio de 2008

Aguas (dinamizadas) turbulentas II



Decía yo hace unos días... bueno, sí, ya sé que últimamente no paro de citarme a mí mismo y que eso está muy feo y tal. Tomenlo simplemente como una forma de entrar en antecedentes. Así que decía yo hace unos días que me daba la impresión de que el sector de la homeopatía anda de los nervios por

el miedo, parece que esta vez fundado, a que las autoridades sanitarias hagan cumplir una legislación que, aunque resulta escandalosamente permisiva para los "medicamentos" homeopáticos, a esta gente sigue pareciéndoles demasiado estricta.

Una impresión que viene de antiguo, pero que se debía sólo a las reacciones de los homeópatas (encabezados por su industria, claro) frente a los últimos cambios legislativos. Y dado que estos cambios en el caso de la homeopatía son casi inexistentes, puesto que la "nueva" normativa reproduce exactamente la anteriormente vigente, la única explicación que yo encontraba a la histeria colectiva del sector era esa, el pánico a que esta vez les obliguen a cumplir la ley.

¿Llevaba yo razón? No lo sé, y aún es pronto para saberlo. Pero de momento parece que empiezan a aparecer negros nubarrones sobre las aguas dinamizadas, otrora plácidas, de la homeopatía (frase cursilísima, pero así justifico la foto del principio. Maja, ¿verdad?).

Me explico. El pasado día 10 de junio, el Boletín Oficial del Estado nos dió una sorpresa. Bueno, el BOE suele traernos sorpresas, y casi siempre poco agradables, pero en esta ocasión la sorpresa fue más, ejem, sorprendente. Por lo insólito. La sorpresa o, mejor dicho, las sorpresas, porque fueron tres, consistieron en la denegación de autorización como medicamentos de los productos homeopáticos "Tejido Adiposo+Triac solución inyectable", "Circulación Linfatismo, solución inyectable" y "Glándula Mamaria CPTO., solución inyectable", comercializados hasta ahora por Laboratorios Biótica.

Si tienen ustedes curiosidad pueden leer los anuncios oficiales aquí, aquí y aquí. Pero nosotros, fieles a nuestra vocación divulgativa y conscientes de que los textos son, para qué vamos a negarlo, un auténtico coñazo, vamos a intentar hacer un resumen de las jugadas más interesantes.

El "partido" empieza, pásmense, el 30 de mayo de 1995. Como hemos comentado ya en alguna ocasión, el ya derogado Decreto 2208/1994 establecía en su Disposición Transitoria segunda que los potingues homeopáticos vendidos como medicamentos a la entrada en vigor del Decreto podían seguir siendo comercializados siempre y cuando se remitiera al Ministerio de Sanidad, en el plazo de seis meses, la documentación necesaria para su autorización y registro. La idea era conceder provisionalmente una "prórroga" de la comercialización mientras el Ministerio tramitaba el expediente de autorización, así que aquel lejano día de mayo de 1995 el representante de los Laboratorios Biótica envió al Ministerio los papeles...

...y nunca más se supo hasta el 22 de diciembre de 2006, cuando el Centro Andaluz de Farmacovigilancia envió a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AGEMED) una alerta acerca de posibles reacciones adversas graves relacionadas con el uso de esos tres productos. A raíz de aquello la AGEMED retiró cautelarmente del mercado los potingues en cuestión e inició una serie de trámites, entre ellos la revisión de la documentación aportada por el laboratorio. El acuerdo de revisar la solicitud, pásmense, lleva fecha de 17 de mayo de 2007, casi doce años después de que el laboratorio la presentase.

Y a partir de ese momento se suceden los requerimientos al laboratorio para que complete la documentación y los escritos de éste negándose, alegando que el Decreto 2208/1994 está ya derogado (cosa que es cierta, pero como también es cierto que el Decreto estaba en vigor en el momento en que el laboratorio presentó la solicitud, es esa la norma que había que aplicar). Hasta que finalmente, y en vista de que la documentación originalmente aportada era insuficiente, la AGEMED ha decidido denegar la autorización. Trece años después de que el laboratorio la pidiera.

Hasta aquí la historia. Ahora las moralejas.

La primera es bastante obvia: los productos han estado en el mercado durante más de trece años con una licencia provisional, sin que nadie en el Ministerio se molestase siquiera en comprobar si la documentación aportada era suficiente para que esa licencia provisional se convirtiera en definitiva. Que no lo era, por cierto, y eso se lo puedo decir yo que ni soy técnico, ni trabajo en el Ministerio, ni tengo siquiera acceso al expediente administrativo, pero que al menos sé leer: el Decreto de 1994 (y el actualmente vigente, de 2007) establecen un sistema simplificado de registro de medicamentos homeopáticos que permite autorizar, sin necesidad de que acrediten su efectividad, aquellos que reúnan una serie de características. Entre estas características se encuentra la de que su vía de administración sea oral o externa, y resulta que los productos en cuestión, tal y como indica la web del laboratorio, son inyectables. Y en cuanto al otro procedimiento, el de los productos con indicación terapéutica aprobada, resulta que exige que el fabricante acredite su eficacia terapéutica, pero como no me consta que Laboratorios Biótica reclamase en su día el millón de dólares de James Randi o, ya puestos, que esté reclamando las diez mil libras esterlinas que ofrecen Edzard Ernst y Simon Singh a quien pueda demostrar que la homeopatía funciona realmente, imagino que habrán intentado acogerse al procedimiento simplificado.

Pero tan doloroso como los trece años de clandestinidad impune (no se me ocurre otra expresión, la verdad) de los que ha gozado el fabricante de estos mejunjes es el hecho de que la retirada del mercado se haya producido a raíz de una alerta por posibles reacciones adversas. ¿Hay que esperar a que se produzca alguna reacción de este tipo para que la Administración se digne a revisar unos expedientes que obran en su poder desde hace más de una década? Ignoro si las reacciones adversas se han producido realmente y qué gravedad han podido tener, pero de ser así, ¿quién se hará responsable, el laboratorio que al fin y al cabo presentó los papeles en su momento, o la maquinaria administrativa que no ha sido capaz de echarles siquiera un vistazo hasta que el daño no se ha producido? Los productos homeopáticos, por definición, difícilmente pueden causar reacciones o daños graves (por las mismas razones por las que no producen efectos terapéuticos), pero no es imposible si se emplean como sustitutos de medicamentos de verdad, o el paciente es alérgico al excipiente empleado. O a algún principio activo, si tenemos en cuenta que algunos de estos "medicamentos" mezclan productos homeopáticos con extractos de plantas o similares; es una práctica ilegal (no lo permiten ni el Decreto antiguo ni el actual) pero, como todo lo relacionado con este mercado, tolerada por la inactividad de la Administración. Y, por tanto, mantener esos productos en el mercado sin preocuparse siquiera de echar un vistazo a sus expedientes para comprobar si cumplen los generosos requisitos que establecen los Decretos es una temeridad.

Porque ahí está la otra moraleja: esto ha pasado con tres productos, pero en el mercado hay cientos o miles que con toda probabilidad se encuentran en una situación similar, es decir, sin que nadie se haya tomado la molestia de revisar la documentación aportada en 1994/95. Y no estamos hablando de cualquier cosa, sino de medicamentos. Vale, no son medicamentos en el sentido científico del término, pero sí en el legal y, sobre todo, comercial, lo que implica que quienes los adquieren y utilizan creen que realmente están recibiendo un tratamiento para sus dolencias. Y si ya es bastante poco presentable que, con la ley en la mano, en realidad lo que están usando son unos productos que no han acreditado que realmente tengan ningún efecto terapéutico, lo que no es en absoluto de recibo es que nadie haya revisado esas autorizaciones "provisionalmente prorrogadas" desde hace más de trece años para comprobar que, si bien es verdad que no curan, al menos que no hagan daño.

Porque el procedimiento simplificado de registro permite que se vendan como medicamentos una serie de productos que no acrediten su efectividad "a cambio" de establecer unos requisitos que garantizan que por lo menos son inocuos. Su carácter estrictamente homeopático garantiza la ausencia de sustancias activas, o al menos que estén presente en cantidades tan reducidas que se pueda razonablemente esperar que no van a producir ningún efecto adverso (ni beneficioso, claro, exactamente por la misma razón). Su forma de administración, exclusivamente por vías oral o externa, también parece que evita los riesgos de otras modalidades. Y, por último, no deben tener indicación terapéutica, es decir, no deben prometer que curan nada, algo bastante lógico si tenemos en cuenta que tampoco se les exige que demuestre que lo hacen.

Un sistema, en fin, bastante coherente aunque en mi opinión muy poco presentable dado que se trata de medicamentos, o en el caso de la homeopatía, de preparados que se venden con el marchamo de "medicamentos". Pero es lo que hay (y, por cierto, que nadie piense que es un invento español: la cosa viene de la Unión Europea, me temo).

Y ya que es lo que hay, lo mínimo que podemos exigir es que se cumpla. Y aunque no sé si las tres retiradas del mercado publicadas en el BOE y el ambiente de pánico que reina en el sector son síntoma de que el Ministerio, a partir de ahora, va a empezar a aplicar la ley, sí que tengo clara una cosa: que debería hacerlo.

Duna


Hola, Duna. Bienvenida a casa.


10 de junio de 2008

Se le apareció la Virgen

Se suele decir que a alguien "se le apareció la Virgen" cuando tiene un golpe inesperado de suerte, un "milagro" que le salva de algún apuro. No sé si Amparo Cuevas pasaba por un apuro en 1980, pero lo que sí está claro es que "se le apareció la Virgen": el patrimonio del tinglado montado a raíz de las supuestas apariciones marianas de El Escorial suma nada menos que ciento sesenta y dos (sí, ciento sesenta y dos) inmuebles e ingentes cantidades de dinero amablemente "donadas" por los acólitos, además del trabajo "voluntario" de muchas personas víctimas del montaje sectario.

Hace unos días la Asociación de Víctimas de las Supuestas Apariciones de El Escorial consiguió que el Juzgado de Instrucción número Cuatro de San Lorenzo de El Escorial admitiera a trámite una querella contra la vidente y otras trece personas, acusadas de delitos de estafa, asociación ilícita, detención ilegal y coacciones. Hoy se ha producido la declaración como imputada de Amparo Cuevas, cuya explicación acerca de los hechos es, como no podría ser de otra forma, que no retiene a nadie contra su voluntad, que todo lo que ha recibido lo ha sido por donaciones voluntarias y absolutamente libres, y que nunca ha engañado a nadie. Vamos, que "se le apareció la Virgen".

Ya hablamos aquí en su día acerca de las dificultades para conseguir que los responsables de este tipo de chiringuitos (aunque en este caso la palabra se quede corta) acaben siendo condenados por estafa. Y ya veremos qué ocurre con los otros delitos, porque aunque en algún caso la querella parece estar sólidamente respaldada, el hecho de que esta mujer lleve cerca de veintiocho años con su montaje sin que nadie la haya molestado dice muy poco en favor de nuestro sistema de protección a las víctimas de estos engaños. Esa es, precisamente, la razón principal por la que desde Círculo Escéptico hemos puesto en marcha la campaña por el control del mercado esotérico.

Pero por supuesto seguiremos con mucho interés el caso, y ojalá se resuelva favorablemente para las víctimas. Y en cuanto a la tal Amparo Cuevas... bueno, si quiere que se le siga "apareciendo la Virgen", vale.

Pero que la vea a través de unas rejas.


Nota: sí, ya sé que en el enlace a la página de la Asociación de Víctimas se habla de ciento treinta y dos propiedades, y yo hablo de ciento sesenta y dos. Pero no es un error.

9 de junio de 2008

Gracias, amigos de "El Correo"

El escepticismo, en pocas palabras, consiste en no aceptar de forma acrítica las afirmaciones, opiniones e ideas, sino someterlas al escrutinio de la razón. Y pocas cosas puede haber más contrarias a la razón y al pensamiento escéptico que pretender imponer las ideas con balas y bombas.

Ayer el diario El Correo sufrió un atentado de ETA. El último (ojalá no hubiera que añadir "por ahora") de una larga cadena de crímenes, con más de mil asesinatos e incontables heridos, familias destrozadas y personas que han tenido que esconderse ante la amenaza de la banda terrorista y de sus cómplices, y el desdén de los miserables cuya única reacción es y ha sido siempre la de mirar para otro lado.

ETA lleva ya más de cuarenta años matando, y probablemente siga haciéndolo mientras haya quienes pretendan sacar tajada del terrorismo, o quienes piensen que se puede dialogar con unos fanáticos que sólo saben hablar a tiros y a bombazos. Pero lo que ETA no ha conseguido es derrotar a la sociedad, y nunca lo conseguirá gracias a personas como los periodistas y los trabajadores de El Correo. Ellos, con su defensa de la libertad de expresión en pleno epicentro del terrorismo etarra, junto con los miembros de las fuerzas de seguridad, persiguiendo y deteniendo a esos delincuentes, y los muchos, muchísimos ciudadanos públicos o anónimos que les hacen frente desde sus concejalías, desde su puesto de trabajo o simplemente con su actitud de firmeza ante el miedo, son la garantía de que al final venceremos a esa escoria.

Y gracias a ellos seguiremos intentando defender nuestras ideas y analizar las ajenas mediante el razonamiento y el pensamiento crítico, sin pretender imponerlas con las bombas y, siguiendo su ejemplo, sin ceder ante el miedo de que otros pretendan imponernos las suyas por la fuerza.

Por eso, amigos de El Correo, no os voy a dar ánimos, que sé que no los necesitáis. Simplemente os doy las gracias.